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Frotar con fluido vaginal de la madre a bebés nacidos por cesárea mejora su neurodesarrollo

La transferencia de microbiota materna permite mejorar las bacterias y los metabolitos intestinales del bebé

Frotar con fluidos vaginales de la madre a recién nacidos mediante cesárea para transferirles sus bacterias parece beneficiar el desarrollo temprano de los bebés y la formación y maduración de su propia microbiota intestinal. Así se desprende de un estudio publicado hoy en Cell Host & Microbe con los resultados de un experimento destinado a comprobar la eficacia de «sembrar» microbiota vaginal en los bebés que no la adquieren durante el parto.

Los niños nacidos por cesárea suelen tener una composición de la flora intestinal diferente de la de aquellos que nacen por parto vaginal, que empiezan su vida con mayor abundancia de Lactobacillus y de Bacteroides. Ello es así porque los bebés nacidos vaginalmente reciben sus primeras bacterias intestinales a través del canal del parto de la madre, mientras que la microbiota de los nacidos por cesárea está colonizada por bacterias características de la piel de la madre o presentes en la leche materna y en el entorno.

Y aunque esas diferencias tienden a desaparecer con la edad, los investigadores creen que esa microbiota temprana afecta al desarrollo de la inmunidad en el niño y a su riesgo de enfermar o de desarrollar patologías como la diabetes más adelante. Estudios poblacionales y en animales han mostrado que el microbioma juega un papel crucial en el desarrollo inmunológico y neurológico en los primeros años de vida, y cada vez hay más evidencias científicas del estrecho vínculo entre el intestino y el cerebro.

«Existen varios estudios epidemiológicos que demuestran que el nacimiento por cesárea está asociado a un riesgo más elevado de desarrollar posteriormente ciertas enfermedades, sobre todo de tipo inmune como las alergias; nuestra hipótesis de trabajo es que este riesgo asociado al parto por cesárea está parcialmente determinado por la colonización del bebé por bacterias nocivas, lo que conlleva una desestabilización en la producción de metabolitos que son necesarios para el desarrollo adecuado del bebé», explica por correo electrónico José C. Clemente, profesor e investigador de la escuela de medicina de Mount Sinai en Nueva York y uno de los autores del estudio.

De ahí que decidieran probar si era efectivo y seguro transferir por otras vías la microbiota vaginal de la madre a los bebés nacidos por cesárea y qué efectos tenía esa intervención en el fenotipo de los bebés, por ejemplo en su neurodesarrollo, según apunta el autor principal del trabajo, Yan He, de la Suthern Medical University en Guangzhou (China) en un comunicado.

El experimento

Para ello, el grupo de investigadores frotó los labios, la piel y las manos de 32 recién nacidos por cesárea con una gasa empapada en fluidos vaginales de su madre mientras que a otros 36 los frotó con una solución salina para que sirvieran de grupo de control. Y se recabaron muestras de heces 3, 7, 30 y 42 días después de todos ellos y de otros 33 nacidos por canal vaginal para comparar tanto su microbiota como su metaboloma, los metabolitos presentes en ella. Además, se midió su neurodesarrollo a los tres y a los seis meses a través de un cuestionario a las madres sobre diferentes acciones que era capaz de realizar el bebé.

Y constataron diferencias significativas tanto en las bacterias que colonizaban su intestino como en sus capacidades.

Los resultados

«Observamos sobre todo un incremento de los Lactobacillus en los bebés impregnados con fluidos vaginales, aunque también hay un enriquecimiento en al adquisición de Escherichia y Bifiobacteria», resume Clemente.

Y explica que la presencia de los Lactobacillus significa que hay una transferencia efectiva de los fluidos vaginales y la adquisición acelerada de Eschericia y Bifidobacteria podría indicar que el microbioma de esos bebés está siguiendo los mismos patrones de desarrollo que de los nacidos por parto vaginal. «Es decir, que estamos reproduciendo lo que ocurre en el parto vaginal», apunta.

En el grupo de control, en cambio, observaron una persistencia de Klebsiella, una bacteria que en estudios previos se ha asociado con respuestas pro-inflamatorias del organismo y una menor producción de moléculas neuroprotectoras.

A los 3 y los 6 meses tienen mejores habilidades motoras y de comunicación
José C. Clemente. Investigador, profesor Escuela Medicina Icahn en Mount Sinai

A estas diferencias en flora bacteriana se suman otras observadas en el neurodesarrollo. «Tanto a los tres como a los seis meses se observa una mejora significativa en el grupo de bebés impregnados con fluidos vaginales respecto al grupo de control, en particular lo referido a sus capacidades de comunicación y habilidades motoras», detalla el investigador de la Escuela de Medicina de Mount Sinai.

También detectaron varias diferencias en los perfiles de metabolitos de cada grupo. Los niños impregnados con fluidos vaginales tenían más ácido láctico y GABA, un importante neurotransmisor, lo que podría explicar parte de la mejora en su neurodesarrollo.

Por otra parte, dice Clemente, a pesar de haber expuesto a los recién nacidos a bacterias, «no observamos un mayor riesgo asociado con la exposición a fluidos vaginales comparado con el grupo de control», de modo que la intervención se considera segura además de beneficiosa.

El experimento era de los denominados de triple ciego, es decir, que ni los participantes ni los investigadores y evaluadores sabían quién había sido sometido a intervención y quién era grupo de control, lo que otorga mayor robustez a la evaluación de los resultados.

No obstante, los investigadores reconocen que la muestra sobre la que han hecho su estudio es pequeña y será necesario llevar a cabo estudios más amplios para confirmar estos resultados y que este tipo de intervenciones se incorporen a la práctica clínica habitual de los partos por cesárea.

Fuente: lavanguardia.com