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El inframundo de la Tierra es real, y un equipo de científicos acaba de crear un mapa del mismo

En las puertas del infierno hay un mensaje que dice “Lasciate ogni speranza, voi ch’entrate”. “Vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza”, lo que es una forma bonita de decir “bienvenido al infierno”. No obstante, existe un inframundo real, aunque con menos perros infernales y menos almas en pena. Los científicos están trabajando en crear un mapa completo de esta región subterránea de la tierra. Un mapa del infierno, más o menos.

La Tierra está compuesta por placas tectónicas, secciones inmensas de corteza y manto que se separan y se aplastan las unas a las otras, ocasionando cosas como el vulcanismo y los terremotos. A través de un proceso conocido como subducción, una placa se puede deslizar debajo de otro, haciendo que una sección de la Tierra descienda hasta el manto. Un equipo de científicos europeos han estado trabajando en el Atlas del Inframundo, un mapa de estas secciones subterráneas, para aprender más acerca del manto y la historia y geografía del inframundo terrestre. El equipo acaba de publicar un informe detallando sus resultados en la revista científica Tectonophysics.

“Ahora podemos rastrear no solo cómo se mueven las placas sobre la superficie, sino también cómo se hunden hasta límite entre el manto y el núcleo”, comentó a Gizmodo Douwe van Hinsbergen, de la Universidad de Utrecht en Países Bajos. “Eso es lo que me parece más genial, que podemos aprender sobre la física en el interior de la Tierra”.

Podrías creer que las placas que se hunden hasta el manto se derriten, pero en realidad se quedan allí durante mucho tiempo y pueden descender hasta 3.000 kilómetros, según explica van Hinsbergen. El equipo describe su nuevo catálogo como “el primer marco de referencia a nivel global para interpretar la estructura del manto en todo el planeta, sus propiedades físicas y cómo se relaciona a la evolución dinámica de la Tierra durante los últimos 300 millones de años”.

Este atlas infernal es el resultado de 17 años de esfuerzos, recopilando datos de diferentes trabajos de investigación en los que fueron tomadas imágenes de las losas terrestres. Para obtener estas imágenes, los investigadores usaron la tomografía sísmica. Esto es algo similar a las imágenes médicas, pero usando ondas que viajan a la velocidad del sonido a través de la Tierra para crear las imágenes, en lugar de ondas de luz que interactúan con superficies.

Los investigadores están usando esta información para contar la historia de muchas de las losas terrestres y sus efectos en el planeta. La losa de Bitterroot, por ejemplo, se encuentra 200 kilómetros por debajo de la región occidental de América del Norte.Los investigadores estiman que la losa podría haber sido subducida entre hace 66 a 46 millones de años, creando un área de actividad volcánica ancestral, la cual ahora puede detectarse a través de las rocas que quedaron en regiones de los Estados Unidos. Las losas más nuevas dejan rasgos más evidentes, como las cordilleras de los Andes y del Himalaya.

Jonny Wu, un investigador de la Universidad de Houston que no está involucrado en el estudio, comentó a Ars Technica que el proyecto del atlas era como el proyecto del genoma humano, pero para la Tierra. “Es como un mapa del genoma humano, por lo que sin duda nos proporciona de una plataforma base para muchos descubrimientos futuros sobre nuestro planeta”.

Es un trabajo que siempre estará evolucionando. “Si observas el primer atlas del mundo, creado en el siglo XVI, fue un trabajo fascinante pero luce muy diferente a nuestro atlas actual”, comentó van Hinsbergen. “Por tanto, creo que nuestro atlas lucirá diferente dentro de 10 o 20 años. Probablemente vamos a encontrar una losa aquí y otra por allá”.

El infierno es real. O bueno, mejor dicho, enormes porciones de tierra son absorbidas al manto mientras el planeta evoluciona, lo que trae consecuencias en la superficie, además de un comportamiento muy complejo del mismo manto. Puedes ver el atlas del inframundo en Atlas–of–the–Underworld.org

Fuente: Tectonophysics via Ars Technica