Estas ratas están aprendiendo a conducir. Lo curioso es que parecen disfrutar no sólo de su recompensa, sino de la propia emoción del viaje
La pandemia demostró que las emociones positivas tienen increíbles efectos en el organismo de estos animales
Kelly Lambert es una neurocientífica que trabaja en la Universidad de Richmond y que lleva años trabajando con ratas en su laboratorio. Desde hace tiempo sabe que estas son capaces de aprender a acelerar un coche fabricado a partir de piezas rudimentarias y que, además, también son capaces de hacerlo girar. Sin embargo, ¿es posible que estos animales no solo busquen su recompensa, sino también anticipen la emoción de un viaje en coche?
Ratas a la carrera
Kelly comprendió hace años que las ratas que se encuentran en entornos ricos en estímulos aprenden más rápido que aquellas que pasan más tiempo en sus jaulas. De hecho, en un artículo publicado en la revista científica Behavioural Brain Research habló acerca de cómo estos ambientes mejoran la neuroplasticidad del cerebro, es decir, la capacidad extraordinaria de nuestro órgano para transformarse y reconfigurar su estructura.
Si ya era curioso comprobar cómo las ratas utilizadas por Kelly Lambert eran capaces de acelerar sus pequeños coches, imagínate toparse con un comportamiento que nunca antes se había observado y que puedes ver en el vídeo que te mostramos bajo estas líneas: las ratas tenían tantas ganas de conducir, que aceleraban los vehículos mucho antes de que estos estuviesen posados en el suelo. ¿Cómo es posible?
Tenemos que viajar hasta verano de 2020, en plena pandemia mundial. Kelly entró una mañana en su laboratorio y se dio cuenta de que las ratas corrían hasta las rejas de la jaula de la misma manera que un perro se emociona cuando sabe que va a salir a la calle. ¿Podía ser un comportamiento similar a la alegría que experimenta el ser humano? Para comprobarlo, junto con su compañera Kitty Hartvigsen, diseñaron un protocolo nuevo.
Se colocaba un bloque de Lego en las jaulas de las ratas 15 minutos antes de que estas recibiesen una recompensa en forma de Froot Loop, un cereal típico estadounidense. Además, dentro de un programa denominado Espéralo, también tenían que esperar en su jaula de transporte antes de entrar al área de juegos y debían pelar sus pipas antes de comérselas. Hubo ratas de control que recibían los estímulos de manera directa, por cierto.
Pasó un mes y se empezó a comprobar cómo las ratas respondían a experiencias positivas y cómo aprendían y se comportaban. Se verificó que las ratas que tienen que esperar cambian de un estilo cognitivo pesimista a uno optimista, además de que eran más aptas con tareas cognitivas y más arriesgadas en estrategias de resolución de problemas. Pero algo más llamó la atención de los investigadores.
Tal y como puedes ver en la imagen publicada en la página web The Conversation, una de las ratas en el grupo de experiencias positivas mostró su cola con una ligera curvatura. La respuesta llegó a través de redes sociales y se denomina cola de Straub. Esto suele suceder en ratas a las que se les ha administrado morfina y también está asociado a la dopamina.
Es por ello que esta forma de la cola es una manera más de conocer que las ratas están expresando su alegría a través del cuerpo. Dado que no se puede hacer una encuesta entre las ratas para saber si les gusta conducir, un último experimento dejó claro este punto.
A tres ratas se les dio la opción de poder conseguir su comida a pie y la sorpresa fue mayúscula: dos de ellas decidieron volver atrás a por su coche y regresar motorizadas a la recompensa. Destino y trayecto son realmente excitantes para estos animales de laboratorio y esto demuestra que no estamos solos a la hora de disfrutar de las experiencias de la vida.
Fuente: mundodeportivo.com