Diego Barrales: el biólogo que usa la ciencia y Twitter para salvar arácnidos
El científico mexicano creó la cuenta @Arachno_cosas; en año y medio logró tener más de 80 000 seguidores. En ella reúne a una comunidad interesada en sacudirse mitos sobre arañas, alacranes y otros arácnidos
Diego Barrales Alcalá es un biólogo mexicano que ha logrado salvar a decenas de arañas y alacranes de morir aplastados por un zapato. Las herramientas que ha utilizado para defender a los arácnidos han sido Twitter y, sobre todo, el conocimiento científico.
En octubre de 2018, para no aburrirse durante una convalecencia, Diego Barrales creó la cuenta @Arachno_cosas. En ella se presenta así: “Soy aracnólogo, pregúntame lo que quieras”. También deja claro cuál es su objetivo: “Tirando la mala fama de los arácnidos. Hablo con hechos no con creencias. Aquí se difunde ciencia y se habla mayormente de arácnidos”.
Año y medio después de llegar a Twitter, @Arachno_cosas tenía más de 80 000 seguidores. Quienes acuden a esta cuenta comparten fotografías de arañas, alacranes o cualquier otro bicho que tenga pinta de ser un arácnido para preguntar qué especie es y, sobre todo, conocer si es de “importancia médica”, es decir si representa algún riesgo real para la salud de los humanos.
Diego Barrales, quien actualmente realiza su doctorado en la Colección Nacional de Arácnidos en el Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ha logrado integrar una comunidad interesada en sacudirse los mitos que hay sobre los arácnidos y aprender sobre ellos. Tan es así que en estos tiempos de emergencia sanitaria a causa de la epidemia de COVID-19, el investigador ahora pone a prueba los conocimientos de sus seguidores para que sean ellos quienes, a partir de una fotografía, identifiquen la familia o género del arácnido.
Mongabay Latam habló con Diego Barrales sobre @Arachno_cosas, pero también sobre arácnidos y su trabajo científico.
De los cocodrilos a los arácnidos
Antes de la biología, tu interés profesional estaba puesto en la arquitectura. ¿Cómo fue que pasaste del diseño de planos al estudio de animales?
Sucedieron algunas cosas personales que me llevaron a dejar la arquitectura como a la mitad de la carrera. De hecho, disfrutaba bastante la arquitectura, pero cuando busqué regresar, por cuestiones del sistema escolarizado de la UNAM, ya no pude. Trabajé un tiempo en Luz y Fuerza del Centro (empresa estatal de energía eléctrica), pero cuando cerró la paraestatal me pregunté qué hacer. Así que decidí meterme a estudiar biología en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM-Xochimilco).
En realidad siempre me gustó el campo. Desde niño, con mis papás, salíamos a acampar. Incluso, antes de estudiar biología tuve un acercamiento con investigadores dedicados al manejo y estudio de los cocodrilos en Chiapas. Me empezó a gustar bastante el asunto y, al final, acabé dando algunos cursos sobre manejo de cocodrilos. Los reptiles también me apasionan.
Cuando cerró Luz y Fuerza del Centro, y tenía que decidir qué hacer, dije: “Bueno, me gusta estar en campo, me gusta estar con los animales, me gusta estar investigando”. Así que decidí estudiar biología.
Si ya habías trabajado con reptiles, ¿por qué enfocarte en los arácnidos?
Los arácnidos siempre me gustaron. Diez años antes de entrar a estudiar biología, me regalaron un alacrán emperador. Como no sabía nada de cómo mantenerlo, me puse a investigar. Y, casi al mismo tiempo, entré a trabajar como auxiliar en la Colección Nacional de Arácnidos de la UNAM. Ese trabajo lo mantuve toda mi carrera. Así que, a la par de que estudiaba biología, también aprendía con el doctor Óscar Francke, el curador de la colección y la persona que me ayudó a empaparme completamente sobre arácnidos.
¿México es un punto geográfico importante cuando se habla de arácnidos?
Es uno de los pocos países que tienen presencia de todos los arácnidos, de las 11 órdenes registradas. Esa característica la tienen solo otros cinco países: Brasil, Colombia, Cuba, Guyana y Estados Unidos.
