Cada vez hay más humanos duplicados que comparten ADN sin ser familia
La existencia de “dobles” entre personas que no son familia se ha multiplicado con el crecimiento de la población y una nueva investigación ha descubierto que no solo comparten rasgos físicos similares, sino también ADN, hábitos y comportamientos. Sin embargo, difieren en cómo sus vidas impactan en sus respectivos genomas.
Una investigación desarrollada en el Instituto contra la Leucemia Josep Carreras en Barcelona y dirigida por el Dr. Manel Esteller, sugiere que las personas que comparten rasgos físicos similares pueden tener un ADN similar.
En un artículo publicado en la revista Cell Reports, los autores de esta investigación explican que el rostro humano es una de las características más visibles de nuestra identidad única como individuos.
Destacan que los gemelos monocigóticos comparten rasgos faciales casi idénticos y la misma secuencia de ADN, pero pueden mostrar diferencias en otros parámetros biométricos.
Llaman la atención asimismo sobre otro fenómeno no menos sorprendente: durante décadas, la existencia de individuos que se parecen entre sí sin existir ningún vínculo familiar entre ellos (conocidos como “dobles”, “look-alike” en inglés o “doppelgänger” en alemán) ha sido descrita como un hecho comprobado, pero anecdótico y sin ninguna justificación científica.
Humanos duplicados
Sin embargo, la irrupción de internet y de las redes sociales ha hecho que se compartan miles de fotografías personales por todo el mundo y ha puesto en evidencia que la existencia de “copias” entre las caras de personas que no son familia es más frecuente de lo que se pensaba.
La nueva investigación ha caracterizado en detalle un conjunto de humanos “parecidos”, definidos por algoritmos de reconocimiento facial, para su paisaje multiómico. Ha descubierto que estos individuos comparten genotipos similares y difieren en la metilación de su ADN y en el paisaje del microbioma.
Los resultados permitieron descubrir que los dobles humanos comparten variaciones similares de su ADN, particularmente en relación con los genes involucrados en la formación de la boca, la nariz, los ojos, la barbilla y la frente.
Pero las similitudes van mucho más allá del rostro, tal y como apunta el Dr. Esteller en un comunicado: “fue curioso comprobar que el parecido de estas parejas de dobles no solo se ceñía a los rasgos faciales, sino que, además de afectar a otras propiedades físicas (altura y peso), también se extendía a ciertos rasgos del carácter y el comportamiento”.
Cada vez más
Esteller considera que este estudio puede abrir nuevas líneas de investigación en el futuro en varios campos y destaca que, por un lado, “proporciona las bases para que a partir del análisis de la imagen y la forma de la cara se puedan diagnosticar enfermedades genéticas” y, por otro, “permitiría reconstruir la cara de una persona desconocida a partir únicamente de una muestra de ADN, uno de los grandes desafíos de la medicina forense y criminalística”, concluye el investigador.
Añade que, dado que actualmente la población humana es de 7.900 millones y está mucho más interconectada, cada vez es más probable que se produzcan y se conozcan estas repeticiones. “Ahora hay tanta gente en el mundo que el sistema se está repitiendo”, considera Esteller, citado por The New York Times.
El estudio se basó en 64 fotografías de parecidos, junto con cuestionarios de ADN y estilo de vida de saliva para cada participante, así como en los análisis de ADN de 16 parejas parecidas.
Tres algoritmos diferentes de reconocimiento facial calificaron la semejanza de 32 pares de personas parecidas, de las que la mitad fueron clasificados como dobles por los algoritmos. Luego, los investigadores realizaron análisis genéticos y encontraron 9 pares muy parecidos.
Juntos, estos súper dobles comparten 19.277 variaciones genéticas comunes en 3.730 genes, muchos de los cuales tienen que ver con rasgos corporales y faciales.
Cosas compartidas
Los cuestionarios personales a los que también fueron sometidos sugieren que comparten muchas más cosas. Algunas características del estilo de vida, como los hábitos de fumar, el peso y el nivel de educación, también se asociaron con muchas parejas parecidas.
Sin embargo, los participantes individuales diferían en cómo su vida impactaba su genoma. El microbioma de cada persona, por ejemplo, está fuertemente influenciado por factores ambientales como la nutrición, el ejercicio y el tabaquismo, observaron los investigadores. Esto significa que la flora intestinal difiere mucho de un individuo a otro, incluso entre aquellos que tienen una genética similar.
Lo mismo ocurre con el epigenoma de cada doble, que describe las modificaciones químicas realizadas en las hebras enrolladas de ADN que pueden activar o desactivar los genes. Estos diferían incluso entre los ultra parecidos en el estudio actual.
Es cierto que el tamaño de la muestra es pequeño, pero los resultados, según los autores, son “sorprendentes”.
Fuente: Tendencias21