El terremoto de septiembre de 2017 en México fue tan fuerte que partió una placa tectónica
El devastador terremoto que sacudió a México en septiembre del año pasado resultó ser aún más inusual de lo que creíamos. No solo alcanzó la magnitud 8.2 y acabó con la vida de más de 300 personas, sino que también ha sido tan fuerte que ha partido una placa tectónica. Los resultados de la investigación han sido publicados en Nature Geoscience.
«Si lo consideras como un enorme bloque de vidrio, esta ruptura causó una grieta grande y abierta», dijo el sismólogo Diego Melgar de la Universidad de Oregon a National Geographic. «Todo indica que se ha roto todo el ancho».
El terremoto de Tehuantepec o Puebla-Morelos tuvo lugar en el Océano Pacífico, en la costa oeste de México. A lo largo de esa costa hay una frontera tectónica, entre la Placa de Cocos en el océano y las Placas de América del Norte, el Caribe y Panamá que conforman la masa terrestre de América Central. Debido a eso, es usual que existan sismos cuando el borde de la Placa de Cocos se mueve debajo de las placas continentales.
Un tipo raro de terremoto
Sin embargo, los terremotos de septiembre del año pasado, fueron de un tipo bastante extraño: terremotos de «flexión». Estos comienzan normalmente, con las placas tectónicas colisionando y luego una comienza a deslizarse debajo de la otra.
«Pero entonces, justo cuando [la Placa del Coco] comienza a sobresalir por debajo del continente mexicano, la placa, que está hecha de rocas densas y pesadas, revierte su curso. Se inclina hacia arriba y se desliza horizontalmente debajo de la placa donde se encuentra México. Esta configuración continúa durante aproximadamente 200 km o más», explicó el sismólogo Xyoli Pérez-Campos, de Melgar y la Universidad Nacional Autónoma de México. «Luego, debajo del estado de Puebla, justo al sur de la Ciudad de México, a una profundidad de aproximadamente 48 km por debajo del suelo, la placa subducida cambia bruscamente de dirección una vez más. Se sumerge casi verticalmente hacia abajo, hundiéndose en el manto de la Tierra».
Esto dobla la placa tectónica como si fuera un trozo de madera y la termina por romperla causando el violento movimiento, los cuales son llamados como terremotos intraplaca, porque ocurren a una distancia considerable del límite de la placa tectónica.
Una vez más, sin embargo, el terremoto de Tehuantepec fue diferente. Cuando doblas un objeto, el exterior se estira, mientras que el interior se comprime. Por lo tanto, es lógico pensar que una ruptura sísmica intraplaca solo afectaría la parte superior de la placa tectónica. Pero Melgar y su equipo encontraron que la placa de Cocos se rompió incluso a través de la parte inferior a una profundidad de 80 kilómetros, hasta la parte que se debería haber estado comprimiendo.
Sin embargo, en la parte inferior de la placa tectónica, las temperaturas alcanzan los 1.100 grados Celsius. Esto debería hacer que la roca sea demasiado blanda y elástica como para romperse; pero, según los datos del equipo, la ruptura ocurrió.
Dos hipótesis
El equipo maneja dos posibles explicaciones. La primera es que la fuerza gravitacional que jala de la placa tectónica hacia abajo lo está haciendo con la fuerza suficiente como para contrarrestar la elasticidad de la roca. La segunda es que el agua de mar puede haberse filtrado en la falla enfriando los minerales y aumentando su fragilidad.
«El deslizamiento profundo hasta la geotermia de 1.100°C requiere una desviación sustancial del modelo térmico de referencia, lo que sugiere una inyección muy profunda de fluidos desde arriba y el enfriamiento de la falla», escribieron los investigadores. «Esto indica que la penetración de fluidos es mucho más profunda de lo que cualquiera de los modelos u observaciones han sugerido anteriormente. Alternativamente, un proceso independiente del agua que aumenta el rango de temperaturas posibles para el deslizamiento del terremoto hasta 850°C podría inducir inestabilidades de calentamiento en las zonas de cizallamiento localizadas», agregan
El epicentro del terremoto de Tehuantepec estaba en el lado terrestre de la falla y fue devastador: destruyó edificios, mató al menos a 98 personas e hirió a muchas más. También generó un tsunami, con olas que alcanzaron 1.75 metros. Si el epicentro del terremoto hubiera estado en el lado del océano, eso podría haber sido aún más devastador, produciendo olas de 20 metros.
Estos hallazgos son un paso adelante en la comprensión de la compleja geología de México. Pero todavía no se sabe con qué frecuencia pueden ocurrir los terremotos «de flexión», ya sea una vez cada siglo o cada década. Lo único que le queda a hacer a México es prevenir.
Fuente: nmas1.org