Descubren la firma psicológica de la violencia y el extremismo
Una nueva investigación ha identificado una serie de patrones cerebrales que constituyen una «firma psicológica» capaz de identificar la mente de las personas que eligen la violencia y el extremismo para defender sus ideas.
Investigadores de la Universidad de Cambridge han encontrado una base cerebral que conforma una “firma psicológica” para la violencia y las conductas radicalizadas o extremistas. Se trata de patrones cognitivos y estructuras de comportamiento que “moldean” a las personas que utilizan la violencia para intentar imponer sus concepciones del mundo.
El estudio, recientemente publicado en la revista Philosophical Transactions of the Royal Society B, sugiere que una combinación particular de rasgos de personalidad y cognición inconsciente, o sea las formas en que nuestro cerebro capta información básica, pueden predisponer a ciertas personas a tener actitudes sociales, políticas o religiosas extremas y que apoyen la violencia en nombre de una ideología.
Según un comunicado, el hallazgo puede aplicarse a todas las conductas radicalizadas y fuertemente dogmáticas, sin importar su color político o tendencia religiosa: nacionalistas, conservadores exacerbados, revolucionarios radicales o creyentes “ciegos” en una religión o concepción que no pueden aceptar otras posturas divergentes comparten una misma firma cerebral y psicológica.
Rasgos comunes
¿Cuáles son las características de la mente extremista? Para los investigadores ingleses, pueden determinarse algunos rasgos comunes, como por ejemplo una memoria de trabajo menos resolutiva y claramente empobrecida.
Vale recordar que este tipo de memoria en el ser humano podría relacionarse con la memoria RAM de los dispositivos informáticos: abarca todos aquellos procesos que almacenan información en forma temporal, por eso también se la conoce como memoria a corto plazo. Esta información se elabora rápidamente y hace posible solucionar problemas de la vida cotidiana.
Otra característica de las personas violentas y extremistas es el desarrollo de estrategias de percepción más lentas, en referencia al procesamiento inconsciente de estímulos cambiantes, como pueden ser las percepciones de forma y color.
Los científicos hallaron que los cerebros dogmáticos presentan una ralentización de estos procesos, en contraposición con las percepciones más rápidas e intuitivas que parecen presentar las mentes más “liberales” o con mayor apertura al disenso.
En el mismo sentido, los investigadores destacaron que la firma psicológica de la violencia también incluye una mayor predisposición a la impulsividad y a la búsqueda de sensaciones extremas o que insuman un peligro latente.
Personalidad impulsiva
De esta manera, las personas atadas a cosmovisiones fijas y que al mismo tiempo buscan imponerlas en su entorno social presentan, por un lado, una mayor lentitud para procesar la evidencia perceptiva, pero al mismo tiempo son más impulsivos en cuanto a personalidad.
La firma mental del extremismo y la violencia en todos los ámbitos (religioso, político, social) parece ser una mezcla de psicologías conservadoras y dogmáticas. El estudio se basa en una serie de encuestas de personalidad, tareas cognitivas y pruebas de seguimiento en cientos de voluntarios, realizadas por los investigadores entre 2016 y 2018.
Los participantes eran en su totalidad de Estados Unidos, siendo el 49,4% de sexo femenino y con edades que oscilaban entre los 22 y los 63 años. Los especialistas de Cambridge emplearon técnicas de modelado de datos como los análisis bayesianos, con el propósito de extraer correlaciones y luego medir hasta qué punto las combinaciones de cognición y personalidad pueden predecir las actitudes violentas y extremistas.
Búsqueda de soluciones mágicas y sencillas
Quizás la conclusión más importante del estudio es que la firma cerebral de la violencia estaría directamente relacionada con la búsqueda de cierto “reduccionismo” o intolerancia a la complejidad. En otras palabras, las personas con tendencia al extremismo buscarían formas de comprender el mundo que les garanticen cierta seguridad, ante un escenario siempre caótico y cambiante.
«Las dificultades sutiles con el procesamiento mental complejo pueden empujar inconscientemente a las personas hacia doctrinas extremas, que proporcionan explicaciones más claras y definidas del mundo, haciéndolas susceptibles a formas tóxicas de ideologías dogmáticas y autoritarias», concluyó el Dr. Leor Zmigrod, autor principal de la investigación.
Fuente: tendencias21.levante-emv.com