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El blanco de los ojos de los humanos es un rasgo evolutivo relacionado con el lenguaje, según un estudio

El ojo, sobre todo el humano, no solo permite recibir estímulos, sino también transferir esa información al exterior

Un estudio de la Universidad Nicolaus Copernicus, en Torun (Polonia) sugiere que el color blanco de los ojos de los humanos es un rasgo evolutivo que podría tener una relación con el lenguaje.

Los ojos nos proporcionan la mayor parte de la información sobre el mundo que nos rodea. Pero el ojo, sobre todo el humano, no solo permite recibir estímulos, sino también transferir esa información al exterior.

El seguimiento ocular, que es la tecnología de rastreo de la mirada, se utiliza desde hace múltiples años en medicina, entretenimiento y numerosas áreas de investigación.

¿Y qué se sabe al respecto? El ojo humano tiene una esclerótica extremadamente blanca, que contrasta muy claramente con un iris más oscuro. Se trata de una característica crucial de la especie humana. No hace mucho se consideraba un rasgo que distinguía a los humanos de otros primates. Hace 25 años, la revista ‘Nature’ publicó una tesis rompedora de unos científicos japoneses (Kobayashi y Koshima) que postulaba que los ojos humanos eran especiales por ser blancos y anchos.

Las nuevas investigaciones no confirman la tesis anterior, afirma el doctor Slawomir Wacewicz, profesor del Centro de Estudios de la Evolución del Lenguaje (CLES) de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nicolaus Copernicus. “Ahora sabemos que se trata de una cuestión mucho más compleja, y que la versatilidad es mucho mayor que la postulada por los investigadores japoneses”, afirma.

De hecho, muchas especies de antropoides tienen una esclerótica casi totalmente oscura (por ejemplo, el orangután de Borneo), otras sorprendentemente blanca (por ejemplo, el orangután de Sumatra), y entre los monos bonobos hay enormes diferencias. Hay individuos con manchas oscuras y claras, o con un ojo muy distinto del otro.

Sin embargo, entre los humanos esta característica es muy fuerte: debido a la forma del ojo y a una gran superficie de la esclerótica expuesta su blanco es muy claro, en ambos ojos y en todas las personas. Obviamente, existe una pequeña variabilidad entre poblaciones: algunas personas tendrán una esclerótica más oscura y amarillenta. En general, sin embargo, no se trata de grandes diferencias.

Agresividad en los ojos

Los experimentos demuestran que si en las fotografías el color de la esclerótica se tiñe delicadamente de rojo o amarillo, cambia la percepción de la persona que aparece en la foto. La persona se considera mayor, menos atractiva, menos sana. Estos cambios de color ocurren realmente y están causados por microlesiones o por la acumulación de partículas de grasa en el ojo.

La investigación sobre el aspecto externo del ojo es un campo nuevo, en rápido desarrollo, y aún queda mucho por comprobar. Lo que interesa es la comparación entre los humanos y otros primates, un intento de establecer la presión selectiva que haría posible que el ojo humano tuviera un aspecto atípico, diferente del de otros primates.

Los científicos tienen en cuenta al menos cinco presiones evolutivas, que podrían haber afectado a la decoloración de la esclerótica en los humanos: los individuos con una tonalidad más brillante de esta parte del ojo podrían haber sido seleccionados como más sanos, más jóvenes, más atractivos, menos agresivos y más dignos de confianza. “Nuestra investigación ha confirmado todas estas hipótesis, por lo que aún queda mucho camino por recorrer para llegar a conclusiones”, apunta el experto. Los resultados del experimento se publican en ‘Scientific Reports’.

Los científicos del CLES NCU trabajan en el Jardín Botánico Zoológico de Torun con titíes pigmeos, que son extremadamente cooperativos y tienen una esclerótica bastante brillante, pero muy pequeña y apenas visible. Los investigadores quieren comprobar cómo reaccionarán los titíes pigmeos ante rostros con escleróticas más brillantes y más oscuras, y ver si tendrán más miedo a estas últimas.

“Nosotros, es decir, nuestro grupo de investigación, somos lingüistas atípicos, interesados en la evolución del lenguaje en el sentido de su origen”, explica el profesor Wacewicz. “En general, tenemos una perspectiva evolucionista de ver diversas cuestiones, también el lenguaje y, lo que es más, los fenómenos comunicativos. Esto permite establecer hipótesis interesantes que conectan múltiples áreas de conocimiento de varias disciplinas”, detalla.

Confianza limitada

Se dice que los monos no hablan porque su laringe tiene una estructura anatómica diferente. “Creo que es una forma de pensar completamente equivocada”, señala el lingüista de Torun. “En mi opinión, los monos no utilizan un lenguaje, ya que tienen fundamentos sociales, no tienen confianza entre sí en un grupo”, sugiere.

“Puede que no nos demos cuenta en el día a día, pero las personas somos un tipo extremadamente prosocial. Nosotros, por ejemplo, compartimos la comida con aquellos con los que estamos emparentados, lo que en el mundo animal es una rareza. Si los animales no comparten comida entre ellos, ¿por qué iban a compartir información”, señala.

Por eso, cada vez es más aceptado pensar que la aparición de un lenguaje, o de un sistema avanzado de comunicación (por ejemplo a través de gestos) requiere un alto nivel de confianza en un grupo.

“Creemos que si cualquier intercambio de información a gran escala tuviera algún sentido, sería necesario que existiera y se mantuviera un cierto nivel de confianza”, explica el profesor Wacewicz. “Suponemos, por tanto, que nuestros predecesores desarrollaron primero el comportamiento prosocial, la cooperación y la confianza, y después el lenguaje. La decoloración del blanco del ojo podría estar relacionada con esa primera etapa”, apostilla.

Si las personas desconfían unas de otras debido a un conflicto de intereses, la forma en que miran les da cierta ventaja. “La forma en que miramos muestra bien nuestras intenciones, ya que en general es difícil emprender cualquier acción en la dirección en la que no se mira”, explica el experto. Esto lo conocen bien los deportistas, por ejemplo, que predicen las acciones de los adversarios en función de la dirección de la mirada.

Los mencionados científicos japoneses plantearon la hipótesis de que la función de la esclerótica oscura en los monos es simplemente enmascarar su mirada. Si la esclerótica, el iris y la piel de alrededor de un animal son oscuros, nadie sabrá hacia dónde mira hasta que gire la cabeza.

La hipótesis de la esclerótica oscura que ayuda a ocultar la mirada es lógica, pero los resultados de la investigación no están claros. Los chimpancés que compiten fuertemente, por ejemplo, sí tienen la esclerótica oscura, pero al mismo tiempo tienen el iris amarillo claro (lo que significa brillante), por lo que en ellos se produce un contraste como en las personas, aunque a la inversa

El profesor Wacewicz pretende explicar qué ha hecho que las personas se conviertan en un tipo cooperativo y prosocial, y sobre esta “plataforma de confianza”, como él la llama, crearon primero un protolenguaje, y después un lenguaje. “¿Tiene algo que ver con la estructura y el color del ojo? En caso afirmativo, ¿de qué se trata?”, finaliza.

Fuente: niusdiario.es