Así es la práctica de infectarse voluntariamente para buscar curas a enfermedades
Un ensayo del Instituto Jenner de la Universidad de Oxford, donde se probó la prometedora vacuna R21, ha demostrado ser eficaz en hasta un 80%
En un giro inesperado del altruismo humano, un grupo de adultos jóvenes se ofreció como voluntarios para un ensayo médico que implicaba un riesgo considerable: ser picados por mosquitos infectados con el parásito de la malaria, que causa más de 600,000 muertes al año. Este ensayo, llevado a cabo en 2017 en el Instituto Jenner de la Universidad de Oxford, buscaba evaluar la eficacia de una nueva vacuna, la R21, que había comenzado a generar gran expectativa entre la comunidad científica.
Los voluntarios, en un acto de valentía y generosidad, colocaron sus brazos en recipientes diseñados para permitir que los mosquitos se alimentaran. Mientras los insectos chupaban su sangre, existía la esperanza de que la R21 proporcionara la protección necesaria contra la malaria, permitiendo a estos valientes participar en un experimento conocido como “ensayo de infección humana controlada”. Este tipo de ensayos, aunque arriesgados, se han vuelto cada vez más comunes en la investigación médica, contribuyendo a importantes avances en el desarrollo de vacunas.
El resultado fue prometedor: la vacuna R21 demostró tener una eficacia de hasta el 80% para prevenir la malaria, convirtiéndose en la segunda vacuna en la historia recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para su uso en la población. Las primeras dosis de esta vacuna ya están siendo administradas a bebés en Costa de Marfil y Sudán del Sur, países gravemente afectados por la malaria.
Adrian Hill, director del Instituto Jenner, subraya el renacimiento de los ensayos de infección controlada en las últimas dos décadas, destacando su importancia para acelerar la investigación y el desarrollo de vacunas. Aunque la idea de exponer deliberadamente a personas a enfermedades genera inquietud, los defensores argumentan que los beneficios pueden superar los riesgos, especialmente si se llevan a cabo bajo estrictas condiciones éticas y con tratamientos disponibles.
Sin embargo, el pasado oscuro de la ética médica, marcado por experimentos no consensuados y abusos, plantea preguntas difíciles sobre la validez de estos ensayos. La historia está llena de ejemplos, desde los experimentos nazis hasta los realizados en Guatemala en la década de 1940, que han alimentado el escepticismo y la preocupación en torno a la ética de los ensayos médicos.
A pesar de esto, el interés en los ensayos de infección controlada está creciendo, especialmente en el contexto de pandemias y la necesidad urgente de desarrollar tratamientos eficaces. Los científicos están considerando la exposición a patógenos más peligrosos, pero esto también plantea desafíos éticos significativos.
A medida que se avanza en esta dirección, es esencial garantizar que la seguridad de los voluntarios y el respeto por la ética en la investigación se mantengan en el centro del debate. Mientras tanto, los valientes que participaron en el ensayo de la vacuna R21 son recordados como pioneros en la lucha contra la malaria, demostrando que la curiosidad científica y el deseo de ayudar a otros pueden llevar a avances significativos en la medicina.
Fuente: portafolio.co