Así es la lava del volcán de La Palma por dentro
El análisis de las primeras rocas muestra que el magma viene del manto y llevaba pocos años acumulándose bajo la isla
El análisis de las primeras muestras de la lava del volcán de La Palma está sirviendo a los científicos para saber qué es lo que hay bajo la montaña. Lo primero que destacan es que procede del manto superior de la Tierra y llevaba unos pocos años acumulándose bajo la isla. Con una elevada proporción de vidrios volcánicos, la disección de estas rocas también ayuda a entender por qué la erupción no ha sido explosiva y cómo se ha desplazado la colada como lo ha hecho.
Lo de diseccionar es literal. En el laboratorio del departamento mineralogía y petrología de la Facultad de Ciencias Geológicas de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) recibieron por correo las primeras muestras de la lava de La Palma. Para analizarlas, las cortaron en láminas de rocas arrancadas a la colada que se había detenido ante la iglesia de Todoque antes de engullirla. Como si fuera embutido, la laminaron en capas de 0,3 milímetros y las estudiaron con un microscopio petrográfico.
Eumenio Ancochea, director del departamento que alberga el laboratorio de la UCM, destaca que caracterizar las rocas “es prioritario”. Por ejemplo, “la viscosidad de la lava está condicionada por el contenido, en particular de sílice, cuanto mayor sea su concentración más viscosa”, añade. Y, aunque hay otros factores, cuanto más viscosa, mayor explosividad. Las rocas analizadas, siendo de una lava basáltica, “el microscopio permite afinar e identificarla como basanitas”. Este tipo de rocas, “a igualdad de otros parámetros [como la temperatura o la presión] son propias de coladas menos viscosas y, por lo tanto, fluyen a mayor velocidad”, concluye el catedrático.
“Al ser una basanita poco evolucionada, tienen menos gases, siendo sus erupciones menos explosivas”
Inés Galindo, Instituto Geológico y Minero de España
Ancochea, miembro de Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de España, entregó su informe al Instituto Geológico y Minero de España (IGME-CSIC) y este ha presentado sus conclusiones a las autoridades del Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias (Pevolca). Una de sus científicas del IGME, Inés Galindo, detalla algunas de ellas: “La lava es muy similar a la de otras erupciones históricas en la isla, como la del San Juan”. Por su composición, la mitad de ella es vidrio volcánico, pero en las muestras analizadas también hay cristales de piroxeno, anfibol, olivino, óxidos de hierro o titanio. Y en la matriz, destacan microcristales de otros minerales llamados plagioclasas. “Se trata de una masa vítrea con bastantes cristales”, resume.
La composición de la lava ayuda también a explicar el tipo de erupción. “Permite determinar que procede del manto, no como las lavas del Teide o el Pinatubo, que tenían una cámara magmática donde el magma interacciona durante miles de años debajo”, explica la científica del IGME. En el caso del volcán de La Palma, la roca fundida ha emergido en un espacio de tiempo muy corto impidiendo su interacción con las rocas de la corteza terrestre sobre la que descansa la isla, lo que habría generado grandes cantidades de gases. “Al ser una basanita poco evolucionada, tienen menos gases, siendo sus erupciones menos explosivas”, detalla. Todo indica que el magma ascendió hace unos pocos años, de ahí el aumento de temblores sísmicos desde 2017, hasta que acumuló la suficiente presión como para romper la isla.
La procedencia desde la parte superior del manto, capa intermedia entre el núcleo y la corteza terrestres, la confirma otro informe independiente. Realizado por el Instituto Volcanológico de Canarias (INVOLCAN) con la colaboración de investigadores de la Universidad de Granada o el CNRS francés, entre otros, coincide en buena parte de sus conclusiones con el anterior del IGME. En este caso, además del análisis en el laboratorio con un microscopio petrográfico, contaron con un sofisticado espectrómetro de fluorescencia por rayos X portátil. Este aparato bombardea la roca con radiación para realizar un análisis químico.
El responsable de este segundo estudio es el geólogo de la Universidad de Leeds (Reino Unido) Matt Pankhurst, que, junto a investigadores de INVOLCAN, tomó las primeras muestras el lunes 20 de septiembre, al día siguiente del inicio de la erupción. “Estas lavas provienen del manto. Se encuentran entre las más calientes y ricas en metales alcalinos (sodio y potasio) del planeta”. Para él, estas rocas “están trayendo un mensaje escrito en sus cristales, como clinopiroxeno y olivino, de las partes profundas del sistema”. El primero de los minerales es el más abundante. Se trata de una roca silicatada compuesta de varios elementos: hierro, calcio, sílice, magnesio… Y la distinta concentración cuenta mucho sobre el magma, si es viejo o si viene de lo más profundo. El análisis de estos cristales “promete dibujar una imagen detallada e importante que añadir a lo que sabemos de esta erupción a medida que se va produciendo”, concluye.
La autora de la imagen que encabeza este artículo es la profesora de geoquímica Jane H. Scarrow, del Departamento de Mineralogía y Petrología de la Universidad de Granada. “Los colores más grises y blanquecinos se corresponden con plagioclasas, mientras que los más vivos son el clinopiroxeno”, explica. De esta particular composición los científicos pueden saber como era el magma. “Son como ventanas a los procesos en marcha en la profundidad del reservorio magmático”, añade. Al asomarse, se podría observar que ha habido combinaciones de magma con el aporte de otros más profundos. “A veces, estas irrupciones son las que provocan la erupción”. Por eso es tan importante tomar las muestras lo antes posibles y enfriarlas rápidamente: “para congelar las condiciones del magma a alta temperatura”, dice Scarrow.
Para el catedrático de petrología de la Universidad de Barcelona Domingo Gimeno identificar el tipo de lava es fundamental: “Su diferente composición química afecta a la viscosidad y, por tanto, al comportamiento de la colada”. Ahora hay que esperar al estudio de rocas posteriores para intentar adelantarse al volcán. De hecho, Gimeno considera que “se tenía que haber sabido al principio”. Pero, como señalan algunos de los que tomaron estas primeras muestras, en los primeros días lo urgente era ver por dónde iba a ir la lava.
Fuente: elpais.com