El día que Darwin quiso descubrir si el color del cabello afecta a la capacidad de las mujeres para encontrar pareja
Charles Darwin, padre de una de las teorías científicas más relevantes de la historia, llevaba sus inquietudes sobre la evolución biológica y la selección natural hasta terrenos, a simple vista, triviales y cuando menos insospechados. Unas cartas que escribió el naturalista victoriano revelan que dedicó parte de su valioso tiempo a examinar si el color del cabello afecta a la capacidad de las mujeres para encontrar pareja. Es decir, si en efecto, como auguraba el mito, las rubias ligan más o si, en caso contrario, son las morenas las que se llevan la palma.
Como hombre de ciencia que era, observó que el número de personas de cabello oscuro estaba aumentando a su alrededor. Lo achacaba a que las rubias preferían permanecer solteras y sin hijos, mientras que las morenas eran más propensas a tener descendencia. Fue durante la preparación para su libro ‘El origen del hombre y la selección en relación al sexo’, unos 10 años después de que publicara ‘El origen de las especies’, el que es considerado como uno de los trabajos precursores de la literatura científica.
La correspondencia en cuestión la mantuvo durante el año 1869 con John Beddoe, un médico de la Enfermería Real de Bristol, al cual le pidió que le enviara información sobre el color de pelo de las pacientes femeninas en función de si estaban casadas o solteras, algo que a buen seguro incumpliría todas las leyes de protección de datos actuales.
¿Dónde están las rubias inglesas?
Según confirmó a ‘The Telegraph’ Alison Pearn, directora del Proyecto de Correspondencia Darwin en la Universidad de Cambridge, el científico se tomaba la cuestión muy en serio: “Darwin estaba realmente fascinado por el papel que juega el color del pelo en la elección de parejas sexuales. Sobre todo le interesaba comprobar si las rubias eran realmente más propensas a permanecer solteras, con la consiguiente disminución del cabello rubio en las generaciones siguientes”.
Beddoe, conocedor de la envergadura intelectual del hombre que escribía aquellas cartas, no dudó en ayudarle a recopilar los datos: “Creo que hay muy pocos de nosotros, humildes cultivadores de las ciencias naturales, que no estarían encantados de poder contribuir con su granito de arena a la construcción de su gran edificio”. En la primera de sus tres correspondencias encontradas, el médico confirmó que un 52% de las mujeres casadas eran de pelo oscuro, por solo un 15% de rubias. Asimismo, solo un 39% de las solteras tenían el cabello oscuro, mientras que las rubias conformaban el 22% de las que no tenían marido.
Un estudio inacabado
Sin embargo, y pese al ímpetu inicial, la investigación no llegó a buen puerto y tuvieron que abandonarla: “Al final llegaron a la conclusión de que la base experimental no era lo suficientemente buena. Tanto Darwin como Beddoe dedujeron que los resultados podían dar lugar a errores y no tenían en cuenta el oscurecimiento del cabello con la edad”. Además, el hecho de que las morenas se casasen más no implica necesariamente que atraigan más al sexo contrario.
La investigación inconclusa del naturalista inglés dejó un vacío que hoy los científicos intentan rellenar. Los últimos en tratar el tema han sido unos psicólogos de la Universidad de Augsburg, en Minnesota, en 2016. A un grupo de 110 participantes masculinos se le presentó imágenes generadas por ordenador de mujeres con pelo rubio y moreno. Por lo general, los hombres asociaban el cabello más claro con la juventud y el atractivo, en comparación con las de pelo oscuro, y, en definitiva, les parecía que tenían mayor potencial en una relación romántica.
Al respecto, los psicólogos concluyeron que “los hombres son capaces de hacer juicios complejos sobre las mujeres en cuanto a su potencial romántico basado en características como el color y la longitud del cabello”. Estas resultados corroborarían la teoría más popular hasta el momento de por qué surgió el cabello claro al final de la última glaciación, hace unos 11.000 años, en la que los hombres del norte escaseaban debido a las frecuentes cacerías: para destacar y atraer al sexo opuesto.
La hipótesis es que los hombres del paleolítico elegirían, si se les diese la posibilidad, a las rubias. Fue, digamos, un modo de supervivencia. No es lo mismo en el caso contrario, en el que tengas el cabello claro o no, lo que importaba era si cazabas el mamut. En cualquier caso, no hay que obviar que la despigmentación permite una mayor penetración de los rayos ultravioleta, una característica corporal bastante útil cuando vives en el norte de Europa.
Fuente: elconfidencial.com