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El futuro puede influir al pasado según esta nueva teoría cuántica de la retrocausalidad

Sin embargo, desde hace años varios físicos teóricos están tratando de indagar sobre la ‘retrocausalidad’; es decir, sobre la idea de que, a nivel cuántico, sea el futuro el que influye en el pasado (al menos parcialmente). Y no por capricho, sino porque esa clave podría resolver varios problemas cuánticos que aún están en el tintero. Ahora un par de físicos han propuesto una teoría que, bueno, suena razonable.

La física cuántica es rara. De hecho, seguramente se trate de una de las teorías más raras y contraintuitivas que tenemos, pero al menos tiene su ‘orden’. Un orden cronológico, es cierto, pero orden al fin al cabo: el pasado actuaba sobre el futuro como en cualquier esquema básico de la física clásica.

Sin embargo, desde hace años varios físicos teóricos están tratando de indagar sobre la ‘retrocausalidad’; es decir, sobre la idea de que, a nivel cuántico, sea el futuro el que influye en el pasado (al menos parcialmente). Y no por capricho, sino porque esa clave podría resolver varios problemas cuánticos que aún están en el tintero. Ahora un par de físicos han propuesto una teoría que, bueno, suena razonable.

“¡Hola, pasado!”

A nivel de la física cuántica, la retrocausaldiad tiene un significado bastante concreto: viene a decir que cuando un experimentador elige la ‘forma de medir’ una partícula, esa decisión puede influir en las propiedades que tenía la partícula antes incluso de haber tomado la decisión.

Es decir que, aunque no hay ni rastro de viajes en el tiempo o cosas de ese tipo, la idea de que nuestras decisiones puedan tener efectos moleculares en el pasado sigue siendo algo increíble. Tan increíble que muchos físicos aún no se lo creen.

“¿Qué sentido tiene hablar de retrocausalidad?”

Fundamentalmente porque esto tiene consecuencias profundas en la física cuántica. Estamos abriendo la posibilidad de resolver la paradoja de Einstein-Podolsky-Rosen modificando las desigualdades de Bell de tal manera que no solo se tenga en cuenta el determinismo físico y el principio de localidad, sino también la retrocausalidad.

El núcleo del asunto reside en que, como se dieron cuenta Einstein, Podolsky y Rosen, la teoría cuántica o está incompleta o el ‘entrelazamiento cuántico’ viola el principio de la propagación finita de los efectos físicos. Bell creó un planteamiento experimental para estudiar esto y el resultado hasta ahora es que la teoría cuántica funcionaba bien. Es decir, «ninguna teoría física de variables ocultas locales puede reproducir todas las predicciones de la mecánica cuántica».

Los defensores de la otra postura (la de Einstein) siempre han alegado que era posible que en esos experimentos estuviéramos obviando alguna variable oculta que explicara el problema. Pues bien, en la hipótesis de retrocausalidad, esa variable oculta no es local, sino temporal. Por decirlo de alguna manera.

“No basta con parecer razonable en un problema concreto”

El mayor escollo que tiene la retrocausalidad es que requiere una reinterpretación completa de la física cuántica. Es decir, requiere generalizar a todo el aparato teórico la idea misma de retrocausalidad y ver qué ocurre. Eso es lo que están intentando hacer Matthew S. Leifer y Matthew F. Pusey siguiendo una idea original de Huw Price.

No es una tarea que esté muy avanzada porque, justificadamente, la mayoría de los físicos no creen seriamente en la idea de retrocausalidad (al fin y al cabo, a nivel clásico no existe y no hay indicios experimentales que nos lleven a ella).

Así que la primera tarea que tenemos, si queremos ir en serio con esta idea, es muy parecida a la que Bell hizo en su día: plantear un test experimental. Y para eso me temo que aún queda bastante tiempo. Mientras tanto disfrutemos de las rarezas (y maravillas) de la física cuántica.

Fuente: innovaticias.com