Existe incluso una fórmula para calcular cuánto se acerca un saludo al apretón de manos perfecto, aunque debemos verla como una curiosidad
Si la ciencia ha sido capaz de analizar cómo sería el abrazo perfecto, no debería sorprendernos que haya hecho lo mismo con el apretón de manos. Ahora que la pandemia se encuentra algo más relajada hay quien se atreve a volver a saludar así, en vez de con choques de codo. De hecho, en países como España, en los que es habitual saludar mediante besos en la mejilla, muchas personas piensan que todo lo que nos ha pasado y nos sigue pasando debería servir como señal para dejar a un lado este saludo, a veces incómodo, y sustituirlo por el apretón de manos. ¿Pero cómo debemos practicarlo para que sea un apretón de manos perfecto?
Lo cierto es que, al igual que con el abrazo, dependerá mucho de quién apriete tu mano y bajo qué circunstancias. Por mucho que se practique, si el saludo va después de la entrega de un finiquito posiblemente la otra persona no lo valorará como algo agradable.
Pero, dejando esto a un lado, sí que es verdad que algunos psicólogos se han encargado de dar las directrices para perfeccionarlo. De hecho, uno de ellos incluso ha establecido una fórmula para valorar si un apretón de manos es más o menos idóneo. No deja de ser una curiosidad, pero veamos en qué consiste.
La fórmula del apretón de manos perfecto
En 2010, un profesor del departamento de psicología de la Universidad de Manchester, Geoffrey Beattie, enunció una fórmula para calcular cuánto se acerca un saludo al apretón de manos perfecto.
Esta incluye doce parámetros: contacto visual (e), saludo verbal (ve), agarre completo de la mano (cg), sequedad de la mano (dr), fuerza del apretón (s), posición de la mano (p), vigor (vi), temperatura (t), textura de la mano (te), control ( c), duración (du) y sonrisa de Duchenne (D). Esta última hace referencia a una sonrisa natural, que incluye una contracción de los músculos zigomático y orbicular, generando este último pequeñas arruguitas en el ojo. Se puntúa del 1 al 5, según si no es nada Duchenne o si incluye todos sus rasgos. De hecho, todos los parámetros se miden del 1 al 5.
La conclusión de los cálculos con esta fórmula es que un apretón de manos perfecto debe hacerse con la mano derecha, apretando con firmeza, pero no demasiado fuerte, con una palma fresca y seca, mediante tres batidas aproximadamente y con una duración de no más de 2 o 3 segundos. Todo esto, además, debe hacerse manteniendo el contacto visual, con una sonrisa natural y una declaración verbal apropiada.
A estas conclusiones se llega mediante experimentos en los que se analiza la reacción de voluntarios a diferentes tipos de apretón de manos. De hecho, Beattie no ha sido el único en llevar a cabo este tipo de investigaciones. Por ejemplo, en 2020 se analizó cómo se aleja del apretón de manos perfecto uno de más de tres segundos.
Se hizo un análisis fotograma a fotograma de varias parejas de voluntarios realizando diferentes saludos. Así, se vio que cuando la duración era excesiva aumentaba la ansiedad posterior al mismo. Además, los participantes sonreían menos, de lo que se deduce un menor disfrute interaccional.
¿Por qué saludamos de esta forma?
Más allá de conocer el apretón de manos perfecto, está saber por qué nos saludamos de este modo.
En realidad, es un saludo muy antiguo, que se remonta a la época prerromana, cuando formaba parte de los conocidos como pactos de hospitalidad. Esta era una costumbre muy arraigada entre los pueblos indoeuropeos occidentales y en la Península Ibérica. Consistía en la realización de acuerdos de amistad entre personas o pueblos completos, que se sellaban mediante unas piezas de bronce, llamadas téseras, en las que se representaban precisamente unas manos entrelazadas.
Más tarde, en la edad media, los caballeros rivales se saludaban de este modo, usando la mano contraria al flanco en el que llevaban la espada, de modo que así se aseguraban que el otro no aprovecharía la tesitura para atacar.
A día de hoy, aunque depende mucho de cada cultura, está bastante extendido por todo el mundo.
En cuanto a las causas por las que nos estrechamos la mano para saludar, en 2015 se publicó un estudio muy curioso al respecto. En él, científicos del Instituto Weissman, de Israel, observaron que los voluntarios que se apretaban las manos en sus experimentos después se las olían inconscientemente. Esto lleva a pensar que evolutivamente podría tratarse de una forma de enviar señales químicas sociales para potenciar la interacción entre individuos. Algo así como cuando algunos animales marcan el territorio.
Pero, sin duda, si hay un ámbito en el que predomina este saludo es el de los negocios. Por eso, en 2019 se publicó otro estudio, basado en varios experimentos, en los que se demostraba que en las reuniones en las que sus participantes se dan un apretón de manos al inicio luego es más probable que cooperen entre ellos. Es más, en el último experimento, se vio que si se saludaban de esta forma era más probable que una persona ayude a otra, incluso si esa relación le supone perjuicios a su propio interés.
En definitiva, el apretón de manos perfecto parece tener unos parámetros muy concretos, pero estos no lo son todo. Mostrar tu afán de cooperar a un nuevo socio, a tu suegro o a tu jefa siempre será positivo con un buen apretón de manos. Al menos así mostraremos que, de momento, no tenemos intención de sacar la espada. Es un buen comienzo.
Fuente: hipertextual.com