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Descubren una nueva especie de tiranosaurio en México

El hallazgo de una pila de huesos guardados durante dos décadas entre polvo y oscuridad podría ser uno de los mayores descubrimientos en el mundo de la paleontología.

Se trata de los restos fósiles de una especia apodada Labocania aguillonae, un poderoso depredador, pariente del icónico Tyrannosaurus rex, que habitó lo que actualmente es Coahuila hace unos 72.5 millones de años, en la era Campaniense del período Cretácico.

Los primeros restos fósiles de esta especie fueron descubiertos por la paleontóloga mexicana Martha Carolina Aguillón en el año 2000 y correspondían a fragmentos de la mandíbula y el cráneo.

Los trabajos de campo se realizaron en Cerro del Pueblo, una formación geológica ubicada al sur de Coahuila.

Este enclave, con los años, se ha convertido en un sitio insignia para el descubrimiento de fósiles y otros elementos que habitaron lo que hoy es México hace miles de años.

Los dejaron en el olvido

Estos huesos, no obstante, fueron “olvidados” en un cajón en el Museo del Desierto en Saltillo.

Más de 20 años después del hallazgo de Aguillón, un equipo liderado por Héctor Rivera, investigador del Museo del Desierto en Coahuila, y Nick Longrich, de la Universidad de Bath en Inglaterra, han revelado la existencia de esta especie mediante una investigación publicada en la revista MDPI Fossil Studies, citada por DW Español.

“Cuando los ves ahí arrumbados en el cajón de un museo, no parecen gran cosa”, admitió Longrich a The New York Times. “Parecen un montón de escombros”.

El Labocania aguillonae fue nombrado así por su descubridora, Martha Aguillón.

Se trata del segundo tiranosaurio hallado en México tras el descubrimiento de Labocania anomala, hallado en 1974 en Baja California, lo que refleja la importancia de las investigaciones paleontológicas en este país.

Primo corpulento

Los estudios sobre el Labocania aguillonae indican que era una especie de unos diez metros y medio de longitud y patas alargadas, dispuestas para agarrar gran velocidad, aunque su constitución corporal se cree que era más ligera que la del poderoso Tyrannosaurus rex.

De hecho, a diferencia de su primo corpulento, este animal tenía ojos grandes, que quizá le ayudaban a cazar con poca luz, y un hocico pesado para acabar con presas indefensas.

“No podemos decir que era completamente cazador ni carroñero; tenía un cráneo más corto, un poco más chato; brazos cortos con dos dedos y unas patas más largas también”, dice Rivera, uno de los coautores de la investigación, en una entrevista con el diario español El País.

Los exámenes de esta especie sugieren que pertenecía a un grupo conocido como Teratophonii.

Este linaje de constitución ligera era más cercano al Tyrannosaurus rex que los animales del norte como el Albertosaurus.

Una tribu del sur

Los investigadores indican que el descubrimiento y características que se conocen de esta nueva especie permiten, a su vez, visualizar con más precisión la fauna y flora que habitaron una vez la región de Coahuila.

Hace 72 millones de años, el paisaje era el de un boque tropical con densa vegetación, con deltas y pantanos de punta a punta. Bien distinto al ecosistema que impera en la actualidad, con un clima semidesértico.

El hallazgo también sugiere una diversidad de especies mucho mayor de la que se creía para toda la región americana.

Anteriormente, los hallazgos en Estados Unidos y Canadá dictaban la norma, mientras que este descubrimiento potencia la teoría que había un contraste mayor entre zonas, “una tribu de tiranosaurios del sur, distintos a los especímenes del norte”, indican los autores de la investigación.

La vieja noción

Hace unos 70 u 80 millones de años, el oeste de América del Norte era el hogar de varias especies de tiranosaurio.

La mayoría eran dinosaurios como el Albertosaurus, el Daspletosaurus y el gran Tyrannosaurus rex, todos hallados en las Grandes Llanuras (al este de las Montañas Rocosas, en América del Norte) o en Canadá.

Sin embargo, en las últimas dos décadas se ha descubierto un grupo de especies de tiranosaurio en Utah y Nuevo México, dijo Longrich al NYT.

Pese a que el registro mexicano de tiranosaurios es todavía bastante incompleto, los especímenes de Coahuila dan esperanzas de algo mayor.

El espécimen de Coahuila que se describe en el nuevo estudio incluye partes del cráneo, la columna vertebral, las caderas y las extremidades, lo cual le da “una importancia particular para la región”, dice Rivera.

“Estamos viendo que hay evidencia suficiente como para afirmar que por términos de latitud, vegetación y clima, es bastante válido decir que en esta área las cosas eran distintas al norte”, explica Aguillón a El País.

“Siempre se decía que lo que tenemos aquí era muy parecido a lo de Canadá porque no existía un inventario suficiente. Ahora estamos en otro momento en la paleontología de México, y aunque seguimos en pañales, estamos viendo cosas excepcionales”, asegura Aguillón.

Fuente: elpipila.mx