Alerta en el espacio: el día en que un astronauta quedó flotando sin protección
Bruce McCandless desafió los límites de la gravedad al flotar por el espacio sin ataduras
La Nasa, sin duda, ha regalado momentos épicos que quedarán para siempre guardados en la memoria de millones de ciudadanos a lo largo y ancho del mundo.
De seguro, la hazaña más conocida es la de Neil Armstrong, quien en 1969 dio “un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad” al convertirse en el primer ser humano en pisar la Luna; sin embargo, aunque memorable, gloriosa e inolvidable, esta no es la única proeza espacial que se le atribuye a la agencia estadounidense.
Frágil, diminuto y, aparentemente, vulnerable ante la inmensidad del cosmos, Bruce McCandless II hizo historia cuando, el 7 de febrero de 1984, logró obtener el honroso título de ser el primer ser humano en flotar sin ataduras por el espacio exterior.
Tal vez, para algunos, su nombre resulta apenas familiar; no obstante, para la historia aeroespacial Bruce McCandless II es sinónimo de gloria, valentía y, por supuesto, heroicidad.
“Fue una sensación maravillosa, una mezcla de euforia personal y orgullo profesional: me había llevado muchos años llegar a ese punto. Varias personas se mostraron escépticas de que funcionara, y con 300 horas de práctica de vuelo, estaba sobreentrenado”, fueron las palabras con las que el, ahora célebre, astronauta, describió aquella experiencia que, entre otras cosas, marcó un antes y un después en la exploración en el espacio.
La historia de la navegación espacial es también la historia de Bruce McCandless II, quien rompió con todos los límites de la física, la gravedad y la ciencia para protagonizar una foto que, quizás, más de uno tiene colgada en la pared de su habitación.
Una épica caminata espacial
¿Un astronauta sin ataduras que flotaba magistralmente por el espacio exterior? La fotografía, a simple vista, solamente podía ser descrita con una palabra: surrealismo.
Para fortuna de la historia del programa espacial de la Nasa y de los sucesores de McCandless, no se trataba de un montaje fotográfico y mucho menos de una invención del gobierno: lejos de la seguridad del transbordador espacial Challenger, Bruce se movía en soledad por el oscuro vacío del cosmos a aproximadamente 273 kilómetros sobre la superficie de la Tierra.
Una vez flotó exitosamente por el espacio, no perdió la oportunidad de recrear una de las más icónicas frases de su antecesor, Neil Armstrong.
“Mi esposa estaba en el control de la misión y había bastante aprensión. Quería decirle algo similar a Neil (Armstrong) cuando aterrizó en la Luna, así que dije: ‘Puede que haya sido un pequeño paso para Neil, pero es un gran salto para mí’. Eso aflojó un poco la tensión”, escribió McCandless en 2015, de acuerdo con el diario español ‘La Vanguardia’.
Sin la ayuda de la Unidad de Maniobras Tripuladas -conocida como UMT, una mochila propulsada que permite el vuelo al aire libre- la épica escena podría haber resultado inverosímil, por no decir imposible; no obstante, gracias a los chorros de nitrógeno expulsados a alta presión de la unidad de propulsión, lo que antes podría haber parecido un mito, se convirtió en toda una realidad durante la misión 41-B.
El vuelo sin ataduras de Bruce fue catalogado por el periódico estadounidense ‘The New York Times’ como todo un “espectáculo de valentía y belleza” y no era para menos: Bruce McCandless se aventuró más lejos de los confines y la seguridad de su nave que cualquier astronauta anterior lo había hecho nunca para contribuir al lanzamiento y despliegue de dos satélites de comunicaciones.
Lejos de ser otra misión más de la Nasa, la foto de Bruce explorando el espacio exterior se ha convertido en un icono del campo, tanto así que ha trascendido años, generaciones y países.
“Supongo que es justo decir que me ha sorprendido la cantidad de gente que se me acerca y me dice: ‘Oye, tengo tu foto en mi habitación’. Se ha convertido en un icono del programa espacial y, de alguna forma, parece representar la personificación del deseo de la humanidad de liberarse de la gravedad y ser capaces de volar por el cosmos”, contó Bruce, en una oportunidad, para ‘National Geographic’.
