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Descubrieron que los ratones aplican ‘primeros auxilios’: intentan reanimar a compañeros inconscientes

Un equipo científico detectó que los roedores interactúan con sus pares desmayados mediante olfateo, lamidos y manipulación de la lengua, lo que podría facilitar su recuperación

Los experimentos de un equipo de la Universidad del Sur de California (USC) documentaron un comportamiento inusual en ratones de laboratorio: cuando encuentran a un compañero inconsciente, intentan despertarlo con acciones como patearlo, lamerlo y manipular su lengua.

La investigación, publicada en Science, sugirió que el cuidado entre miembros de una misma especie podría ser más común de lo que se creía.

Los informes sobre animales que ayudan a sus congéneres en peligro no son nuevos. Se han documentado chimpancés que atienden a compañeros heridos, delfines que empujan a individuos debilitados hacia la superficie y elefantes que asisten a parientes enfermos.

Sin embargo, los ratones presentan una diferencia clave: no son animales altamente sociales. Al ser presas suelen mantener un comportamiento discreto para evitar depredadores

Hallazgo en ratones de laboratorio

El equipo de Li Zhang, investigador de la USC, diseñó una serie de experimentos en los que colocaron a ratones de laboratorio junto a un compañero anestesiado o activo.

Durante una ventana de observación de 13 minutos, los animales dedicaron casi la mitad del tiempo a interactuar con su par inconsciente, informó New Scientist, revista de ciencia que reportó el estudio.

El comportamiento siguió un patrón claro: primero lo olfateaban, luego lo acicalaban y, finalmente, realizaban interacciones físicas intensas. “Realmente abren la boca del animal y le sacan la lengua”, explicó Zhang a New Scientist.

En más del 50% de los casos, los ratones manipularon la lengua del compañero, lo que sugiere un intento de despejar sus vías respiratorias. También lamieron sus ojos y mordieron la boca del inconsciente, en lo que parece ser una forma de estimulación para provocar una reacción.

Efecto del comportamiento en la recuperación

Para comprobar si estas interacciones tenían algún impacto en la recuperación, los investigadores compararon la respuesta de los ratones anestesiados que recibieron atención con aquellos que no la tuvieron.

Los resultados fueron contundentes: los ratones cuidados despertaron más rápido y comenzaron a moverse antes que los que quedaron sin asistencia.

En otro experimento, los científicos introdujeron una bola de plástico no tóxica en la boca del ratón inconsciente, simulando una obstrucción. En el 80% de los casos, sus compañeros lograron extraer el objeto.

Según Huizhong Tao, coautor del estudio, si se ampliara el tiempo de observación, la tasa de éxito podría ser aún mayor. Además, los ratones cuidadores dedicaron más tiempo a los compañeros inconscientes si estos les resultaban familiares. Si no los conocían previamente, su interés disminuía, lo que sugiere que la relación social influye en la respuesta de ayuda, de acuerdo con New Scientist.

Factores neurobiológicos

El estudio reveló que este comportamiento está relacionado con la oxitocina, una hormona clave en el vínculo social y el comportamiento de cuidado en muchas especies.

Se encontró que neuronas liberadoras de oxitocina en la amígdala y el hipotálamo impulsaban estas conductas, reforzando la idea de que la asistencia entre individuos es un mecanismo biológico presente en diversos vertebrados.

Implicaciones y precauciones

Los investigadores creen que este comportamiento es innato y no aprendido. Todos los ratones estudiados tenían entre 2 y 3 meses de edad y nunca habían presenciado estas interacciones antes.

Esto sugiere que el instinto de asistencia podría tener un papel en la cohesión del grupo y no depender de la experiencia previa. Observar este comportamiento en ratones salvajes representa un desafío.

“Los ratones son animales de presa que no suelen vivir en grandes grupos y tienden a esconderse de los humanos. Pero que no lo veamos no significa que ellos no lo hagan”, explicó Cristina Márquez, del Centro de Neurociencia y Biología Celular de Coímbra, Portugal (no participó del estudio), en diálogo con New Scientist.

Fuente: infobae.com

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