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Científicos japoneses logran mapear una década de cambios en la atmósfera de Venus

El estudio demuestra que los satélites meteorológicos geoestacionarios, pensados originalmente para la observación terrestre, pueden aportar datos valiosos en la investigación planetaria

Un equipo de la Universidad de Tokio ha logrado estimar las temperaturas de brillo en la atmósfera de Venus entre 2015 y 2025, gracias a imágenes infrarrojas captadas por los satélites meteorológicos japoneses Himawari-8 y Himawari-9. Estas observaciones, realizadas mediante las Cámaras de Imágenes Avanzadas Himawari (AHI), han permitido monitorizar las variaciones térmicas en las cimas nubosas del planeta con un nivel de detalle sin precedentes, revelando patrones hasta ahora desconocidos.

El estudio, publicado en la revista Earth, Planets and Space, demuestra que los satélites meteorológicos geoestacionarios, pensados originalmente para la observación terrestre, pueden aportar datos valiosos en la investigación planetaria. En palabras del investigador Gaku Nishiyama, que encabeza el proyecto, «se sabe que la atmósfera de Venus presenta variaciones anuales en la reflectancia y la velocidad del viento; sin embargo, ninguna misión planetaria ha logrado realizar observaciones continuas durante más de 10 años debido a su larga vida útil».

Los satélites Himawari, con una vida operativa prevista hasta 2029, ofrecen ventajas como mayor frecuencia de observación, baja interferencia y una cobertura multibanda en el infrarrojo, útil para analizar diferentes capas de la atmósfera venusiana. El equipo recopiló 437 imágenes útiles de Venus, tomadas cuando el planeta quedaba alineado entre el satélite y la Tierra, lo que permitió rastrear la evolución térmica diaria y anual.

A través del análisis comparativo de las distintas bandas infrarrojas, se confirmaron variaciones en la amplitud de las mareas térmicas y de las ondas planetarias, cuya intensidad parece disminuir con la altitud. Aunque la resolución temporal de los datos limita las conclusiones sobre las causas físicas subyacentes, los resultados sugieren posibles vínculos con cambios atmosféricos de largo plazo.

Además, la comparación con datos de misiones anteriores permitió detectar inconsistencias de calibración. El método, según Nishiyama, podría aplicarse también a otros cuerpos del sistema solar: «Creo que nuestro novedoso enfoque ha abierto con éxito una nueva vía para la monitorización a largo plazo y multibanda de los cuerpos del sistema solar. Esto incluye la Luna y Mercurio, que también estudio actualmente».

El investigador concluye que esta línea de trabajo permitirá avanzar en el estudio de la dinámica atmosférica y la evolución de planetas rocosos.

Fuente: eldebate.com

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