Estudian cómo se arrugan los dedos en el agua y encuentran una respuesta sorprendente
El proceso biológico por el que sucede ha sido ampliamente documentado. Sin embargo, hasta ahora se pensaba que los patrones dibujados eran fruto del azar
Las arrugas que aparecen en los dedos tras estar sumergidos en agua no son fruto del azar ni se generan de manera aleatoria. Una reciente investigación desarrollada por la Universidad de Binghamton y publicada en la revista Journal of the Mechanical Behavior of Biomedical Materials, ha demostrado que estas marcas se repiten con sorprendente precisión cada vez que se produce el fenómeno.
El mecanismo por el que aparecen estos pliegues en la piel de los dedos y las manos se conoce desde hace mucho tiempo. Sin embargo, el estudio liderado por el profesor Guy German ha ido un paso más allá al confirmar que se trata de una reacción biológica regulada por el sistema nervioso y que los patrones se repiten. Al disminuir la salinidad en la piel, los vasos sanguíneos se contraen provocando las típicas arrugas.
Como explica el profesor en un artículo publicado en The Conversation, todo comenzó a raíz de una pregunta infantil que impulsó una línea de investigación inesperada: “¿Los pliegues salen siempre en el mismo sitio?”. German reconoció que desconocía la respuesta y decidió ponerlo a prueba junto a la investigadora Rachel Laytin. Para ello, reclutaron a varios participantes para sumergir sus dedos durante 30 minutos. Tras 24 horas, repitieron el experimento bajo las mismas condiciones.
Al comparar las fotografías obtenidas, comprobaron que las arrugas seguían exactamente el mismo dibujo en ambos días. Según explicó German en una nota de prensa, “los vasos sanguíneos no varían mucho su ubicación, por eso los patrones que forma la piel al contraerse son prácticamente idénticos cada vez”. La conclusión fue clara: el cuerpo sigue una estructura constante al generar estas marcas cutáneas.
Un descubrimiento más útil de lo que parece
Durante las pruebas, un estudiante mencionó que tenía una lesión en el nervio mediano. Al participar en el experimento, su piel no se arrugó, lo que apoyó aún más la idea de que se trata de un proceso neurorregulado. “Lo comprobamos con él y no apareció ninguna arruga”, relató German.
Este fenómeno va más allá de la curiosidad: las arrugas temporales mejoran el agarre en superficies mojadas. Se cree que pueden haber sido una ventaja evolutiva, aunque su permanencia podría afectar la sensibilidad táctil o provocar daños en la piel.
La repetición de estos patrones podría tener utilidad práctica. Según los autores, esta información puede ser clave para identificar cuerpos tras catástrofes naturales o en investigaciones forenses, especialmente cuando se han encontrado restos humanos en entornos acuáticos.
“Una simple pregunta ha abierto nuevas puertas a la ciencia”, dijo German, que considera este descubrimiento solo el inicio de muchas otras exploraciones relacionadas con la piel y su comportamiento en condiciones extremas.
Fuente: elconfidencial.com