Científicos de Cornell descubren un nuevo mecanismo interno de regulación del agua en hojas, clave para cultivos más resistentes a la sequía.
- Nueva vía de regulación hídrica en hojas.
- Eficiencia del agua sin frenar el crecimiento.
- Sensor AquaDust: medición interna real.
- Oportunidad para cultivos más resistentes.
- Relevancia ante sequías más frecuentes.
Un avance podría permitir que las plantas utilicen el agua de forma más eficiente
Los investigadores de Cornell han identificado una forma de regulación hídrica que hasta ahora había pasado completamente desapercibida, tan elemental que obligará a revisar cómo se enseñan muchos procesos de la fisiología vegetal. Este hallazgo no solo amplía el conocimiento científico: abre una puerta real a desarrollar cultivos capaces de soportar sequías cada vez más intensas sin sacrificar productividad, un objetivo central en la transición hacia una agricultura más resiliente.
Un cambio conceptual inesperado
Durante décadas se asumió que los únicos reguladores del agua en las plantas eran los estomas, esas pequeñas aperturas que funcionan como una compuerta entre la hoja y la atmósfera. Por ellas entra dióxido de carbono y sale vapor de agua. Sin embargo, el nuevo trabajo muestra que existen más mecanismos actuando bajo la superficie, literalmente.
El estudio revela que las membranas de las células fotosintéticas, situadas en el interior de la hoja, desempeñan también un papel esencial en la regulación hídrica. Este ajuste fino, imperceptible desde el exterior, ocurre en las últimas decenas de micras del recorrido que realiza el agua desde la raíz hasta el punto donde finalmente se evapora. Un tramo minúsculo, pero decisivo.
La tecnología que hizo visible lo invisible
Nada de esto habría podido detectarse sin AquaDust, un sensor a nanoescala desarrollado en Cornell. Es un material blando, casi gelatinoso, diseñado para introducirse en los diminutos espacios intercelulares del mesófilo. Allí se expande o se contrae según la disponibilidad de agua, y sus tintes fluorescentes modifican la señal en función del nivel de estrés hídrico.
Esa capacidad de medir el agua dentro de la hoja, en tiempo real y sin destruir el tejido, es lo que permitió detectar que:
- Las células mesofílicas permanecen saturadas.
- Pero los espacios intercelulares pueden secarse de manera extrema.
Esa diferencia crea una resistencia adicional al flujo hídrico, actuando como un segundo regulador independiente de los estomas.
Hasta ahora faltaba un instrumento capaz de registrar cambios tan finos. AquaDust ha llenado ese vacío y, como suele ocurrir en ciencia, una herramienta nueva ha revelado fenómenos que ni siquiera se sospechaban.
Implicaciones para la mejora genética de cultivos
La gran sorpresa del estudio es que este nuevo mecanismo podría mejorar la eficiencia en el uso del agua sin afectar negativamente la entrada de carbono. Es decir, podría permitir que la planta ahorre agua sin frenar su crecimiento.
El equilibrio entre conservar humedad y mantener la fotosíntesis activa es uno de los retos históricos de la biología vegetal. Cuando la sequía aprieta, los estomas se cierran y el crecimiento se resiente. Pero si existe otro punto de control —en este caso, las membranas del mesófilo— se abre la posibilidad de ajustar ese proceso para que la pérdida de agua disminuya mientras la absorción de CO₂ se mantiene.
No se trata de una idea abstracta: el equipo ya colabora con Corteva Agriscience para estudiar cómo aprovechar este rasgo en maíz, un cultivo crítico para la seguridad alimentaria global. Comprender qué genes regulan este mecanismo será el siguiente paso. No es trivial, pero tampoco ciencia ficción. Los programas de mejora modernos ya integran sensores, modelos fisiológicos y edición genética de precisión que permiten avanzar más rápido que hace apenas una década.
Fuente: ecoinventos.com


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