México cuenta con más de 5000 especies de arácnidos. Hay grupos que se han trabajado más que otros, por ejemplo, los alacranes o los esquizómidos, arácnidos diminutos que se pueden encontrar en cuevas o debajo de piedras. Pero hay otros grupos, como los opiliones, que necesitan mucho trabajo. A los opiliones se les confunde con arañas. Incluso, les dicen “arañas patonas”.
A diferencia de las arañas, los opiliones no tienen un cuerpo segmentado evidente. En una araña se pueden ver claramente dos bolitas y las patas. En cambio, los opiliones son algo así como una sola bolita.
El mundo de los arácnidos es muy grande, si hablamos solo de arañas, ¿cuántas especies se han identificado en México?
De arañas, que pertenecen al orden Araneae, se conocen aproximadamente arriba de 3000 especies en México. Se calcula que de la diversidad total solo se conoce cerca del 22.9 por ciento. Así que, en realidad, solo conocemos una pequeña fracción. Hay muchas especies nuevas por todos lados y esto es por la diversidad del grupo. Por ejemplo, hace poco el doctor Alejandro Valdez Mondragón describió una nueva especie de araña violinista para el Valle de México.
Estudiar a un «gigante»
De todos los arácnidos que hay, ¿cuáles son los que estás estudiando?
Los de la orden Thelyphonida, conocidos comúnmente como vinagrillos, de los cuales hay bastantes buenas noticias, por así decirlo. Y es que hay varias especies que están siendo descritas. Mi tesis de maestría fue delimitar al Mastigoproctus giganteus. Durante un tiempo se pensó que se trataba de una sola especie, pero ahora sabemos que es un complejo de, al menos, siete especies. En mi doctorado busco responder preguntas sobre cómo se encuentra este género en otros países de América Latina.
¿Por qué elegiste este género para estudiarlo?
Me llama mucho la atención porque se le puede encontrar al nivel del mar y a una altura de 2300 a 2600 metros sobre el nivel del mar; en bosques de pino-encino, en selva baja, en praderas y zonas semidesérticas.
Por otro lado, fue de los primeros arácnidos a los cuales me acerqué. Y eso sucedió cuando tenía ocho años. Estaba haciendo una colección de insectos. Un tío que vivía en Cuernavaca (Morelos) me regaló uno de estos animales ya muerto. Era impresionante, bastante grande, como de unos 13 centímetros. Me impresionó ver a un animal así, con esa morfología. Años después volví a ver a un Mastigoproctus giganteus en la Colección Nacional de Arácnidos y me empezaron a surgir preguntas sobre este género.
¿Cuáles de esas preguntas continúan vigentes?
Hemos observado que el género Mastigoproctus se distribuye desde Estados Unidos hasta el cinturón volcánico transversal en México. No se les ha encontrado en Centroamérica, pero sí en Sudamérica. Eso nos lleva a plantearnos preguntas evolutivas interesantes, por ejemplo si la clasificación que tenemos es correcta. ¿Por qué no se encuentran en Centroamérica, pero sí en el norte y en el sur del continente?
Divulgación científica desde las redes sociales
¿Qué nos enseñan los arácnidos sobre la historia evolutiva de la vida en el planeta?
Los arácnidos son de los grupos evolutivamente más tempranos, por así decirlo. Por ejemplo, los alacranes son de los organismos terrestres más viejos que se conocen en la Tierra. Se calcula que tienen una historia de 490-480 millones de años, por lo menos. Dentro de los arácnidos son de los primeros.
No solo tienen una larga historia en el planeta. En 2018, si mal no recuerdo, una investigación calculó la cantidad de biomasa que los arácnidos consumen al año y es cerca de 800 millones de toneladas cúbicas. ¡Un número inimaginable! Esas 800 millones de toneladas cúbicas son cucarachas, grillos, moscas, mosquitos y otros insectos o artrópodos, muchos de ellos pueden llegar a ser vectores (transmitir una enfermedad); así que la presencia de los arácnidos, por donde los veamos, es una cuestión benéfica para las personas. Y, por otra parte, en los ecosistemas, la presencia de los depredadores siempre es saludable.
