Un estudio del Harvard Aging Brain Study reveló que caminar al menos 3.000 pasos al día frena la acumulación de proteína tau, asociada al Alzheimer, y protege la función cognitiva en adultos mayores
La idea de que se necesitan 10.000 pasos al día10.000 pasos al día para mantener una buena salud puede resultar desalentadora, sobre todo para quienes llevan una vida sedentaria o tienen dificultades para alcanzar ese objetivo. Sin embargo, una investigación reciente del Harvard Aging Brain Study (HABS), publicada en la revista especializada Nature Medicine, ofrece una perspectiva más alentadora: caminar 3.000 pasos diarios ya marca una diferencia profunda en la salud del cerebro.
Caminar y la proteína tau: qué descubrió la investigación
El estudio hizo seguimiento a 296 adultos sanos de entre 50 y 90 años durante más de una década, registrando sus pasos mediante podómetros y evaluando su rendimiento cognitivo. El resultado fue contundente: las personas que caminaban menos de 3.000 pasos al día acumulaban proteína tau con mayor rapidez, una sustancia que, en la enfermedad de Alzheimer, forma ovillos dentro de las neuronas y deteriora la comunicación entre las células del cerebro. Esta acumulación aceleraba el deterioro de la memoria y otras funciones cognitivas a lo largo de nueve años.
Por el contrario, quienes superaban esa cifra mostraban una progresión mucho más lenta del deterioro neuronal. Caminar entre 3.000 y 5.000 pasos diarios retrasó el avance cognitivo en unos tres años, mientras que quienes alcanzaban entre 5.000 y 7.500 pasos lograban postergar los efectos entre seis y siete años en promedio. Así, el mensaje de los investigadores es claro: cada paso cuenta.
Cómo el ejercicio interrumpe el proceso del Alzheimer
Tradicionalmente, el foco de los estudios sobre Alzheimer estuvo puesto en las placas de amiloide, que se acumulan fuera de las neuronas. Sin embargo, este trabajo subraya que el verdadero daño se produce cuando la proteína tau se agrupa dentro de la célula, obstruyendo su funcionamiento y acelerando su muerte. El movimiento no elimina la presencia de amiloide, pero sí parece interrumpir la cascada que desemboca en la formación de ovillos de tau.
Incluso en personas con niveles elevados de amiloide, caminar más cada día se asoció con un avance significativamente más lento de la tau y una mayor resiliencia cognitiva, lo que implica más años de funcionamiento cerebral sin dependencia.
No hace falta llegar a los 10.000 pasos
El umbral popularizado de 10.000 pasos por día no surgió de un estudio científico, sino de una campaña comercial japonesa de los años 60. Aunque caminar esa cantidad tiene beneficios, la investigación de HABS demuestra que los beneficios cerebrales comienzan mucho antes. Incorporar tan solo un paseo de una cuadra más, cambiar el ascensor por las escaleras o caminar mientras se habla por teléfono ya suma un impacto concreto en la salud cerebral.
Los estudios también señalan otros mecanismos positivos asociados al movimiento, como el aumento del flujo sanguíneo cerebral, el estímulo a factores neurotróficos (como el BDNF) y la mejora de la plasticidad neuronal, todos ellos claves para mantener la memoria y el razonamiento con el paso del tiempo.
Una intervención simple y realista
Para quienes habitualmente caminan menos de 3.000 pasos al día, agregar apenas 800 metros puede ser suficiente para empezar a apoyar la salud del cerebro. No se trata de entrenamientos intensivos ni de rutinas exigentes, sino de incorporar pequeñas decisiones cotidianas que, sostenidas en el tiempo, se convierten en un factor protector.
En síntesis, la evidencia confirma que el Alzheimer no sólo debe pensarse como una enfermedad inevitable del envejecimiento, sino como un proceso donde los hábitos marcan una diferencia decisiva. Y caminar es, quizá, uno de los cambios más simples, accesibles y eficaces que cualquier persona puede comenzar hoy mismo.
Fuente: elpais.com.uy


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