¿Qué se siente flotar en el espacio sin ataduras?
¿Quién mejor para responder qué se siente flotar en el espacio sin ataduras, sino el primer ser humano en hacerlo? Aunque Bruce McCandless murió en el año 2017, a la edad de 80 años, no se llevó el secreto a la tumba.
El encontrarse a la deriva, sin nada más que su traje y una mochila propulsada por nitrógeno, son factores que pudieron erigirse como preocupaciones latentes de Bruce durante su travesía espacial; sin embargo, más que la posibilidad de poder encontrar la muerte durante la misión, lo que realmente preocupaba al astronauta era el intempestivo y voraz frío que lo cobijaba.
“Lo único que me preocupó fue que cuando me alejé del transbordador, de repente tuve muchísimo frío. Temblaba, me castañeteaban los dientes. La razón es que la posición H, o hot (caliente), del sistema de soporte vital no está realmente caliente”, señaló en diálogo con ‘National Geographic’.
A diferencia de lo que muchos podrían pensar, estar a cientos de kilómetros sobre la superficie de la Tierra no resulta una experiencia tan serena, pacífica e imperturbable como parece; todo lo contrario, entre mensajes de radio y vestigios de comunicación terrestre, la serenidad es, tal vez, lo último que se experimenta.
“La verdad es que pensé que sería etéreo, en términos de silencio, pero me equivocaba. Tenía comunicaciones por radio y había tres personas hablando conmigo. No fue precisamente pacífico y silencioso”, agregó McCandless II en la entrevista mencionada anteriormente. Eso sí, aunque caótica, la experiencia no deja de ser divertida.
¿Cuántas personas no sentirían curiosidad por mirar, aunque sea solo un poco, hacia el imponente planeta Tierra que se posa debajo de sus pies flotantes? Si bien esta duda puede resultar muy popular entre la mayoría de astronautas, Bruce no quiso conocer con certeza su respuesta.
De hecho, el astronauta contó que, durante la misión llevada a cabo en 1984, evitó mirar hacia abajo, pues su punto de referencia era el transbordador espacial Challenger, a través del cual se orientaba como si fuera un avión volando en formación con otro.
Con su heroica hazaña, esta proeza de la aeroespacialidad no solo cambió el futuro de los astronautas para siempre, sino que también modificó, al igual que muchos otros colegas, su perspectiva del planeta Tierra y así lo comentó en diálogo con ‘National Geographic’: “Creo que puedo decir con seguridad que la percepción de casi cualquier persona que haya volado al espacio y contemplado la Tierra ha cambiado. La sensación predominante parece ser que, cuando miramos hacia abajo desde el espacio, no podemos ver las subdivisiones políticas y nos preguntamos por qué no podremos aprender a colaborar los unos con los otros para salir adelante”.
Bruce McCandless: un astronauta a todo dar
Si bien a Bruce McCandless se le conoce, principalmente, por la misión espacial que, entre otras cosas, dejó una foto que le dio la vuelta al mundo por su inusualidad, su vocación va mucho más allá: fue un astronauta y ciudadano estadounidense a todo dar.
No solo protagonizó una exitosa misión espacial que llegó a oídos de ciudadanos, expertos y colegas a lo largo y ancho del globo, sino que fungió como comunicador de control de misión para el paseo lunar de Neil Armstrong y Buzz Aldrin en la misión Apolo 11, para después hacer parte del equipo de apoyo de la misión de Apolo 14 -entre enero y febrero de 1971-. Como si fuera poco, ayudó a diseñar la mochila propulsora que lo ayudó a flotar en el espacio.
Nacido en Boston, Estados Unidos, fue al instituto en Long Beach (California), y, posteriormente, se graduó de la Academia Naval en Annapolis (Maryland), donde fue compañero de clase del exsenador John McCain.
“Bruce sirvió a su país con humildad y dignidad, y nos animó a todos a alcanzar nuevas alturas”, dijo McCain tras la muerte de Bruce en 2017, según ‘The Guardian’.
Fuente: eltiempo.com