Dos agujeros negros girando juntos a 5.000 millones de años luz. La imagen que confirma una sospecha que la astronomía llevaba cuarenta años intentando probar

Por fin, los astrónomos lo consiguieron: obtener la primera imagen directa de dos agujeros negros orbitando entre sí. El hallazgo, logrado en el núcleo del cuásar OJ287, a unos cinco mil millones de años luz, resuelve una incógnita que persiguió a generaciones enteras de investigadores y confirma que los sistemas binarios de agujeros negros no eran solo una hipótesis matemática

Hasta ahora, los astrónomos solo habían logrado detectar agujeros negros solitarios —como los de la Vía Láctea o Messier 87—, o deducir la existencia de pares a partir de ondas gravitacionales tras una fusión. Pero esta vez hay una imagen real, un retrato de dos colosos cósmicos girando uno alrededor del otro.

El logro fue posible gracias a un equipo internacional liderado por Mauri Valtonen, de la Universidad de Turku (Finlandia), y a una red de radiotelescopios en la Tierra y en el espacio. El satélite ruso RadioAstron desempeñó un papel clave: su antena, extendida a la mitad de la distancia a la Luna, permitió distinguir dos fuentes separadas dentro del brillante resplandor del cuásar.

“Los agujeros negros en sí son invisibles, pero sus chorros de partículas revelan su presencia”, explicó Valtonen. “En la imagen se ven dos de estos chorros: uno grande y estable, y otro más pequeño y retorcido, que se curva mientras orbita al primero.”

Cuarenta años mirando la misma luz

La historia de OJ287 es tan larga como fascinante. Desde los años ochenta, los astrónomos habían notado que su brillo aumentaba de forma periódica, cada 12 años, como si algo —o alguien— interrumpiera regularmente el flujo de materia del cuásar. Aquel patrón, observado por primera vez por Aimo Sillanpää, dio pie a una hipótesis: que en el centro de OJ287 existían dos agujeros negros en órbita. Décadas de modelos, simulaciones y observaciones reforzaron la idea, pero faltaba la prueba visual.

Esa prueba llegó en forma de una imagen tomada antes de que RadioAstron terminara su misión. El análisis, publicado en The Astrophysical Journal, reveló que el agujero negro principal tiene una masa 18.000 millones de veces mayor que la del Sol, mientras que el secundario, mucho más ligero, se mueve tan rápido que deforma su propio chorro de partículas.

Un hito que reescribe la astrofísica moderna

Los científicos comparan este hallazgo con “ver bailar a dos sombras invisibles”, y no exageran. Confirmar visualmente un sistema binario abre una nueva vía para estudiar cómo crecen y se fusionan los agujeros negros, los procesos más energéticos del universo.

Aun así, los investigadores advierten que persisten dudas: los dos chorros podrían, en teoría, proceder de un mismo agujero negro con una estructura compleja. Solo una futura misión espacial con la resolución de RadioAstron podrá disipar definitivamente la incertidumbre.

Por ahora, lo cierto es que la imagen existe, y muestra lo que durante cuarenta años fue solo una sospecha. Dos agujeros negros danzan en espiral en el corazón de OJ287, recordándonos que incluso en el cosmos más lejano, el tiempo —como el espacio— también puede tener pareja.

Fuente: es.gizmodo.com

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