¿Por qué decides utilizar las redes sociales para divulgar información científica sobre arácnidos?
Me parece que un problema de la academia es que no tenemos contacto con la gente. Se pueden estar generando una gran cantidad de artículos científicos, pero si no los hacemos públicos, si no comunicamos esos descubrimientos a la gente, todo eso se queda en el papel.
Muchas veces decimos: “descubrí siete especies nuevas de vinagrillos”. ¿Y? Nosotros estamos describiendo especies a las que les da lo mismo si las nombramos o no. Pero para lo que sirve esa información es para tener una mejor idea de lo que es la diversidad y para difundir eso con la gente. Además, si se tiene un mejor conocimiento de la biodiversidad podemos tomar acciones para proteger los ambientes. Y esas acciones necesitan estar acompañadas del apoyo de las personas.
Para que la gente nos apoye, necesitamos que conozca todo lo que estamos encontrando, que ellos se enteren, que sepan por qué es importante saber la cantidad de especies; porque es importante que estas especies existan. Por eso pienso que la comunicación de la ciencia es importantísima para lograr esto.
¿Cómo es que surge la cuenta de Twitter @Arachno_cosas?
La divulgación de la ciencia ya la hacía en pláticas o en ferias de la ciencia. En octubre de 2018 —cuando tuve un problema de salud que me llevó a estar en reposo, y como no puedo estar inactivo— me di cuenta que Twitter era un nicho disponible para hacer divulgación de la ciencia. Y abrí la cuenta. Comencé buscando a la gente que preguntaba por arañas; me metía sin que me preguntaran. Después, la cuenta creció sola. Me ha sorprendido el nivel de aceptación que ha tenido.
@Arachno_cosas ha impulsado la aparición de otras cuentas similares. Una de ellas es @Fungi_cosas, que trata sobre hongos. Esa cuenta fue creada (en julio de 2019) por una investigadora de la Facultad de Ciencias. Con la respuesta que han tenido estas iniciativas se muestra que a la gente sí le interesa la ciencia.
Al mirar la evolución y éxito que ha tenido @Arachno_cosas, ¿han cambiado tus objetivos con esta iniciativa?
Los objetivos siguen siendo difundir el conocimiento sobre los arácnidos y desmitificarlos. Ayudar a la gente a reconocer riesgos reales, porque muchas veces pensamos que todos los alacranes o todas las arañas pueden causarnos la muerte y no es así. Esos son los objetivos principales de la cuenta. Si creo que la cuenta tiene que seguir evolucionando acorde a los diferentes escenarios que pueda seguir alcanzando. Pero en este momento sí estoy centrado en continuar con la divulgación, continuar con el acercamiento con las personas. A veces es difícil dar seguimiento a todas las consultas, pero trato de encontrar el tiempo para hacerlo. Lo que hago es invitar a la gente a que no solo realice la consulta, sino que también se empape de lo que otras personas ya han consultado.
Ciencia contra la mala fama
¿Por qué hay tantos prejuicios sobre los arácnidos?
Hay diversas investigaciones que se han hecho sobre el por qué los arácnidos provocan miedo. Hay algunas investigaciones que apuntan a que es algo innato, una reacción que se ha desarrollado en nuestra especie como un sistema de protección. Hay otros estudios que señalan que es un miedo aprendido, que son ideas que se desarrollan por nuestro entorno en la casa o en la escuela.
Las películas y los medios de comunicación también han contribuido a difundir información falsa sobre los arácnidos. Eso es parte de lo que también busco desmentir con la cuenta. Son muchas las noticias falsas que se publican sobre estas especies. Por ejemplo, cuando se registraron los incendios en Australia se difundió que eso había propiciado la reaparición de una araña que estaba extinta y que tenía un veneno capaz de matar en 15 segundos. ¡Eso es una locura!
Lo que realmente sucedió es que en Australia la temporada de lluvias coincide con la temporada de reproducción de una especie de araña que siempre ha estado ahí.
¿Qué mitos sobre los arácnidos son comunes?
