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Las almejas revelan por qué la Tierra entró en una mini Edad de Hielo hace 800 años

Los datos “almacenados” en las conchas de estos bivalvos durante siglos han permitido reconstruir la historia de un período clave del planeta

Las bandas de crecimiento en los caparazones de las almejas contienen información crucial sobre el medio ambiente y cómo ha cambiado a lo largo de los años. Ahora, una nueva investigación ha determinado, gracias a la información aportada por estos moluscos, por qué una pequeña Edad de Hielo comenzó en el siglo XIII en el Atlántico Norte y solo se detuvo 600 años después, cuando el calentamiento antropogénico revirtió la tendencia natural.

Un grupo de investigadores de la Universidad de Exeter, en Reino Unido, ha utilizado las conchas de las almejas de Islandia (Arctica islandica), que pueden vivir varios cientos de años, para comprender cómo ha evolucionado el océano y cuáles fueron sus respuestas a los cambios externos en los últimos siglos. Descubrieron las principales causas y consecuencias de una mini Edad de Hielo que tuvo lugar en el Atlántico Norte, entre los siglos XIII y XIX.

Leyendo el pasado en las almejas

De la misma forma que los anillos de los árboles pueden decirnos muchos sobre el pasado de la Tierra, organismos vivos de gran longevidad, como las almejas, también acumulan datos vitales sobre la Tierra en sus cuerpos. Incluso, no solo pueden brindar información crucial sobre el pasado del planeta, sino además ayudarnos a vislumbrar cómo podría cambiar en el futuro y qué aspectos deberían preocuparnos.

Los científicos británicos utilizaron indicadores estadísticos de resiliencia en tres registros indirectos de bivalvos, obtenidos en la plataforma del norte de Islandia. Al parecer, los resultados muestran que el sistema climático subpolar del Atlántico Norte se desestabilizó durante dos episodios antes de la Pequeña Edad de Hielo. No existían hasta el momento datos concretos sobre estos eventos previos de desestabilización.

De acuerdo al nuevo estudio, publicado recientemente en la revista Nature Communications, los hallazgos sugieren que uncambio en nuestro clima global hace unos ocho siglos fue el resultado de un ciclo de retroalimentación, que desgastó la estabilidad del sistema climático en el Atlántico Norte, llevándolo a un nuevo estado normal más frío.

En otras palabras, el sistema climático del Atlántico Norte se desestabilizó y perdió resiliencia, o sea la capacidad de recuperarse de los cambios externos, antes de la Pequeña Edad de Hielo, lo que posiblemente hizo que se “inclinara” hacia una “nueva normalidad” caracterizada por temperaturas más bajas.

¿Un nuevo desequilibrio?

Hasta el momento, los científicos no han determinado con claridad las causas que desencadenaron específicamente esta mini Edad de hielo, pero según la información encriptada en los caparazones de las almejas podría haberse iniciado por un debilitamiento abrupto de los patrones de las corrientes oceánicas.

Los investigadores sospechan que las temperaturas en el Atlántico Norte alcanzaron un punto de inflexión en las antesalas del siglo XIII, en el cual el hielo marino se derritió cada vez más en el Océano Ártico, diluyendo el agua de mar con agua dulce y debilitando las corrientes oceánicas. Al mismo tiempo, esto habría derivado en una reducción en la cantidad de calor que las corrientes transportaban hacia el polo.

Según los investigadores, liderados por Beatriz Arellano-Nava, esto propició la expansión del hielo marino a través de una retroalimentación positiva, preparando el escenario para el regreso a una era de nieve, hielo y descenso de las marcas térmicas. Este ciclo se mantuvo durante 6 siglos, hasta que sobre mediados del siglo XIX se detuvo como resultado del calentamiento global inducido por la actividad humana, intensificada en su impacto ambiental debido a las consecuencias de la Revolución Industrial.

De acuerdo a una nota de prensa, los científicos creen que actualmente el sistema de corrientes oceánicas en el Atlántico Norte podría estar en riesgo de regresar a un punto de inflexión con pérdida de resiliencia similar al ocurrido hace 8 siglos: esto conduciría una vez más a un cambio climático abrupto en Europa, con consecuencias que aún no pueden determinarse.

Fuente: Tendencias21