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La fragilidad de los peces con manos

La extinción de una especie de esta familia marca un triste hito

La humanidad ha creído desde siempre que la vastedad del océano impedía hacer mella en él. Pero hoy sabemos que la actividad humana destruye hábitats marinos esenciales, contamina peligrosamente las aguas y acidifica los ambientes marinos. La sobrepesca y la caza abusiva han alterado las cadenas tróficas y han puesto a muchas especies animales en grave peligro y condenando a otras a la extinción, como la vaca marina de Steller. Este pasado marzo, la especie Sympterichthys unipennis se ha convertido oficialmente en el primer pez marino de la era moderna que ha sido declarado extinto.

La familia a la que pertenece, los braquionictíidos, o peces con manos, está constituida por 14 peculiares especies bentónicas emparentadas con los demonios marinos o peces anzuelo. A diferencia de la mayoría de los peces, carecen de fase larvaria y apenas se desplazan en su vida adulta, características que los hacen vulnerables a los cambios ambientales, según Graham Edgar, ecólogo marino en la Universidad de Tasmania. «Pasan la mayor parte del tiempo inmóviles sobre el lecho marino, con algún aletazo ocasional de pocos metros cuando se les molesta. Y como no pasan por una fase de larva son incapaces de dispersarse a otros lugares. Es por eso que las poblaciones de braquionictíidos están muy localizadas y son vulnerables a las amenazas», explica Edgar. Añade que en 1996, otra especie, el pez con manos moteado (Brachionichthys hirsutus) fue el primer pez marino clasificado como en peligro crítico en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.

Se presume que S. unipennis era abundante antaño, pues fue uno de los primeros peces descritos por los exploradores europeos en Australia. Ahora nadie ha visto ninguno desde hace más de un siglo, pese a las reiteradas búsquedas en su área de distribución conocida (algunas a cargo del propio Edgar y sus colaboradores). Las directrices de la Lista Roja definen oficialmente «extinto» cuando «no queda ninguna duda razonable de que el último individuo vivo ha muerto». Edgar y los miembros del Equipo Nacional de Recuperación de los Braquionictíidos de Australia no tuvieron más remedio que llegar a esa conclusión a inicios de año, así que en la Lista Roja ha sido clasificado como extinto. No están seguros de lo que ha acabado con él, pero otras especies afines de la región están amenazadas por la pesca de arrastre, la contaminación y el cambio climático.

Edgar afirma que otros tipos ya podrían haber desaparecido, si bien aún no es posible afirmarlo con rotundidad. Y muchos más están en peligro crítico. «Quizá resulte difícil concebir por qué podría ser importante un animal pequeño que ocupa un nicho mínimo en un lugar que pocas personas verán en su vida. Pero ahora mismo una enzima obtenida de un raro microbio extremófilo se está usando en las pruebas que diagnostican la COVID-19», reflexiona Katie Matthews, directora científica de la organización conservacionista Oceana. «La biodiversidad es importante, aunque no podamos verla con nuestros ojos.»

Estas noticias deberían ser una llamada de alerta: «Otras especies de peces con manos están amenazadas, pero con medidas acertadas podríamos paliar ese riesgo», concluye Matthews.

Fuente: investigacionyciencia.es