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La primera mexicana que ha ido al espacio se vuelve activista espacial

Katya Echazarreta, de 27 años, aboga por una Agencia Espacial Mexicana más potente y anima a las niñas a dedicarse al estudio y las carreras STEM

A sus 27 años, Katya Echazarreta ya ha aparecido en la portada de Vogue México, fue mujer del año para la edición mexicana de la revista Glamour, copresentó la serie de YouTube Netflix IRL y tiene una muñeca Barbie a su semejanza.

Tiene varias distinciones: primera mujer nacida en México en el espacio, una de las mujeres más jóvenes en el espacio y una exposición que muestra sus logros en un planetario de Guadalajara, su ciudad natal.

La imagen de Echazarreta aparece en murales de Guadalajara, Los Ángeles, Ciudad de México y Tijuana. El 15 de abril será la homenajeada en la gala del 50 aniversario del Fleet Science Center de Balboa Park.

¿Qué ha generado tanto alboroto? Echazarreta voló al espacio suborbital como astronauta ciudadana el 4 de junio a bordo del quinto cohete tripulado lanzado por Blue Origin, fundada por Jeff Bezos.

Pero ese es solo un paso de gigante en su misión espacial en curso.
What generated much of this hoopla? Echazarreta flew into suborbital space as a citizen astronaut on June 4 aboard the fifth crewed rocket launched by Blue Origin, founded by Jeff Bezos.

But that is just one giant step in her ongoing space mission.

Echazarreta se trasladó con sus padres de su México natal a Chula Vista cuando tenía 8 años. Está animando a otros jóvenes nativos mexicanos a aspirar a las estrellas como hizo ella, ya que estudió ingeniería eléctrica en la universidad, hizo prácticas en la NASA y trabajó en el apoyo en tierra de misiones espaciales.

También está decidida a impulsar el incipiente programa espacial mexicano luchando por una enmienda constitucional en México que convierta las actividades espaciales en una prioridad para el desarrollo nacional y otorgue poderes a la Agencia Espacial Mexicana.

Para ello, el gobierno debe utilizar su presupuesto espacial para construir su propio desarrollo aeronáutico en lugar de comprar a otros países comunicaciones por satélite y servicios y tecnología relacionados con el espacio, afirma.

Echazarreta se define a sí misma como una “activista espacial”.

También se dedica a revolucionar la mentalidad machista. “Creo que hay muchos conceptos erróneos sobre las niñas y las mujeres que empiezan desde el nacimiento”, afirma. Los niños juegan con juegos de ciencia e ingeniería, Legos y autos de juguete, mientras que las niñas juegan con juegos de cocina y muñecas.

Una Barbie de pelo oscuro y piel morena llamada Katya con un traje espacial es una forma de empezar a hacer hincapié en una carrera STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) a una edad temprana para las niñas mexicanas.

Echazarreta, egresada de la Eastlake High School de Chula Vista, estudió en el San Diego City College y luego se trasladó a la UCLA para licenciarse en ingeniería eléctrica. Allí hizo prácticas en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, lo que la llevó más tarde a trabajar en el JPL de Pasadena.

Anteriormente trabajó en el grupo de equipos de apoyo en tierra para misiones de la NASA, como el explorador Perseverance de Marte y la próxima exploración Europa Clipper de la luna de Júpiter.

Hace cuatro años, se presentó al Programa de Astronautas Ciudadanos de la organización sin ánimo de lucro Space for Humanity para conseguir un asiento en un vuelo de Blue Origin. Su solicitud fue una de las más de 7000 que competían por un viaje gratuito en el cohete espacial.

Echazarreta está convencida de que fue su pasión por los viajes espaciales y su amor por el trabajo que hace lo que la hizo destacar. El combustible para cohetes corre por sus venas. “El espacio fue algo que siempre me atrajo y me encantó”, dice.

Cuando tenía 8 o 9 años, recuerda que le dijo a su madre que quería volar al espacio. Nunca se apartó de esa visión.

Cuando llegó el momento, dice que su mente se congeló durante el breve viaje (de unos 10 minutos de duración) mientras contemplaba las vistas, que describe como “maravillas sobrecogedoras”: la curvatura de la Tierra, las nubes, el resplandor azul del planeta, el intenso calor del sol mientras la nave giraba y el escalofriante negro profundo del espacio exterior.

“Estaba completamente hipnotizada. Lo observaba, lo asimilaba todo y experimentaba una serie de emociones incomprensibles”, dice.

El vuelo reforzó su determinación de traer el espacio a la Tierra.

“Después del vuelo, todo cambió. Creó una nueva perspectiva y me dio fuerzas para ser más audaz y ampliar mi sueño a niveles monumentales”.

Se llevó consigo una bandera mexicana, que donó al planetario de Guadalajara.

El homenaje del 15 de abril del Fleet Science Center está reservado a alguien que haya afectado al centro o a la educación científica en San Diego, dice Steven Snyder, presidente y director general del Fleet.

“Esto es perfecto porque ella ha hecho ambas cosas”, afirma. “Además de tener su propia carrera y hacer cosas increíbles, está involucrando a los sandieguinos para que participen más en STEM”.

Echazarreta sale a la comunidad y utiliza sus redes sociales (incluidos 1.8 millones de seguidores en TikTok) para compartir su historia personal, los retos y las dificultades que ha superado, y para mostrar lo que es posible mediante la perseverancia, dice Snyder. “Es una gran activista de por qué la gente ama la ciencia y por qué los científicos hacen lo que hacen”.

Cuando era alumna de primaria, hizo una excursión al museo práctico, donde participó en un simulacro de misión espacial que alimentó sus aspiraciones de viajar al espacio porque la expuso a la amplia gama de carreras de la industria espacial.

Mientras estudiaba en el San Diego City College, volvió al centro como voluntaria, dedicando tantas horas (más de 300) que fue nombrada “voluntaria del año” del Fleet.

“Para mí era importante devolver algo al museo que tanto me dio”, afirma.

¿Qué es lo próximo para Echazarreta? A finales de mayo tiene previsto anunciar el lanzamiento de una fundación con su nombre, con sede en Ciudad de México. También está en fase de formación para trabajar con algunas empresas emergentes.

Haga lo que haga en el futuro, seguro que seguirá su lema: “El cielo NO es el límite”.

Fuente: sandiegouniontribune.com