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Descubren el mecanismo cerebral implicado en la memoria asociativa indirecta

La memoria humana se basa principalmente en las asociaciones. Si queremos recordar algo, empezamos por un recuerdo, lo asociamos a otro y así llegamos al recuerdo pretendido.

La memoria asociativa desempeña un papel importante en los comportamientos cotidianos: si tenemos una experiencia desagradable asociada con un objeto (como una mesa o una sombrilla), al ver uno de esos objetos, reaccionamos en función del recuerdo asociado.

Existen memorias asociativas directas e indirectas. Las directas implican un vínculo preciso entre una información y las consecuencias positivas o negativas que comporta, e influirán en nuestras decisiones futuras.

Sin embargo, los comportamientos cotidianos están guiados generalmente por las memorias asociativas indirectas, basadas en relaciones entre diferentes informaciones previas (el caso de la mesa o la sombrilla, que nos traen malos recuerdos y nos llevan a buscar alternativas).

Esta memoria asociativa indirecta explica por qué sentimos a veces repulsión o atracción hacia determinados objetos, lugares o personas. Realmente, estos objetos, lugares o personas, no tienen nada que ver con la atracción o la repulsión que sentimos, pero desde nuestra percepción subjetiva están asociadas a un significado que nos atrae o aleja de ellas.

Significativo avance

Los científicos llevan tiempo estudiando esta forma de memoria, intentando comprender cómo funciona. La nueva investigación, publicada en la revista Neuron, representa un significativo avance en esta dirección.

En el pasado, las investigaciones, según explican en un comunicado, se han centrado principalmente en el estudio de las bases neurológicas de los aprendizajes asociativos directos. Sin embargo, los fundamentos cerebrales de los aprendizajes indirectos son menos conocidos.

Para conocer mejor estos mecanismos, estos investigadores han observado en laboratorio los modelos comportamentales de aprendizajes asociativos indirectos de los ratones. Lo han conseguido presentando a los roedores un olor (de un plátano o una almendra), así como un gusto (dulce o salado), de forma repetida y simultánea, sin mayores consecuencias para los animales.

A continuación, asociaron uno de los gustos a una enfermedad gástrica (parecida a una intoxicación alimentaria). Por último, presentaron el olor inicialmente asociado a este gusto y observaron que los ratones evitaban este olor, sintiendo la misma aversión por el gusto que por ese olor.

Obtuvieron resultados similares con una luz y un sonido y la transferencia entre estos sentidos no por un valor repulsivo, sino atractivo (obtención de una recompensa). De esta forma generalizaron los resultados de la primera fase del experimento.

Partes del cerebro implicadas

Los científicos constataron que este proceso de memoria asociativa indirecta (entre un olor y un gusto, entre una luz y un sonido), implica al hipocampo y a un sistema neuromodelador importante en el interior de esta estructura cerebral, el sistema endocannabinoide (SEC): se trata de un grupo de receptores cannabinoides endógenos localizados en el cerebro de los mamíferos a través de los sistemas nervioso y periférico.

Más específicamente, comprobaron que esta forma específica de aprendizaje asociativo indirecto implica a los receptores cannabinoides CB1 del hipocampo que están presentes al mismo nivel que el GABA, un neurotransmisor ampliamente distribuido en las neuronas del córtex cerebral.

Estos resultados permitirán a los investigadores evaluar si los receptores CB1 podrían intervenir también en otras estructuras cerebrales durante los procesos de aprendizajes asociativos indirectos. Indirectamente, esta investigación podría aportar interesantes pistas para la comprensión de ciertas patologías, como la esquizofrencia o los estados psicóticos, en los cuales esta memoria asociativa está alterada.

Fuente: es.sott.net