Ciencia

El origen de la capacidad fotosintética en una ameba

La vegetación es mayormente verde debido a que las algas y las plantas fotosintéticas contienen clorofila, un pigmento verde que refleja las longitudes de onda verdes de la luz. La capacidad fotosintética de los vegetales surgió de un antiguo «robo» que se cometió hace unos 1.500 millones de años. En esa época, un ancestro evolutivo de los vegetales actuales rodeó y absorbió una bacteria fotosintética, reduciéndola a un cloroplasto, un plasto con clorofila. Los plastos son orgánulos que, como los órganos en el cuerpo humano, constan de estructuras que contienen ADN y tienen funciones específicas, en este caso la fotosíntesis.

El proceso descrito, por el cual el citado ancestro incorporó una bacteria en su interior y ambas formas de vida comenzaron a funcionar como una sola, se llama endosimbiosis primaria, y alteró la vida en la Tierra al permitir el surgimiento de animales que dependen de la vida vegetal.

La teoría de la endosimbiosis posee una historia científica interesante. En 1895, el naturalista alemán Robert Lauterborn escribió un artículo sobre la Paulinella chromatophora, una ameba que él descubrió, y sobre su hallazgo de material celular vegetal dentro de ella. Tenía dos grandes plastos en forma de salchicha llamados cromatóforos, que facilitan la fotosíntesis. Lauterborn sugirió que esto podía representar la simbiosis, o colaboración, entre dos células, y este descubrimiento ayudó al desarrollo de la teoría de la endosimbiosis.

Sin embargo, durante las décadas posteriores, los científicos no pudieron hallar ni cultivar células de Paulinella procedentes del entorno. La situación cambió cuando, hace unos 20 años, Michael Melkonian consiguió aislar la ameba y la cultivó en Colonia, Alemania. Mientras tanto, la ciencia de la genómica ha estado mejorando mucho en los últimos años, permitiendo a los investigadores resolver los misterios de la Paulinella.

En el nuevo estudio, el equipo internacional de Debashish Bhattacharya, de la Universidad Rutgers en Estados Unidos, ha resuelto el misterio de cómo la pequeña ameba, la Paulinella, cometió un «robo» parecido al acontecido hace 1.500 millones de años. Hace unos 100 millones de años, un antepasado evolutivo de la ameba absorbió una bacteria con capacidad fotosintética, mantuvo viva esa célula y aprovechó sus genes para la fotosíntesis.

Valiéndose de la información obtenida de este caso de endosimbiosis, los investigadores estuvieron en condiciones de intentar responder a una pregunta crítica sobre la endosimbiosis que ha carecido de respuesta convincente durante muchos años. Se sabe que las células que son mantenidas dentro de otras células ya no pueden compartir su ADN con su propia especie y tienden a acumular muchas mutaciones en su genoma, lo que lleva a su desaparición. ¿Cómo puede entonces perdurar una estructura importante de la célula apresada?

 El análisis de los datos genómicos de la Paulinella mostró que cada vez que la estructura crítica perdía un gen, la ameba lo reemplazaba con otro con la misma función.

Fuente: noticiasdelaciencia.com