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Descubren un vínculo entre el cambio climático y la reducción del tamaño del cerebro humano

El aumento de las temperaturas globales podría estar reduciendo el tamaño del cerebro humano

¿Y si el cambio climático estuviese afectando al tamaño de nuestro cerebro? Esto es lo que plantea un estudio publicado recientemente en la revista Brain y liderado por Jeff Morgan Stibel, investigador del Museo de Historia Natural de California.

Lo que propone el científico es que los cambios climáticos pasados a lo largo de la historia de nuestro planeta han contribuido a la reducción del tamaño del cerebro humano, como una respuesta adaptativa.

A más calor, menos cerebro

En el estudio, se analizaron, por un lado, los cambios del tamaño del cerebro de 298 especies de Homo de los últimos 50.000 años, y por otro, los registros naturales de temperatura, humedad y precipitaciones globales.

Stibel agrupó los fósiles en función del período temporal en el cual habían vivido, conformando así cuatro intervalos de edad fósil: 100 años, 5.000 años, 10.000 años y 15.000 años.

Así, dentro de cada época geológica se mostraron patrones similares: en los períodos de calentamiento del Holoceno, los individuos tenían cerebros significativamente más pequeños que los que vivieron en los períodos glaciales a final del Pleistoceno tardío. Es decir, cuando el clima se volvió más cálido, el tamaño promedio del cerebro se hizo más pequeño que cuando las temperaturas eran más bajas.

Por otro lado, los períodos con mayores niveles de humedad y precipitación también influyeron en el tamaño del cerebro, aunque en menor medida que el aumento de temperaturas.

Las cuatro reglas de la adaptación al clima

Algunas investigaciones y estudios previos al trabajo de Stibel ya explicaban esta relación entre los cambios evolutivos de los animales y el clima:

  1. Regla de Bergman: Indica que la masa de los animales está inversamente relacionada con la temperatura ambiental, es decir, que cuánto más fría es una zona, mayor tamaño tienen las especies de esa zona, respecto a las mismas especies de zonas más cálidas.
  2. Regla de Allen, por la que los animales de zonas frías tienden a tener más pequeñas las orejas, el rabo, las extremidades y el resto de partes distales del organismo, para perder menos calor.
  3. Norma de Gloger, por la que el color de cada animal depende de la temperatura y la humedad del ambiente en el que se desarrolla, así, las especies que habitan en zonas secas y frías tienen capas más luminosas y con menos pigmentación que las mismas especies en zonas húmedas y cálidas.
  4. Ley de Bonsa: indica que los animales de zonas más cálidas poseen una piel más gruesa, para que puedan protegerse de la radiación solar y las picaduras de insecto, un ejemplo de esto se da en los elefantes.

Fuente: 20minutos.es