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La ciencia explica por qué los aviones no vuelan en línea recta

Las aeronaves realizan vuelos con una trayectoria curva en lugar de lineal, pero existe un motivo científico que lo avala, según los expertos

Millones de personas cogen un avión todos los días, independientemente del destino y si se trata de un vuelo nacional o internacional. Los pilotos tienen estudiada con anterioridad a los vuelos la ruta que realizan, y curiosamente, las rutas se realizan en forma de curva, y no en línea recta. Aunque parezca que se recorren más kilómetros, lo cierto es que hace que los viajes sean más cortos, y existe una razón científica que lo explica.

El número de vuelos que se realizan cada día varía. Antes de la pandemia, que provocó una parada y reducción drástica de los vuelos, se estimaba que había alrededor de 100,000 vuelos comerciales diarios a nivel mundial. A día de hoy, se estima que se han recuperado estos niveles tras la relajación de medidas y una vez que se ha dejado atrás la pandemia.

Que los aviones no vuelen en línea recta se debe a diversas razones prácticas y de eficiencia, todas ellas relacionadas con la seguridad, la economía de combustible y las condiciones meteorológicas, así como la estructura del espacio aéreo.

Por qué los vuelos toman rutas curvas y no en línea recta: la razón está en las matemáticas y la física

La curvatura, asimismo, se debe a las matemáticas y la física básica, ya que la circunferencia de la Tierra es mayor alrededor del ecuador que en latitudes más altas o bajas debido a su forma esférica. Por ello, la distancia más corta entre dos puntos en la superficie terrestre no es una línea recta en el segundo plano, sino un arco de un gran círculo. Esto explica que en un mapa plano, estas rutas pueden parecer curvas, pero en un globo son la distancia más corta.

Así, un vuelo entre Nueva York y Londres podría parecer que debería ser una línea recta sobre el Atlántico, pero la ruta más corta en un globo sigue un arco hacia el norte, que hace que dicho vuelo pase cerca de Groenlandia, con lo que se conoce como la «ruta del gran círculo». En un mapa plano, puede parecer una ruta más larga, pero nada más lejos de la realidad.

De esta forma, los planes de vuelo se trazan antes de despegar, y pueden variar también por otros motivos como el clima, el viento o las corrientes en chorro. Los pilotos deben desviar sus rutas en los momentos en los que puedan haber turbulencias y tormentas para evitar un vuelo peligroso, así como consideran los vientos en altitud. Volar con viento de cola puede reducir significativamente el tiempo de vuelo y el consumo de combustible, mientras que volar contra el viento puede aumentarlos.

Las aerolíneas planifican rutas que optimizan el uso del combustible y reducen costos, pero también deben tener en cuenta el espacio aéreo de cada país. Algunos países cuentan con restricciones, lo que obliga a algunos aviones civiles a evitar estas áreas. En otros casos, la imposibilidad de acceder al espacio aéreo de un país se debe al terreno montañoso, inhóspito o a una situación de guerra, que puede influir en la ruta de los vuelos.

Asimismo, también se debe tener en cuenta la gestión del tráfico aéreo. En el cielo, hay una cantidad de vuelos ocurriendo al mismo tiempo, especialmente en rutas populares. Los controladores de tráfico coordinan y optimizan cada uno de los vuelos, garantizando un transporte seguro y fluido. Esto hace que en ocasiones, nuestro vuelo puede verse retrasado por la saturación de vuelos que sucedan al mismo tiempo para evitar colisiones o mantener un flujo ordenado del tráfico.

Fuente: larazon.es