El cerebro de los centenarios: el secreto detrás de su longevidad y salud cognitiva
Aquellos que alcanzan o superan los 100 años, no solo logran una vida longeva, sino que también presentan un menor número de enfermedades neurodegenerativas en comparación con personas de menor edad
El envejecimiento es un factor de riesgo en muchas enfermedades, sin embargo, para algunas personas cumplir años no es sinónimo de sumar achaques. Quienes soplan cien velas pueden exhibir una mejor función cognitiva y menos morbilidades que grupos poblaciones menos longevos. De ahí que los centenarios sean objeto de estudio en aras de encontrar perfiles que favorezcan una vejez «exitosa o saludable».
Ander Matheu, investigador principal del CIBER de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CiberFES) y jefe del grupo de Oncología Celular del IIS Biogipuzkoa, «existen diversos estudios sobre la cognición y la presencia de enfermedades neurodegenerativas de los individuos centenarios, con datos en algunos casos contradictorios, dependiendo de los grupos poblaciones con los que se ha comparado. Lo que está bastante confirmado es que los individuos centenarios desarrollan menor número de enfermedades neurodegenerativas y que existe un porcentaje de centenarios que llegan a esa edad con mejor cognición que individuos octogenarios».
Una vida tan larga como sana
¿Podría decirse entonces que los centenarios envejecen cognitivamente mejor que los que fallecen en sus 80? «Lo que diría es que la población centenaria tiene un periodo de vida con salud y con cognición más larga, lo que quiere decir que los centenarios están muy bien con 80-90 años (mejor que los que fallecen a esas edades) y lo que suele ocurrir es que la población centenaria sufre un deterioro funcional/cognitivo en los últimos años de su vida. Sería un caso de compresión de morbilidad, donde la longevidad total y la longevidad con salud casi coinciden», matiza Ander Matheu.
Una de las líneas de investigación que desarrolla este grupo se centra en estudiar la biología cerebral de la población centenaria. En un trabajo pionero donde participan varios equipos del CIBER en el IISBiogipuzkoa, y que se ha publicado en la revista Aging Cell, estos científicos han comparado el transcriptoma de muestras de hipocampo de personas centenarias con el del resto de la población mayor e individuos jóvenes. Los resultados han permitido identificar que los centenarios presentan una huella molecular diferencial frente a otros grupos de edad.
La comparación entre ambos, centenarios y no centenarios, ha revelado que las personas que llegan al siglo de vida presentan niveles elevados de genes de la familia de Metalotioneinas.
Detoxificación de metales pesados
«Sobre la familia de Metalotioneinas se conoce que existen 4 isoformas, siendo la 3 específica de cerebro y la 1 presente en todos los tejidos. Nuestros estudios han revelado que ambas están aumentadas en cerebros de personas centenarias», explica Matheu.
La función principal de esta familia de proteínas es la de «mantenimiento de la homeostasis de los metales pesados, por lo que son genes protectores para evitar la acumulación del daño en el ADN y el estrés oxidativo».
El investigador detalla, además, que «se han hecho estudios que los han correlacionado anteriormente con el envejecimiento en modelos animales. En modelos preclínicos, se había visto que la eliminación de las Metalotioneinas provoca efectos negativos a nivel celular y que esto impacta en los tejidos y el organismo provocando envejecimiento prematuro y deterioro cognitivo. Por el contrario, la sobrexpresión de las Metalotioneinas provoca efectos beneficiosos en longevidad. Nuestro estudio traslada estos resultados a personas».
Además, la investigación revela que la expresión elevada de Metalotioneinas se encuentra en la población astrocitaria, células de origen glial cuya función es mantener la homeostasis tisular y proteger a las células neurales. Este hallazgo pone de relieve un mecanismo biológico asociado al mantenimiento de la actividad cognitiva en la población centenaria.
«Históricamente, se ha pensado que el deterioro cognitivo se debía a la pérdida de la población neuronal. Sin embargo, en los últimos años, se está demostrando que alteraciones en la población glial también ocurren durante el envejecimiento y que esto participa también en el deterioro cognitivo. Nuestro estudio va en esa línea, pero confirma esta idea en la dirección opuesta», aclara Ander Matheu, pues «correlaciona mejor cognición con homeostasis astrocitaria».
El trabajo sugiere así que «el mantenimiento de la homeostasis de la población astrocitaria puede ser una estrategia protectora frente al deterioro cognitivo». Para el desarrollo de esta idea, el grupo tiene ahora en marcha una línea de investigación que podría acabar derivando en nuevos tratamientos con los que mejorar el proceso del envejecimiento.
Este trabajo ha contado con la participación del equipo de David Otaegui, del Departamento de Neurociencias de IIS Biogipuzkoa y el CIBER de Enfermedades Neurodegenerativas (CiberNED) junto a Amaia Arranz (Achucarro Instituto de Neurociencias), Marta Arroyo (Universidad del País Vasco) y el grupo de François Guillemot en el Instituto Francis Crick (Londres) y se han llevado a cabo gracias a la financiación de ayudas de la convocatoria Adinberri de la Diputación Foral Gipuzkoa, del Departamento de Salud del Gobierno Vasco y del Instituto de Salud Carlos III.
Fuente: elmundo.es