ADN Ambiental, la tecnología para detectar a la vaquita marina en el Alto Golfo de California
Una experta en ADN Ambiental implementó esta tecnología en el Crucero de Observación 2024 para seguir la huella de la vaquita marina. Los resultados de las muestras que se colectaron podrían aportar información para saber qué otras áreas usa la vaquita, además de la Zona de Tolerancia Cero, y complementar a los trabajos de monitoreo acústico y visual
En las aguas del Alto Golfo de California se encuentra el hogar de la vaquita marina (Phocoena sinus), un cetáceo conocido como el más pequeño del mundo. Sin embargo, su supervivencia es crítica ante el constante descenso de su población en las últimas tres décadas.
Para continuar con los trabajos de monitoreo y avistamiento de esta especie, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) y la organización internacional Sea Shepherd, organizaron el Crucero de Observación de vaquita 2024, en el que, además del monitoreo acústico y visual, implementaron una nueva tecnología conocida como ADN Ambiental para recabar la huella de esta marsopa en el agua del mar.
Desde el muelle del municipio de San Felipe, en Baja California, científicos, especialistas, sociedad civil y jóvenes de la comunidad zarparon del 5 al 26 de mayo para ser parte de los trabajos de monitoreo visual y acústico con los que se determinó el tamaño mínimo de la población de la vaquita marina, el carismático cetáceo que vive únicamente en el litoral mexicano.
Una de las científicas que fue parte de la expedición es la Dra. Tania Valdivia Carrillo, investigadora postdoctoral en el Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste en La Paz, Baja California Sur, y líder de los trabajos de ADN Ambiental en el Crucero de Observación 2024.
¿Qué es el ADN Ambiental?
El ADN Ambiental, según explica la experta para Animal MX, es una metodología que tiene el objetivo de perseguir las huellas de la vaquita en el mar para determinar su presencia, sin la necesidad de tener grandes embarcaciones tras la marsopa.
Para obtener el ADN Ambiental, la Valdivia Carrillo comparte que en el Crucero de Observación, ella y el equipo que la acompañó se encargaron de tomar una serie de muestras en el mar.
“Los resultados de estas muestras son una oportunidad para que métodos como el monitoreo acústico y visual que se han empleado desde hace más de dos décadas para observar a vaquita marina complementen los trabajos de conservación de esta especie que, desde 2015, no se repetía un esfuerzo como este”, señala la líder de ADN Ambiental de vaquita marina.
El Dr. Gustavo Cárdenas Hinojosa, experto e investigador que forma parte del Grupo de Investigación y Conservación de Mamíferos Marinos de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) y colaborador del monitoreo acústico pasivo para detectar a ejemplares de vaquita marina, menciona que actualmente solo se colocan detectores acústicos en la Zona de Tolerancia Cero y por lo tanto las muestras y resultados del ADN Ambiental permitirán conocer la presencia de vaquitas en sitios donde no se realiza el monitoreo acústico.
“El monitoreo acústico lo usamos para detectar la presencia de vaquitas marinas a través de la grabación de sus vocalizaciones. Entonces, esta nueva técnica, si se implementa en otras áreas donde no las estudiamos actualmente, va a permitir guiar los esfuerzos de dónde buscar”, explica Cárdenas Hinojosa.
Perseguir la huella de vaquita marina en el mar
La Dra. Tania Valdivia Carrillo, explica que el ADN Ambiental es el material genético que se obtiene de muestras ambientales sin tener que observar a los organismos completos ni escucharlos, como ocurre con la vaquita marina.
Las muestras de ADN Ambiental se obtienen del agua, el aire o el suelo. Para la vaquita marina se trabajó con pruebas ambientales de agua de mar. De ellas se realizó un filtrado fino del líquido para obtener todas las partículas que se encuentran suspendidas en el mar.
Valdivia Carrillo, advierte que en estas muestras se puede encontrar una mezcla de ADN y de células de todos los organismos que habitan en el ecosistema del Alto Golfo de California.
“Entonces, una parte importante es el muestreo que es la obtención de moléculas de ADN a partir de muestras ambientales, pero también hay un componente importante de laboratorio y procesamiento a partir de técnicas de biología molecular como es la reacción en cadena de la polimerasa o PCR cuantitativo, utilizado para detectar una sola especie o para detectar un conjunto de especies que se encuentra en un ecosistema”, explica la experta.
