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Descubren una pequeña pieza de bronce con el rostro de Alejandro Magno

Este extraordinario hallazgo, realizado por dos arqueólogos aficionados en la isla de Selandia, plantea a los investigadores más preguntas que respuestas acerca de cómo pudo esta pequeña pieza de bronce haber llegado en el siglo III d.C. hasta esta remota isla danesa

Hijo del rey Filipo II de Macedonia y de la princesa Olimpia de Epiro, Alejandro III, más conocido como Alejandro Magno, es considerado por muchos como el militar más importante de la Antigüedad. El imperio que logró conquistar el macedonio llegó a extenderse desde Grecia hasta la lejanía India. Después de su muerte, Alejandro, enterrado en un fastuoso mausoleo en la ciudad egipcia de Alejandría, se convirtió en leyenda; de hecho, hoy en día, localizar su tumba constituye un auténtico reto para los arqueólogos.

En época romana, Alejandro seguía siendo considerado el epítome de la gloria militar, y no fueron pocos los que visitaron su tumba, como Julio César y Octavio Augusto. Aunque no fueron los únicos que sentían una enorme fascinación por el caudillo macedonio. Emperadores romanos posteriores se creyeron una reencarnación del propio Alejandro, como por ejemplo Caracalla, en el siglo III, considerado un gobernante despótico y cruel.

Fue precisamente durante su reinado cuando, muy lejos de Roma, dos ejércitos germanos se enfrentaron en una gran batalla que tuvo lugar en la localidad de Illerup Ådal, en la península de Jutlandia (Dinamarca). Tras ella, las armas de los caídos se arrojaron a un lago como ofrenda a los dioses. Siglos después, unas excavaciones arqueológicas realizadas entre 1975 y 1985 sacaron a la luz en el lugar más de 15.000 objetos, entre ellos un disco de plata dorada decorado con la imagen de Alejandro Magno, lo que vino a demostrar la importancia de su figura incluso en un lugar tan remoto como aquel.

Un misterioso hallazgo

Pero un hallazgo que parecía tan extraordinario en Dinamarca finalmente ha resultado no ser el único. Y es que recientemente, en Ringsted, la principal ciudad de la isla danesa de Selandia, Finn Ibsen y Lars Danielsen, dos arqueólogos aficionados, han descubierto algo sorprendente: una pequeña pieza de aleación de bronce, de unos tres centímetros de diámetro, muy parecida a la que hace años se descubrió en Illerup Ådal, decorada precisamente con el rostro del mítico monarca macedonio.

El hallazgo de esta pequeña pieza de aleación de bronce de unos tres centímetros de diámetro lo han realizado Finn Ibsen y Lars Danielsen, dos arqueólogos aficionados.

Aunque sus descubridores en un principio no reconocieron al personaje representado, los investigadores sí apreciaron en él el rostro de Alejandro Magno, principalmente por los mechones de cabello ondulados y los cuernos de carnero, que son característicos del dios Zeus Amón. «Se trata de un hallazgo único en Escandinavia relacionado con una de las personalidades más famosas de la historia mundial. Esta pieza habría sido elaborada alrededor del año 200 d.C., una época llamada Edad del Hierro romana», afirma Freerk Oldenburger, arqueólogo del Museo Vestsjælland.

Sin embargo, la pieza de bronce de Ringsted plantea a los investigadores más preguntas que respuestas: ¿Era un disco decorativo para el escudo o un soporte para la espada (cinturón)?, ¿fue elaborada por los romanos a partir de una estatuilla refundida o la fundición tuvo lugar en Selandia? Finalmente, si la pieza fue moldeada por los romanos, ¿cómo acabó en un campo de batalla cerca de Ringsted?, y, más importante aún, ¿cuál era el significado del rostro de Alejandro para los germanos que vivían en Dinamarca hacia el año 200? ¿Creían que el retrato podría traerles suerte en el combate?

Todas estas cuestiones son las que pretenden responder los investigadores, que están convencidos de que solo cuando se lleven a cabo análisis y estudios más detallados se podrá aclarar el motivo de que el rostro de Alejandro Magno haya aparecido en una isla de Dinamarca. Un misterio que no hace más que aumentar todavía más si cabe el valor de este importante y singular hallazgo.

Fuente: nationalgeographic.com.es