Descubren una carta entre cristianos del siglo III que revela de qué hablaban entonces
Un manuscrito conservado en la Universidad de Basilea (una de las primeras en el ámbito de la lengua alemana y la primera en la Suiza del momento en crear una colección de papiros propia a comienzos del siglo XX) durante más cien años ha sido identificado como la carta privada escrita por un cristiano más antigua del mundo. El documento proporciona información sobre los primeros cristianos del Imperio Romano y señala que estos ya se encontraban lejos de las ciudades del interior de Egipto a principios del siglo III.
Han denominado al papiro como “P.Bas. 2.43”, procede del pueblo de Theadelphia (zona interior) y forma parte del archivo Heroninus, el más grande de la época. Está escrita en griego antiguo por Arrianus, miembro de la élite provincial romana, a su hermano Paulus, en la que expone cómo van las cosas de su familia. Estos dos familiares eran hijos jóvenes educados de la élite local, terratenientes y funcionarios.
El contenido también señala que los cristianos asumieron funciones de liderazgo político y que en su vida cotidiana no se distinguían de su entorno pagano. De esta manera, la información cuestiona la idea de que los primeros religiosos del Imperio Romano son usualmente retratados como pueblos excéntricos y perseguidos.
¿Texto cristiano más antiguo?
La profesora de Historia Antigua de la universidad Sabine Huebner ha fechado, investigado y traducido el documento demostrando que es la prueba documental orginal más antigua de la época. Según el centro, una extensa investigación permitió a la experta rastrear el papiro hasta el 230 d.C.. Esto hace que la carta sea 40 o 50 años más antigua que otras cartas conocidas.
“Sin embargo, no es el manustricto cristiano más antiguo porque se conservan evangelios en papiro que datan del siglo II. Pero estas son copias de los originales escritas por escribas profesionales, no necesariamente religiosos”, añade.
El manuscrito diferencia de otras cartas del Egipto grecorromano por una fórmula empleada para el saludo final, en el que se incluye una abreviatura (nomen sacrum) que según los investigadores “no deja duda del sentimiento cristiano del autor: ‘Rezo para que estés bien, en el Señor”. La experta señaló que “esta es exclusivamente una manera cristiana con la que estamos familiarizados desde los manuscritos del Nuevo Testamento”.
Preocupados por la familia
El nombre del hermano también es revelador. Huebner continúa explicando: “Paulus era un apodo extremadamente raro en ese momento y podemos deducir que los padres eran cristianos y que habían llamado su hijo después de conocer la Bibilia y al apóstol en el año 200 d.C.”.
“Saludos, mi señor, mi comparable hermano Paulus”, comienza la carta. “Yo, Arriano, te saludo rezando porque todo esté bien en tu vida. Menibios fue a verte y pensé que era necesario hablarte tan bien como a nuestro señor padre. Ahora, te recuerdo que debes cuidar el gimansio, para que no tengamos problemas”, continúa.
“Heracleidas no podría hacerlo: ha sido nombrado para el consejo de la ciudad. Si tienes la oportunidad, compra dos arouras (unidad de medida igual a 0.677 acres), pero envíame primero el bálsamo de hígado de pescado, lo que creas que es bueno. Nuestra señora madre está bien y te saluda, así como a tus mujeres e hijos, hermanos y toda nuestra gente. Todos aquí te saludan. Rezo por que te vaya bien, en el Señor”, concluye.
Más prácticos, menos creyentes
En las primeras comunidades cristianas contaron más las prácticas que las creencias. Para entrar a formar parte de la comunidad, quienes lo solicitaban tenían que seguir un proceso de resocialización en el que adquirían nuevos hábitos de vida referentes a la atención y acompañamiento a las personas más vulnerables, al uso del dinero, a una pobreza asumida con el objeto de compartir bienes, a maneras de comer y beber o de tener relaciones sexuales, que eran críticas con el modo de vida imperante.
Ese proceso de prácticas, que duraba entre dos y tres años, buscaba vivencialmente alcanzar otro estilo de vida, otra forma de ser humano. Se realizaba en compañía de miembros de la comunidad y, en todo el proceso, las palabras y el ejemplo de Jesús eran un elemento fundamental. La meta era que los modos de mirar y valorar la realidad según el estilo de vida del grupo se convirtieran en hábitos espontáneos. Al final del recorrido, antes de su bautismo e incorporación plena a la comunidad, las personas eran examinadas, pero no de sus creencias, sino de sus prácticas.
Su estilo de vida se caracterizó por dos exigencias fundamentales: el afán por deshacerse de las duras condiciones que afligían la vida de la mayoría de las personas y la espera de un mañana en el que huiera una regeneración radical caracterizada por el reinado de Dios sobre el mundo.
Fuente: elconfidencial.com