Investigadores de Princeton descubren que plantas de tratamiento de aguas residuales emiten el doble de gases de efecto invernadero de lo estimado

Las plantas de tratamiento emiten aproximadamente el doble de gases de efecto invernadero de lo que se pensaba: 1.9 veces más óxido nitroso y 2.4 veces más metano.

  • Plantas de tratamiento de aguas residuales, foco de emisiones invisibles.
  • Emisiones reales de metano y óxido nitroso, muy subestimadas.
  • Medición directa en 96 plantas, resultados alarmantes.
  • Solo unas pocas plantas generan la mayor parte del problema.
  • Oportunidad clara: reducir emisiones, mejorar eficiencia, generar energía.
  • Legislación e innovación tecnológica, claves del cambio.

Una fuente silenciosa de contaminación climática

Las plantas de tratamiento de aguas residuales, indispensables para la salud pública y la protección de ecosistemas acuáticos, han pasado desapercibidas en la lucha contra el cambio climático. Un nuevo estudio liderado por la Universidad de Princeton revela que estas instalaciones emiten cerca del doble de gases de efecto invernadero de lo que se había estimado oficialmente.

Los investigadores, mediante un laboratorio móvil equipado con sensores láser y tecnología de última generación, tomaron mediciones reales en 96 instalaciones que representan el 9 % del tratamiento total de aguas residuales de EE. UU.. Los resultados muestran que las emisiones de metano son 2,4 veces superiores a las calculadas por la Agencia de Protección Ambiental (EPA), mientras que las de óxido nitroso son 1,9 veces mayores.

Ambos gases son extremadamente potentes. El metano tiene un potencial de calentamiento global 84 veces superior al del CO₂ en un horizonte de 20 años, mientras que el óxido nitroso lo supera en unas 300 veces, además de ser el tercer gas de efecto invernadero más relevante tras el CO₂ y el metano.

Impacto climático tangible

Con los nuevos datos, se estima que las plantas de tratamiento son responsables del 2,5 % de las emisiones de metano y del 8,1 % de las de óxido nitroso en EE. UU. Esto representa una contribución significativa a un problema global, especialmente considerando que muchas de estas emisiones no están siendo contabilizadas en los inventarios nacionales ni en los compromisos climáticos.

Ambos gases son responsables de aproximadamente el 22 % del calentamiento global acumulado desde 1850, lo que subraya el rol que juegan estos sectores tradicionalmente ignorados.

El problema está concentrado… y es solucionable

Uno de los hallazgos más relevantes del estudio es que una minoría de plantas genera la mayoría de las emisiones. Esto abre una ventana de oportunidad clara: actuar sobre esas instalaciones puede reducir de forma rápida y eficiente la huella climática del sector.

Muchas plantas fueron construidas hace décadas, a menudo en los años 70, y se han ido ampliando o adaptando con tecnologías diversas y en ocasiones obsoletas. Esto ha creado una mezcla de procesos difícil de controlar, donde las emisiones varían de forma impredecible según la temperatura, la carga contaminante, el diseño de los reactores y la calidad del mantenimiento.

¿Por qué no se había detectado antes?

Hasta ahora, las estimaciones oficiales se basaban en análisis de laboratorio o en modelizaciones con datos limitados. El estudio de Princeton rompe con esa lógica: se centró en mediciones reales hechas en las inmediaciones de las plantas, en distintas estaciones del año y bajo condiciones meteorológicas diversas.

Los investigadores condujeron más de 83.000 km por todo el país, detectando emisiones fugitivas —no visibles a simple vista ni recogidas por los sistemas tradicionales de monitoreo— que salían de tanques de aireación, lagunas de digestión y otras zonas críticas del tratamiento.

El carácter biológico y variable del proceso de depuración hace que incluso pequeñas diferencias en la operación diaria generen grandes fluctuaciones en las emisiones. Por eso, abordarlas requiere una estrategia personalizada y flexible.

De pasivo ambiental a recurso energético

La captura y valorización del metano es una vía prometedora. Muchas plantas ya producen biogás, pero no todas lo aprovechan. Mejorar la eficiencia de digestores anaerobios, invertir en tecnología de captura y generar electricidad o calor renovable puede convertir estas instalaciones en microcentros de energía limpia.

Además, proyectos como el European Green Deal o los recientes cambios legislativos en países como Alemania y Francia están empujando hacia un control obligatorio de emisiones no-CO₂ en infraestructuras críticas. Esto podría traducirse en financiación específica, incentivos fiscales o acceso a fondos verdes para modernizar las plantas y reducir su impacto climático.

Fuente: ecoinventos.com

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