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Así era uno de los primeros mapas náuticos locales de Hispanoamérica

En el último tercio del siglo XVI la Corona española puso en marcha un proyecto para obtener un completo mapa del Nuevo Mundo. El mecanismo ideado para tal fin fue el de las encuestas, conocidas como Relaciones Geográficas. A cada población se enviaría un cuestionario con más de 50 preguntas, que además se debería completar con un mapa de la región.
Estos mapas, conocidos como pinturas, en la mayor parte de los casos carecieron de mediciones sobre el terreno y por tanto de escala, así como de coordenadas geográficas. Sólo unos pocos casos se realizaron siguiendo los cánones de la cartografía europea. Entre ellos, destacan los mapas realizados por el sevillano Francisco Gali, navegante, explorador, cosmógrafo y cartógrafo.
En este contexto, Manuel Morato, investigador de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería (ETSI) de la Universidad de Sevilla, ha publicado en The Cartographic Journal un artículo sobre el mapa de Tlacotalpa, uno de los primeros ejemplos de cartografía náutica local en Hispanoamérica. Tlacotalpa, actualmente Tlacotalpán, es un pequeño pueblo fluvial del sureste del estado de Veracruz dentro de los límites de la Cuenca del Papaloapan, en México. El mapa lo levantó Francisco Gali por encargo de algunos alcaldes responsables de cumplimentar el cuestionario de las Relaciones exigidas por Felipe II.
“Estos funcionarios locales, en lugar de encargar la realización de los mapas a un artista local, aprovecharon que Gali, marino y con conocimientos en cartografía, se encontraba de paso por aquellas tierras viajando hacia la costa del Pacífico para que realizara el encargo del Rey de encontrar una ruta hacia Filipinas desde la costa occidental de México”, explica el profesor Morato.
Se trata de una carta náutica manuscrita de febrero de 1580 hecha con gran exactitud para los medios de la época, donde se muestra con gran detalle el litoral, estuarios, bahías, cabos, lagunas y ríos, indicando en algunas zonas la profundidad del agua. Tanto el mapa como el texto de la Relación se conservan en la Real Academia de la Historia en Madrid. Según su texto, en la lengua local náhuatl – Tlacotalpa significa ‘tierra partida’, que hace referencia al pueblo que originariamente se fundó en época prehispánica en una isla fluvial del río Papaloapan, tal y como se representa en el mapa.
“Se ha comparado el mapa de Gali con fotografías de satélites actuales y son imágenes prácticamente iguales salvando las distancias del tiempo y la propia evolución de las zonas pobladas, como la ciudad portuaria de Veracruz y su entorno”, añade el investigador. Así, la deformación planimétrica del mapa, comparado con uno actual, podría deberse según se postula en el trabajo a que Gali no realizó suficientes mediciones o que éstas se hicieron de forma rápida, dado que nuestro marino se encontraba de paso por aquellas tierras.

Expertos norteamericanos como Barbara Mundy sugieren como causa de las deformaciones que Gali podría haber utilizado un padrón (mapa maestro que se iba actualizando a medida que se descubrían nuevas tierras) existente de la costa, que tuviese esas deformaciones, limitándose el autor del mapa a completar la información añadiendo lugares y detallando accidentes geográficos.

El secretismo del padrón real

El profesor Morato sostiene en su trabajo que esta hipótesis es bastante improbable dado el carácter secreto que tenía el padrón real, que se custodiaba celosamente en la Casa de la Contratación en Sevilla y cuyas copias obsoletas eran destruidas para evitar que cayesen en manos de potencias extranjeras. Otras causas pueden estar motivadas por la falta de mediciones in situ y por la imposibilidad de determinar la longitud geográfica en el siglo XVI.

Francisco Gali es mundialmente conocido por sus viajes transpacíficos, pero poco o nada se sabe de él antes de que haga su aparición en América. Descubrió la ruta de Acapulco hacia Manila en 1583 y, según los datos que se conservan en el Archivo General de Indias de Sevilla, exploró las islas del archipiélago de Hawái, la costa de California y la bahía de San Francisco, siendo el primer explorador que la avistó, aunque no la cruzó, razón por la cual históricamente se le ha atribuido este descubrimiento a Gaspar de Pórtola en 1769 y a Juan de Ayala, quien fue el primero en cruzar la bahía en su goleta el 5 de agosto de 1775.

Este navegante sevillano escribió en 1585 el libro Viaje, descubrimientos y observaciones desde Acapulco a Filipinas, desde Filipinas a Macao y desde Macao a Acapulco. El manuscrito fue remitido al Virrey de México, pero por causas desconocidas, llegó a manos del holandés Jan Huygen van Linschoten (1563-1611) quien lo publicó en su idioma como Derrota de las Indias (Ámsterdam, 1596, 1614, 1626). Se publicaron también traducciones al inglés (Londres 1598), al alemán en el mismo año, al latín (La Haya, 1599) y al francés (Ámsterdam, 1610, 1619 y 1638). Pero nunca en español. Además, el paradero del original de Gali sigue desconocido, siendo otro de los misterios que envuelven la biografía de este personaje.

Gali intervino como cartógrafo en tres Relaciones Geográficas: Tlacotalpa (febrero de 1580), Coatzacoalcos (abril de 1580) y Tehuantepec (septiembre-octubre de 1580). Los dos primeros mapas están firmados por su autor, mientras que el mapa de Tehuantepec es anónimo, “aunque tiene un inconfundible parecido con las otras dos obras de Gali. Sin embargo, este mapa tuvo poco crédito por estar incompleto, ya que era evidente que no fue producto de las mismas técnicas de medición que aplicó en los otros dos trabajos del Golfo”, matiza Morato.

El profesor, junto con expertos de la Escuela de Estudios Hispano-Americanos (EEHA) del CSIC, trabaja desde 2010 en el estudio de la representación del territorio desde una perspectiva histórica a través de los mapas del siglo XVI, fundamentalmente los relacionados con el descubrimiento y colonización de América. Para este proyecto cuenta además con la colaboración de Carmen Maso, responsable de cartografía y artes gráficas de la Biblioteca de la Real Academia de Historia de Madrid, y de Michael Hironymous, responsable de libros raros y manuscritos de la biblioteca de la Universidad de Texas en Austin.

“Mucho de nuestro trabajo lo desarrollamos también en el Archivo de Indias de Sevilla, que es una fuente inagotable de conocimiento de libre acceso que tenemos a la mano y que a veces no valoramos”, destaca este investigador.

Fuente: SINC