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La primera cesárea a una mujer viva

Transcurría el año 1500 cuando Jacob Nufer, un carnicero de cerdos que vivía en Sigershausen, Suiza, tuvo que decidir entre observar con impotencia a su esposa cuya vida pendía de un hilo después de varios días en labor de parto, o practicarle él mismo un operación nada convencional para la época, una cesárea que igualmente podría acarrearle la muerte.

Jacob Naufer se decidió por la segunda opción, consiguió el permiso de las autoridades y se dispuso a practicar una cesárea sin anestesia, sin antibióticos y con las escazas medidas de higiene a las que se podía acceder en esa época.

El anatomista y botánico Caspar Bauhin relata el momento de la siguiente manera:

«…el marido, después de implorado el auxilio divino y de cerrada cuidadosamente la puerta, coloca a su mujer encima de una mesa, y le abre el abdomen, como se hace para los cerdos. Y supo hacerlo con tanta destreza que ya al primer corte se pudo extraer el niño sin ninguna lesión. Once comadronas que estaban cerca de la entrada, sintiendo los vagidos del niño, intentaban entrar con todos los medios; pero no fueron admitidas antes de que se limpiase al niño, y se suturase la herida abdominal, según costumbre veterinaria…».

La madre y el niño sobrevivieron al dramático evento, y con una asombrosa capacidad de recuperación la mujer pasó por otros cinco partos naturales y el hijo vivió hasta cumplir los 77 años.

Esta historia, narrada por Caspar Bauhin, fue el primer registro escrito de una cesárea practicada a una mujer viva. A pesar de ello, algunos historiadores dudan de su veracidad, pues fue puesta en el papel 82 años después de su acontecimiento.

Pero la premisa que sí es ampliamente aceptada por los historiadores es que los primeros intentos de cesáreas en mujeres vivas se dieron en el siglo XVI. Ésta operación era enormemente rechazada por los practicantes de la medicina, pues la mayoría de las veces ocasionaba la muerte de la madre.

La mujeres sometidas a esta operación sufrían, principalmente, de dos fatídicos desenlaces, morían desangradas o por una infección que nacía en el útero, pues no se consideraba que este órgano requiriera de suturas y los microorganismos podían transitar libremente de ésta cavidad hacia el torrente sanguíneo.

Fuente: Agencia Conacyt