El interés por revelar a una o varias especies va a determinar el tipo de protocolo o metodología con el cual se analizarán las muestras ambientales. En el caso particular de la vaquita marina, el método de ADN ambiental puede ser una herramienta informativa útil para esta especie.
Entre las ventajas, describe la experta, es que no tenemos que ver a los organismos ni oírlos. Son metodologías altamente sensibles que detectan una cantidad muy baja de moléculas de ADN en el ambiente y es, relativamente, económica en comparación con el costo de usar grandes embarcaciones.
Al no ser una metodología invasiva para las especies, permite que sea accesible y aplicable para muestrear la Zona Tolerancia Cero (ZTC) en el refugio de vaquita marina, así cómo las zonas que están fuera de ella.
La esperanza al escuchar a la vaquita del Alto Golfo
Gustavo Cárdenas Hinojosa tiene como línea de investigación la ecología de cetáceos y para estudiarlos aplica el monitoreo acústico pasivo, una técnica que usa para el estudio de vaquita marina en los cruceros de observación que se han realizado para estimar la abundancia o el tamaño mínimo de la población.
Para él, tanto la metodología de ADN Ambiental como el monitoreo acústico pasivo, van de la mano y se complementan para ayudar en la búsqueda de ejemplares de marsopa.
“Se complementan muy bien porque el muestreo del agua es para saber si hay o hubo partículas de ADN de vaquita (…). A diferencia del monitoreo acústico, los sonidos que emite la vaquita son de muy alta frecuencia, disipándose muy rápido en el mar y la capacidad que tiene un detector acústico autónomo de registrar ésta, en un rango de detección de 250 metros aproximadamente”, señala el investigador.
En ese sentido, mientras el monitoreo acústico pasivo da certeza de que la vaquita estuvo en una área determinada en los días en que grabaron sus “clics”, los resultados con ADN Ambiental permiten confirmar la presencia de la especie dentro de los sitios muestreados.
“Si el aparato pudo grabar el sonido, es porque la vaquita estaba muy cerca”, añade Cárdenas Hinojosa.
Los alcances del monitoreo acústico
Durante los resultados del crucero de observación de vaquita marina 2024, Cárdenas Hinojosa detalla cómo es el sonido que emite esta especie bajo el mar del Alto Golfo de California.
Las vaquitas, según explicó el experto, producen sonidos conocidos como “pulsos de ecolocalización”. Esto le permite emitir señales de alta frecuencia centradas entre 128 y 139 KHz. Estos “clics” se encuentran por encima de los sonidos que emiten delfines y cachalotes.
Por su conocimiento, los pescadores han sido clave para la colocación de los detectores acústicos en la Zona de Tolerancia Cero del refugio de la vaquita marina.
“El monitoreo acústico pasivo es una herramienta muy eficiente. Los aparatos que usamos son autónomos y están instalados en la columna de agua grabando 24 horas y pueden durar hasta un mes o más. Al instalarlos en diferentes sitios de muestreo tenemos una malla de muestreo que abarca una área muy grande”, explica Cárdenas Hinojosa.
El monitoreo acústico, desde su implementación, ha contribuido en información para la conservación de la vaquita marina. Desde el 2011, explica el investigador, usaban esta herramienta para conocer la frecuencia de detección de la marsopa en el Refugio de la Vaquita y con ello, lograron conocer la tendencia de la población.
Una década después, a partir del 2021, es que gracias al monitoreo acústico se decide estudiar a la vaquita marina solamente en la Zona de Tolerancia Cero.
El doctor Cárdenas Hinojosa, agrega que el trabajo que han realizado con el monitoreo acústico pasivo para estimar el tamaño mínimo de la población de vaquita marina, ha sido guía para los esfuerzos visuales en sitios de muestreo en áreas donde se detectan acústicamente a la vaquitas.
Para lograrlo, el experto entregaba un informe diario a la líder de equipo visual para que ella pudiera decidir dónde buscar a las vaquitas. Este reporte permitía aumentar la probabilidad de encontrar a las vaquitas con los binoculares de alta potencia, poderlas fotografiar para estudios de identificación y también, determinar si eran individuos diferentes.
