Detectan por primera vez moléculas quirales en el espacio interestelar
Las moléculas quirales son aquellas que existen en dos variantes: cada una es la imagen especular de la otra y, de manera similar a lo que ocurre con nuestras manos, no pueden superponerse. Sin embargo, la vida parece preferir las moléculas de una sola quiralidad. El ADN común, por ejemplo, se retuerce en el sentido en que giran las agujas del reloj, como un tornillo que se enrosca a derechas. Por el contrario, casi todos los aminoácidos adoptan la quiralidad opuesta.
¿Por qué una u otra? “Está bastante bien establecido que, una vez que hay un exceso (de una de las quiralidades), la vida prefiere esa”, explica Brett McGuire, astroquímico del Observatorio Nacional de Radioastronomía de Charlotesville, en Virginia. Si, por ejemplo, las dos variantes fuesen comunes en el ADN, sus hebras no empalmarían y seguramente la vida no hubiese llegado muy lejos.
Es posible que ese exceso de moléculas de cierta quiralidad se deba a que tales variantes fueron las que los meteoritos trajeron a la Tierra. Otra hipótesis, en cambio, postula que el origen de la quiralidad sería mucho más antiguo. Tal y como explican en un artículo publicado recientemente en Science, McGuire y sus colaboradores han descubierto una molécula quiral en el espacio interestelar: el compuesto, óxido de propileno, fue avistado en Sagitario B, una nube de gas y polvo cercana al centro de la Vía Láctea.
Según P. Brandon Carroll, del Instituto de Tecnología de California y uno de los autores del artículo, el hallazgo demuestra que ya había moléculas quirales “mucho antes de que existiesen los sistemas planetarios”. Si en su mayoría tales moléculas eran “diestras”, habrían podido desencadenar la formación de otras moléculas semejantes antes de que el Sol brillase, entre las que en última instancia se encontraría el ADN. Si sucedió así, ese excedente de moléculas diestras sería un componente de la química terrestre desde la formación del planeta, no uno añadido después por los meteoritos. Stefanie Milam, astroquímica de la NASA, señala que las consecuencias para la astrobiología son «enormes», pues el descubrimiento apunta a que la compleja química asociada a la vida estaría presente, al menos en parte, en otros lugares del universo.
Otros se muestran más escépticos. Según Sandra Pizzarello, bioquímica de la Universidad estatal de Arizona que ha estudiado las moléculas quirales en los meteoritos, no es fácil conectar las observaciones mencionadas con la quiralidad del ADN. Según ella, sigue quedando en el aire qué ocurre en el largo proceso que media entre las nubes moleculares y el origen de la vida. Ahora, McGuire se propone comprobar si la mayoría de las moléculas de óxido de propileno son diestras o zurdas.
Fuente: investigacionyciencia.es