El éxito o el fracaso moldean al cerebro más que la genética o las drogas
El éxito o el fracaso moldean nuestro cerebro mucho más que la genética y las drogas, según el neurocientífico cognitivo Ian Robertson. Autor del libro “El efecto ganador” (2012), Robertson ha encontrado la explicación neurológica que de por qué unas personas ganan más que otras en la vida, ya sea en el deporte, en el juego, en la profesión.
Señala que la química cerebral se altera cuando procedemos a jugar o competir. En ese momento aumentan hasta un 33% los niveles de testosterona en la sangre. Aunque también está presente en las mujeres, la testosterona es una hormona culturalmente asociada a lo masculino. Sin embargo, se sabe menos que también tiene un efecto en las habilidades cognitivas o en las emociones, entre otras funciones.
Según Robertson, que basa su investigación en una compilación de resultados científicos relacionados con las reacciones del cerebro ante el éxito o el fracaso, el aumento de testosterona alimenta la necesidad de perseguir el éxito en la competición o el juego.
Como consecuencia, interviene la dopamina, el neurotransmisor del placer, en este caso asociado al éxito que se pretende. Todo este proceso cerebral desemboca en una actitud competitiva que nos lleva a entrar en el juego o la competición con el propósito de ganar, al mismo tiempo que nos vuelve más seguros y centrados en el propósito de conseguir el premio o la victoria.
Efecto duradero
Este proceso cerebral tiene un efecto duradero en el tiempo, ya que la experiencia lúdica o competitiva, asociada al sistema de recompensa, se almacena en el cerebro y nos anima a repetirla para volver a experimentar la satisfacción de haber ganado. Sin embargo, cuando queda fuera de control, este proceso puede convertirse en adictivo.
Timothy J. Vickery, profesor de Psicología en la Universidad de Delaware (USA), ha añadido nueva información sobre los procesos cerebrales asociados a estas actividades lúdicas o deportivas.
En un artículo publicado en la revista Neuron en 2011, señala que el cerebro dedica una enorme cantidad de energía a estos procesos competitivos, seguramente debido a que estuvieron en pasado de la especie asociados a la supervivencia.
El hecho es que, según este equipo de investigadores, todo el cerebro se implica en conseguir el éxito en la competición o el juego, trascendiendo la idea de que sólo afecta al sistema de recompensa, cuya actividad se refleja únicamente en 16 regiones cerebrales.
El propósito de esta reacción natural tan poderosa es ayudarnos a tomar las mejores decisiones para alcanzar el éxito y disfrutar de la sensación de victoria.
Fuente: tendencias21.net