En el Crucero de Observación 2024, Cárdenas Hinojiosa dijo que el uso de monitoreo acústico pasivo para saber donde estaban las vaquitas abarcó un área de estudio más grande ya que no solo fue el área de la Zona de Tolerancia Cero (ZTC), sino que también se colocaron tres anclajes con detectores acústicos en áreas de su distribución histórica como la zona norte, incluido uno casi cercano al Golfo de Santa Clara para probar algunos dispositivos que liberan una boya.
Esto permitirá colocar anclajes sin boya en superficie, es decir, evitará interacción con actividades pesqueras. Esto dará paso para iniciar un estudio de monitoreo acústico fuera de la ZTC para conocer si las vaquitas usan de nuevo otras áreas de su hábitat .
Los resultados de ADN Ambiental
La vaquita marina es una especie que está en movimiento mientras busca alimento. De acuerdo con un artículo de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), la dieta de la marsopa se basa en calamares y pequeños peces.
Los peces que se han identificado constan de 20 especies como: curvinita (Isopisthus altipinnis), el pez sapo (Porichthys mimeticus), el pez roncacho (Orthopristis reddingi), la anchoa (Anchoa nasus) y la corvineta (Bairdiella icistia), calamares (Lolliguncula panamensis y Loliopsis diomediae) y camarones. Todos abundantes en el Alto Golfo de California.
En un solo día, según explicó el Dr. Gustavo Cárdenas, la vaquita marina puede nadar libremente por la Zona de Tolerancia Cero (ZTC) e irse hacía otras áreas donde también encuentran los recursos necesarios para alimentarse.
En su recorrido, la vaquita marina -al igual que otras especies en el mar- dejan detrás una huella de su paso, como los humanos cuando nos trasladamos de un sitio a otro. Por este motivo, las muestras de ADN Ambiental aumentan la probabilidad de detección de la marsopa.
Para obtener los resultados de una sola muestra de ADN Ambiental para determinar que se detectó la presencia de la vaquita marina, es cuestión de algunos días para concluirlo. Sin embargo, para los resultados del Crucero de Observación 2024 tomará algunas semanas ya que se tomaron muestras de los 55 sitios con sus réplicas, que correspondió a la gradilla los detectores acústicos (F-PODS).
“Lo que hicimos en el Crucero de vaquita fue muestrear completamente en los F-PODS que son los 55 puntos de la gradilla. Tomé tres muestras de agua, entonces, tengo una cobertura completa de la gradilla de F-PODS, sin ver ni escuchar a los animales. Esto solo es un barrido con muestras ambientales, al mismo tiempo estuve trabajando con el equipo de monitoreo visual en el barco de Sea Shepherd y los observadores que vinieron de Estados Unidos y que llevan más de 20 años trabajando con la especie”, describe la Dra. Tania Valdivia.
Además de estas muestras que tomó en los sitios de trabajo, la investigadora recolectó otras pruebas denominadas ‘muestreos oportunistas’. Este proceso se realizó mientras los expertos buscaban a la especie y de los avistamientos.
“Cuando había avistamiento, lo que hacíamos era subirnos a la panga con ayuda de uno de los observadores y nos acercábamos al sitio donde está vaquita emergiendo para respirar. La idea fue tomar muestras de agua directamente en esos sitios”, detalla.
“La ventaja de tener estas muestras es que aumentas la probabilidad de detección de la vaquita porque estás viendo al animal ahí, y si tomas una muestra de agua exactamente donde emergió la vaquita, tienes una mayor probabilidad de detectar sus moléculas de ADN que si no ves al animal”, agrega.
Actualmente, las muestras acumuladas por la experta se encuentran en el laboratorio, las cuales procesa para extraer el ADN específico de la vaquita marina.
Para la investigadora, la experiencia de haber contribuido con pruebas de ADN Ambiental para vaquita marina la hacen sentir afortunada, donde los seis años de experiencia aplicando esta tecnología le permiten aportar información sobre esta especie para su conservación y conocimiento en las detecciones.
Además, trabajar en el Alto Golfo de California también ha sido un reto técnico, metodológico y académico, por tratarse de una especie tan poco abundante, lo que implica un desafío para su detección con cualquiera de los métodos con los que se trabaje.
“Me siento afortunada de colaborar y conocer a personas investigadoras que han estado trabajando en el tema de vaquita desde hace muchos años y tener la experiencia de que ellos compartan lo que ha sido trabajar con la especie. Eso te da motivos para seguir apoyando y colaborando en lo que esté en nuestras capacidades para su conservación”, comparte.
Fuente: animalpolitico.com