Cuando era niño, por ejemplo, mi mamá me decía que los “cara de niño” (Stenopelmatus sp.) eran supervenenosos. Crecí con esa idea, hasta que supe que los cara de niño son inofensivos, que son parientes de los grillos.
Otra creencia equivocada es que los alacranes vienen en pareja. Eso es mentira. Los alacranes no son animales sociales, no andan en grupo.
También se dice que todas las arañas y todos los alacranes pueden causarte la muerte. Eso tampoco es cierto.
Hace poco también se difundió una noticia falsa sobre los solifugos que decía que era “una araña que come carne humana”. ¡Los solifugos ni siquiera son arañas!
Hay muchas creencias populares sobre supuestos remedios en caso de la mordedura o picadura. La mayoría de esos remedios solo pueden empeorar las cosas. Lo mejor es lavar la zona afectada y acudir al médico.
¿Qué arácnidos realmente sí son de interés médico, es decir, pueden provocar una emergencia médica?
Primero, hay que decir que no todos los arácnidos tienen veneno. Los grupos que pueden presentar veneno o toxinas son las arañas; casi todas las arañas tienen veneno, salvo una familia que no tiene glándulas de veneno. Eso sí todas las familias de alacranes presentan veneno. Y, por otro lado, tenemos a los ácaros. En este caso hay garrapatas que pueden poseer toxinas que nos inyectan cuando se alimentan de nosotros.
Conociendo esto, entonces hay que decir que en el caso de las arañas hay cuatro géneros que son considerados especialmente peligrosos o de riesgo para la salud humana. En México tenemos dos: Lactrodectus (viuda negra) y Loxosceles (violinista). En Centroamérica y Sudamérica está el género Phoneutria (araña bananera). Y, por último, el género Atrax, que se encuentra solo en Australia. Estos géneros son los que poseen toxinas más activas que pueden producir problemas a las personas.
En el caso de los alacranes, en México hay solo un género que es considerado de importancia médica: el Centruroides, que tiene cerca de 40 especies presentes en México, pero solo algunas son consideradas muy tóxicas.
Es importante decir que ante cualquier mordedura o picadura de algún artrópodo y, sobre todo, si hay malestar en la persona, se tiene que acudir al médico inmediatamente. No buscar remedios caseros.
Además de que los arácnidos se enfrentan a que se les mate por el solo hecho de encontrarse con un humano, ¿qué otras acciones están llevando a que varias de estas especies se encuentren en alguna categoría de riesgo?
Varias especies están en peligro de extinción por su tráfico ilegal. Por ejemplo, el género Brachypelma, tarántulas que se encuentran en México. Mucha gente las busca para tenerlas como mascotas, porque son animales dóciles, no requieren mucho espacio ni mucha dedicación por parte de los dueños. Además, son muy llamativas.
Una de las especies más traficadas es la Brachypelma smithi, que se encuentra en la cuenca del Río Balsas y ha sufrido el declive de sus poblaciones debido al tráfico ilegal.
¿Hay planes de llevar a otros ámbitos, además de Twitter, las acciones para divulgar la información científica sobre los arácnidos?
Con un grupo de colegas mexicanos estamos trabajando para generar material de difusión. Hace falta una guía de campo de arácnidos en México que pueda ser utilizada tanto por estudiantes de biología como por otras personas. Queremos tener más acciones que ayuden a difundir esta idea de la importancia de respetar y conocer a los animales.
Además, me gustaría que existieran más iniciativas como @Arachno_cosas o @Fungi_cosas, espacios en donde la academia pueda hacer divulgación de la ciencia en español.
La difusión de la ciencia se ha dado mucho en inglés. La ciencia, de hecho, se escribe en inglés. Y nosotros tendríamos que estar impulsando la difusión de la ciencia en nuestra lengua natal.
¿Qué le dirías a quienes no soportan mirar una araña o un alacrán?
Que seguramente la araña que está viendo ni siquiera se ha dado cuenta de su presencia. A la araña no le importa si hay una persona en la habitación. La araña está ocupada en sus cosas y la mayoría de los accidentes, si no es que todos, ocurren cuando queremos interaccionar con esos animales o cuando reaccionamos contra ellos. Así que dejen a las arañas en paz.
Fuente: rpp.pe