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La picadura de un árbol venenoso australiano es tan dolorosa como la de las arañas pero dura semanas

El Gimpi-Gimpi (Dendrocnide moroides) es un árbol australiano de hermosas hojas que puede alcanzar los 10 metros de altura, pero ahi acaba todo lo bonito. Su picadura es tan dolorosa y los efectos de su veneno tan largos que un equipo de investigadores ha decidido estudiarlo a fondo con sorprendentes resultados.

El Gimpi-Gimpi está recubierto de diminutos pelos, solo que no son exactamente pelos, sino espinas huecas de hasta 5mm de longitud que funcionan como agujas hipodérmicas. Cuando un animal entra en contacto con la planta, las espinas se rompen y se le clavan en la piel, liberando una toxina potentísima llamada moroidina. El Gimpi-Gimpi pertenece a la misma amplia familia de plantas que las ortigas, las Urticaceae. De hecho, el funcionamiento de su picadura es parecido al de la pequeña planta que conocemos en Europa, solo que varios órdenes de magnitud más potente. El árbol es el más tóxico de la familia Dendrocnide y su veneno causa un dolor atroz y una inflamación cutánea que puede durar días o incluso semanas

La profesora Irina Vetter y el Doctor Thomas Durek, del Instituto de biología molecular en la Universidad de Queensland, en Australia, estaban intrigados por las propiedades de la Moroidina. La toxina se había estudiado antes y su potencia es equivalente a la de algunas arañas y caracoles marinos. Sin embargo, aún quedaban misterios sin resolver en relación a la sustancia, y uno de ellos era la duración extremadamente larga de sus efectos. Ninguno de los compuestos encontrados hasta ahora en la moroidina provocan un dolor tan duradero.

Nuevos análisis realizados por Vetter, Durek y sus equipos han servido para aislar la molécula responsable de esta retorcida tortura. Se trata de un tipo de proteína desconocido hasta ahora al que sus descubridores han bautizado como gimpéptidos en honor a la planta.

Los gimpéptidos se doblan de una forma que encaja con los receptores del dolor de una forma especial. Lo que hacen básicamente es alterar los canales de sodio de las neuronas sensoriales de manera permanente. Lo que explica que haya personas que aseguran seguir notando molestias meses o incluso años después de haber tocado la maldita planta. El descubrimiento de esta nueva molécula no solo es interesante de por sí. Entender el funcionamiento de la molécula abre la puerta a todo tipo de nuevos tratamientos contra el dolor. [Universidad de Queensland vía New Scientist]

Fuente: es.gizmodo.com