El misterioso sarcófago de granito de Alejandría guardaba las momias de dos hombres y una mujer
La luz comienza a arrojar certezas sobre el sarcófago de granito negro hallado hace un mes en un solar de la ciudad mediterránea de Alejandría, cuyo descubrimiento hizo correr ríos de tinta y alimentó disparatadas teorías. Los primeros análisis a los que han sido sometidos los tres esqueletos rescatados del ataúd han revelado algunas pistas de los finados. Se trata de dos varones y una mujer. La difunta tenía entre 20 y 25 años y su estatura no superaba los 164 centímetros. Los hombres, en cambio, tenían entre 35 y 39 y entre 40 y 44 años respectivamente.
El primero medía entre 160 y 165,5 centímetros mientras que el segundo oscilaba entre los 179 y 184,5 centímetros. Las tres momias, dañadas por una filtración de aguas residuales de las viviendas cercanas del barrio alejandrino de Sidi Gaber, habían permanecido dos milenios confinadas en un sarcófago de entre 20 y 30 toneladas y fueron localizadas mientras una constructora horadaba el suelo.
El examen preliminar, realizado durante el proceso de drenado del ataúd y levantamiento de los cuerpos, descartó que los cadáveres tuvieran conexión alguna con la familia real que gobernó Egipto durante la época ptolemaica (332 a.C.-30 d.C.). La hipótesis entonces apuntó hacia el enterramiento de tres oficiales del ejército, una versión aún no confirmada tras el análisis de la anatomía de cabezas, pelvis y huesos.
En el interior de las osamentas, los expertos se han topado con una de las sorpresas: la presencia de unos paneles de oro y delicadamente decorados cuyas medidas alcanzan los cinco por tres centímetros. A juicio de Mustafa al Waziri, secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades, los garabatos tallados en las obras podrían aludir a rangos del ejército.
Otro de los misterios que el examen ha empezado a descifrar es la prominente incisión que asoma en la parte trasera de uno de los cráneos. Un agujero de 17 milímetros que, según el equipo, no fue la causa de la muerte del individuo. Para Zeinab Hashish, directora del departamento de restos óseos del ministerio de Antigüedades egipcio, la señal acompañó al difunto durante años y fue probablemente la huella de una trepanación, la práctica médica que conlleva agujerear el cráneo con el propósito de eliminar enfermedades de origen cerebral. “Es una operación de cirugía conocida desde la prehistoria pero era muy rara de encontrar en Egipto”; apunta la experta.
Los contados ejemplos en el Egipto faraónico se almacenan en el museo del hospital Qasr al Eini, en el centro de El Cairo, y en algunas tumbas ubicadas en la necrópolis de Saqqara, al sur de la capital egipcia. En las últimas semanas la misión egipcia a la que fue encomendado el rescate de los cuerpos han limpiado y documentado todos los restos hallados en el sarcófago.
Del análisis tampoco ha escapado el líquido rojizo en el que se encontraban descompuestas las momias entre solicitudes de internet que reclaman a las autoridades locales beber el agua. Según el informe preliminar, el extraño color del agua se debe a la mezcla de aguas fecales que se filtraron con fragmentos de las materiales que sirvieron para envolver los cadáveres. El líquido será objeto de nuevos estudios así como los cuerpos, que serán analizados con ADN y escáneres para tratar de desvelar si existe algún parentesco entre ellos.
La sepultura es una mole de granito negro que mide 265 centímetros de longitud y 185 centímetros de altura. Asomó a principios de julio mientras una excavadora removía las entrañas de un solar a cinco metros bajo tierra en una de las múltiples operaciones inmobiliarias que están arrasando el entramado urbano de la otrora cosmopolita urbe y poblándolo de espigadas y grises torres de apartamentos. Fue esculpido en una piedra procedente de la sureña ciudad de Asuán, a más de mil kilómetros de Alejandría. Su aparición disparó las conjeturas sobre el paradero de Alejandro Magno.
“He recibido muchas llamadas de todos los rincones del planeta preguntando por el sarcófago de Alejandría. No sé por qué es tan importante”, denunció desconcertado Al Waziri. “Es tan solo uno más de los 46 sarcófagos que hemos descubierto durante esta campaña”.
Fuente: elmundo.es