El nuevo hormigón que facilita la construcción a los albañiles: hecho a base de conchas para tener rascacielos más fuertes

Unos investigadores crean un nuevo hormigón hecho con polvo de conchas marinas de vieira que ayuda a reducir las emisiones de CO2

El hormigón es uno de los materiales de construcción más utilizados en España y todo el mundo debido a su maleabilidad, bajo coste, gran resistencia y secado. Un elemento hecho a base de cemento, arena y gravas o piedras que cuenta con versiones más avanzadas: desde uno que se endurece al instante hasta otro que resiste grietas o uno nuevo hecho de conchas marinas.

Un equipo de investigadores de la Universidad del Este (UEL) de Londres (Reino Unido) ha creado un nuevo hormigón ecológico que está hecho de conchas marinas, reduce las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y que podría ayudar a construir rascacielos más fuertes y a mejorar el trabajo a los albañiles.

Las conchas marinas habitualmente se tratan como residuos. Sin embargo, este nuevo estudio publicado en la revista Construction Materials (MDPI) demuestra que se pueden transformar en un ingrediente de hormigón bajo en carbono, lo que ayudaría a reducir considerablemente las emisiones de CO2.

Cabe señalar que la producción de cemento, un elemento clave de la mezcla del hormigón, es uno de los materiales más contaminantes del mundo que es responsable de alrededor del 7 % de las emisiones mundiales de dióxido de carbono; mientras que este nuevo material lo reduce hasta un 36 %.

Hecho con conchas marinas

Los investigadores han centrado su estudio en las conchas marinas de vieira desechadas que, al molerlas, se obtiene polvo fino que han utilizado para sustituir por parte de la mezcla de cemento. Con esto lograron reducir las emisiones de carbono manteniendo intactas la mayoría de las características principales del hormigón.

El estudio, denominado ‘Investigación experimental de hormigón con bajo contenido de carbono usando polvo de conchas marinas molidas como relleno y sustituto parcial del cemento’, ha demostrado que las conchas pueden actuar como relleno y sustituto parcial del cemento una vez procesadas en dos grados de polvo fino.

«El hormigón está en todas partes y, por lo tanto, su huella de carbono es enorme. Lo que hemos demostrado es que algo tan común como las conchas desechadas puede reducir significativamente esas emisiones», ha indicado en un comunicado Ali Abass, profesor de la UEL y líder del estudio.

«Con niveles moderados de reemplazo, el hormigón se comporta muy bien, lo que significa que esto podría ampliarse en entornos reales», ha continuado Abass. Los investigadores han indicado en su estudio que el análisis microestructural realizado ha sido gratificante.

Este análisis reveló que las capas ricas en calcio ayudan a refinar la estructura de los poros del hormigón y favorecen la formación de compuestos aglutinantes adicionales, lo que, a su vez, permite unos mayores beneficios de rendimiento.

«Cada año se producen millones de toneladas de residuos de conchas en todo el mundo, y la mayoría no tiene un destino útil. Si pudiéramos desviar incluso una fracción de esa cantidad hacia materiales de construcción bajos en carbono, las ganancias ambientales podrían ser significativas. Es una idea sencilla con un gran potencial para transformar parte del sector», ha afirmado Abass.

Un gran potencial

Los investigadores han señalado que su nuevo hormigón posee un gran potencial de adopción en el sector de la construcción, especialmente a medida que se generalizan normas ambientales más estrictas y se presentan informes de emisiones de carbono durante todo el ciclo de vida.

En su estudio, los científicos han indicado que, ante la creciente presión sobre las empresas contratistas de infraestructura y construcción para descarbonizar las cadenas de suministros, usar residuos de origen natural ofrecería una vía accesible para lograr reducciones mensurables.

Los investigadores consideran que si más ensayos industriales confirman la confiabilidad del material a gran escala, el hormigón derivado de las conchas marinas podría «respaldar un cambio hacia modelos económicos más circulares, en los que los flujos de desechos de una industria alimentan directamente a otra».

De hecho, el profesor Ali Abass ha asegurado que «un futuro en el que el subproducto costero de ayer se convierta en la columna vertebral estructural del mañana no es descabellado: es práctico, rentable y cada vez más necesario». La prioridad de los investigadores pasa ahora por comprobar cómo responde el material en contextos de obra reales.

Un hormigón que presenta otras ventajas, como que los residuos marinos tienden a concentrarse en zonas bien delimitadas, como pueden ser puertos, lo que facilita el desarrollo de cadenas de suministro locales y más estables. Además, el uso de residuos marinos podría transformarse en una herramienta más para combatir la crisis climática.

Este material se podría usar en escuelas o viviendas sociales, que son proyectos con metas de carbono reducido, y sería posible combinarlos con otros aditivos de baja emisión —como cenizas— para maximizar la reducción de CO2 sin que el rendimiento se vea afectado.

Fuente: elespanol.com

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