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Cómo fue y cuánto duró la avalancha submarina más larga jamás registrada

La avalancha submarina más larga que se ha registrado en movimiento en la historia de la ciencia: así la definieron los científicos.

Los datos indican que ocurrió en aguas cercanas a las costas de África occidental, en la desembocadura del río Congo.

Algo más de un kilómetro cúbico de tierra y lodo que se precipitó al fondo del océano.

Este fluido colosal de tierra se estuvo moviendo durante dos días a lo largo de unos 1.100 kilómetros en el lecho del océano Atlántico.

Y semejante fenómeno de la naturaleza hubiera quedado sin documentarse si no fuera porque la avalancha destrozó dos cables submarinos de telecomunicaciones, lo que hizo más lento el tráfico de datos entre Nigeria y Sudáfrica. Y llamó la atención de los científicos.

También en parte por el ojo previsor de los investigadores, que habían puesto en el llamado cañón del Congo instrumentos capaces de medir las velocidades de la corriente y los sedimentos.

“Tuvimos una serie de puntos de análisis oceanográficos que se vieron afectados por la avalancha y que nos enviaron una alerta”, explicó lo ocurrido el profesor Peter Tallin, de la Universidad de Durham, Reino Unido.

“Gradualmente se volvió más y más rápido. Una avalancha como estas erosiona el lecho marino a medida que avanza, recoge arena y lodo, lo que hace que el flujo sea más denso e incluso más rápido. Eso significó para nosotros tener datos a cada momento para ver cómo iba creciendo”, agregó.

La avalancha submarina —propiamente llamada corriente de turbidez— inició el 14 de enero de 2020. Pero no se reportó hasta esta semana, ya que los científicos tardaron en acceder a los sensores y en analizar toda la información que contenían.

Para el equipo que investigó este movimiento de tierra queda claro que hubo dos factores que impulsaron el fenómeno.

El primero fue una gran inundación a lo largo del río Congo, a finales de 2019. Esta inundación, que suele ocurrir una vez cada 50 años, desplazó grandes cantidades de arena y lodo hacia el cañón submarino.

Pero esto ocurrió dos semanas antes del 14 de enero de 2020.

Luego de eso, se presentó una serie de mareas inusualmente grandes en la costa de África occidental.

“Creemos que la corriente de turbidez se desencadenó con una marea muy baja”, le explicó a la BBC Dan Parsons, profesor de la Universidad de Hull, en Inglaterra.

“A medida que disminuye la carga del océano, se produce un cambio en la presión del agua dentro del sedimento, y eso hace que reduzca su resistencia”, agregó.

“Por el azar de la naturaleza, el río había llevado hasta ese lugar una cantidad enorme de sedimento. Entonces, cuando bajó la marea se desató este fenómeno”, concluyó.

Velocidad de los sensores

El análisis muestra que la corriente de turbidez pasó por la parte más superficial de los perfiladores de velocidad —una serie de sensores— que tenía el equipo de investigación a las 23:31 horas (GMT) del 14 de enero 2020 y llegó al último lugar donde estaban estos perfiladores casi 48 horas después, a las 21:01 horas (GMT) del 16 de enero.

En ese punto la avalancha había alcanzado unos 4.500 metros de profundidad.

El equipo ya tenía una noción de la velocidad que había tomado la avalancha al anotar los tiempos en que comenzaron a salir los perfiladores a la superficie.

Sin embargo, al recuperar estos perfiladores se pudo calibrar correctamente los cálculos hasta entonces aproximados.

Esto mostró que el flujo viajó inicialmente a 5,2 m/s en el cañón superior, pero luego aceleró continuamente hasta alcanzar los 8 m/s al llegar al final del canal.

Toda esta información fue recolectada por el equipo del profesor Talling, gracias a que en esa zona del planeta se encuentran tendidos varios cables internacionales de telecomunicaciones.

Ahora, los datos del informe pueden ayudar a mitigar las potenciales consecuencias de estas avalanchas.

Obviamente no es posible predecir con certeza cuándo ocurrirá un evento de esta naturaleza, pero saber algo sobre las condiciones que ayudaron a causarlo puede permitir optimizar la instalación de los cables y el posicionamiento global de los barcos que reparan dichos cables.

Por ejemplo, si llegara a presentarse una inundación como la que ocurrió en diciembre de 2019, podrían ubicarse embarcaciones de reparación en la zona a la espera de recuperar y arreglar los cables de manera más rápida.

Los dos cables que resultaron dañados —el South Atlantic 3/West Africa (SAT-3/WASC) y el West Africa Cable System (WACS)— fueron reparados en las siguientes semanas, pero se han registrado luego otros daños por la llegada de más sedimento al lugar donde están ubicados.

Daño

Otro dato interesante que ha surgido de la investigación es por qué algunos cables resultaron más dañados de que otros.

Esto estaría relacionado con diferentes puntos de erosión a lo largo del recorrido que tuvo la avalancha submarina.

En algunas áreas, la corriente de turbidez se habría hundido en el lecho marino, mientras que en otras simplemente virtió grandes cantidades de arena y lodo.

El estudio que se realizó sobre este fenómeno es el primero sobre los efectos de distintos parches de erosión y depósito de sedimentos en el lecho marino.

“Esta es información nueva para la industria de los cables submarinos y se está utilizando para diseñar nuevas rutas en este y otros cañones”, le dijo a la BBC Mike Clare, geocientífico marino del Centro Nacional de Oceanografía de Reino Unido y asesor del Comité Internacional de Protección de Cables.

Y “para evitar las áreas que tienen más probabilidades de experimentar una erosión profunda, ya que esto dejará el cable más vulnerable ante posibles daños”.

Es una cuestión relevante para la red mundial de cables submarinos.

Más del 99% de todo el tráfico de datos entre continentes pasa por estas conexiones, incluidas transferencias de dinero diarias por valor de millones de dólares.

Fuente: bbc.com