A la caza del virus desconocido que amenaza a la humanidad
El virus que provoque la siguiente gran pandemia puede estar agazapado en el interior de un animal, esperando su momento para saltar al primer humano. Eso parece que ocurrió con la última epidemia de ébola cuando un niño se infectó jugando con un murciélago. La próxima vez que eso suceda, los responsables de salud pública comenzarán a trabajar para contener la propagación y se empezarán a diseñar vacunas y fármacos para combatir el microorganismo. Pero, en ese momento, ya será un poco tarde y los científicos tienen planes para adelantarse a la próxima amenaza. Ese es el objetivo del Global Virome Project (GVP), una iniciativa presentada recientemente en la revista Science que arrancará en 2018 y pretende identificar más de un millón de especies de virus durante la próxima década. Esa información ayudará a comprender mejor la diversidad ecológica de los virus y conocer sus estrategias para saltar de unos animales a otros para provocar pandemias.
Desde que se identificó el primer virus humano, el que provoca la fiebre amarilla, en 1901, se han descubierto 263 virus que infectan a nuestra especie. Los responsables del proyecto, liderado por la ONG EcoHealth Alliance y USAID (la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional), calculan que quedan por descubrir alrededor de 1,67 millones de especies que habitan dentro de mamíferos y aves, los huéspedes más habituales de estos microorganismos. De esos, estiman que entre 631.000 y 827.000 tienen potencial para infectar a humanos.
Desde 2009, la USAID ha desarrollado un proyecto piloto de grandes dimensiones bautizado como Predict con el que quería evaluar si es factible mitigar pandemias de forma preventiva. Ha supuesto una inversión de 170 millones de dólares para construir 60 laboratorios y entrenar en técnicas para utilizarlos a más de 3.000 personas en 35 países. Esta nueva fase, identificar todas las especies víricas y evaluar el riesgo de que saltasen desde su huésped animal a nosotros, costaría, con los protocolos y la tecnología actual, más de 7.000 millones de dólares. Sin embargo, los autores del artículo explican que sería posible identificar el 71% de los virus durante los próximos 10 años por unos 1.200 millones de dólares porque al principio es más fácil la pesca. Los costes se multiplicarían para encontrar los virus más exóticos y los autores consideran que ese dinero “estaría mejor empleado en financiar medidas para combatir las amenazas más probables”.
Además de “estudiar los lugares más recónditos de la fauna silvestre para detectar virus no identificados, habrá que ver cómo se derivan datos y conocimiento para saber cuáles de ellos suponen un riesgo mayor para los humanos”, explica Miguel Ángel Jiménez-Clavero, investigador del Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias (INIA) y especialista en este tipo de amenazas. Serán necesarios “estudios funcionales que permitan inferir estas características, saber a partir del comportamiento in vitro si va a ser más o menos peligroso para nuestra especie”, señala Jiménez-Clavero. “Por ahora ese tipo de pruebas solo están disponibles para algunos virus como el SARS y el MERS”, añade.
Los impulsores de la iniciativa comparan el GVP con el Proyecto Genoma Humano, que se convirtió en un catalizador para la innovación tecnológica que posibilitó la medicina personalizada que ahora se empieza a hacer realidad. Además de acelerar el desarrollo de tecnologías que faciliten el descubrimiento de patógenos, el conocimiento acumulado durante la realización del proyecto permitirá diseñar mejores estrategias para controlar los brotes y es posible que ofrezca hallazgos inesperados, como virus que provoquen tumores o problemas mentales hasta ahora mal entendidos.
En esta época de movilidad sin precedentes, el ritmo al que los virus saltan de animales a humanos se está acelerando, produciendo un incremento exponencial del riesgo de nuevas pandemias y de sus impactos económicos. Los riesgos de la falta de conocimiento están bien ilustrados por epidemias como la del VIH. Aquel virus, que ya ha infectado a 75 millones de personas, pasó de chimpancés a humanos en los años veinte en Kinsasa, la capital de la República Democrática del Congo. Fueron necesarias seis décadas para que en 1981 la medicina identificase una enfermedad que se había expandido sin oposición por África, oculta entre las miserias del continente. El GVP puede hacer que la próxima vez que pase algo parecido la humanidad esté mejor preparada.
Fuente: elpáis.com