Investigación científica revela que la humanidad está generando la formación de nuevas estaciones en la Tierra
El caso de Tailandia ilustra cómo la intervención humana interrumpe el ciclo natural del río Mekong, generando inseguridad en el acceso a agua y alimentos y amenazando la vida de sus habitantes
Durante siglos, las estaciones sirvieron como una guía confiable para la humanidad, marcando ritmos estables en la agricultura, las festividades y la vida cotidiana. Sin embargo, el impacto de la actividad humana está alterando esos ciclos naturales. El cambio climático y otras formas de intervención en el entorno están provocando que los patrones estacionales tradicionales se desdibujen, volviéndose menos previsibles y, en muchos casos, irreconocibles.
Una investigación reciente plantea que están surgiendo nuevas estaciones, creadas por el ser humano. Estas «estaciones antropogénicas» no responden a los ciclos naturales, sino a acciones humanas como la deforestación y la quema masiva de vegetación.
Las nuevas estaciones en la Tierra causadas por el hombre
Un ejemplo de ello son las llamadas «temporadas de neblina» en el sudeste asiático, donde, durante semanas, el cielo permanece cubierto por el humo generado al preparar terrenos agrícolas en épocas secas. También se ha dado paso a la llamada “temporada de basura” en Bali, Indonesia, cuando entre noviembre y marzo las mareas arrastran toneladas de desechos plásticos a sus playas.
Paralelamente, algunas estaciones tradicionales están desapareciendo por completo. El cambio climático está reduciendo o eliminando fenómenos estacionales clave para la biodiversidad, como la temporada de reproducción de aves marinas en el norte de Inglaterra o el periodo habitual de deportes de invierno en los Alpes, cada vez más corto por la falta de nieve.
Nuevas estaciones alteran el clima, la biodiversidad y la vida de comunidades enteras
Los patrones estacionales que alguna vez ofrecieron estabilidad y previsibilidad están siendo reemplazados por ciclos alterados, como las llamadas «temporadas sincopadas», que imitan los contratiempos de una melodía familiar, interrumpiendo el ritmo tradicional del clima. Estos cambios incluyen veranos más intensos, inviernos más suaves y eventos meteorológicos extremos más frecuentes, generando impactos directos sobre personas, ecosistemas y formas de vida que dependen del equilibrio natural.
A la par, emergen las “estaciones arrítmicas”. Estas nuevas dinámicas implican, por ejemplo, primaveras adelantadas, veranos extendidos e inviernos más breves, lo que interfiere con los ciclos de reproducción, migración y crecimiento de muchas especies. Esta desincronización afecta las relaciones interdependientes entre flora y fauna, provocando consecuencias ecológicas profundas y afectando también las prácticas culturales y económicas de diversas comunidades.
Tailandia, uno de los principales afectados por la acción humana
Un ejemplo claro de este fenómeno se vive en el norte de Tailandia, donde la acción humana ha alterado el ciclo natural del río Mekong, base de subsistencia para muchas comunidades rurales.
La construcción de presas interrumpió el flujo de peces y la distribución de sedimentos fértiles, y más recientemente, el cambio climático ha modificado los patrones de lluvia: las estaciones secas se prolongan, las lluvias son más intensas pero breves, y el riesgo de incendios ha aumentado. Esto deja a los agricultores ante una creciente incertidumbre sobre el acceso a agua y alimentos, reflejando cómo la alteración de las estaciones trasciende el ámbito climático y se convierte en una amenaza directa al sustento humano.
Fuente: larepublica.pe