El 22 y 23 de octubre de 1975, hace 50 años, las sondas soviéticas Venera 9 y Venera 10 enviaron a la Tierra las primeras fotografías tomadas desde la superficie de otro planeta
Venus, el planeta del amor y la belleza, es llamado Venera en ruso. De la raíz latina venera proviene venerar y se nombra a las enfermedades venéreas, las enfermedades del “amor”.
Venus, el planeta “gemelo” de la Tierra y el más cercano, dista del Sol a 108 millones de km, y de la Tierra a 38 millones de km, en la menor distancia entre ambos planetas. Su tamaño es comparable al de la Tierra, mide 12 104 km y la Tierra 12 756 km de diámetro. Pero ahí acaban las similitudes, lo que sigue es un verdadero infierno.
Venus está cubierto en su totalidad de nubes, lo que impide observar al interior como lo hacemos en Marte, Mercurio o la Luna. Las nubes de Venus reflejan el 70 por ciento de la luz del Sol, convirtiéndolo en el planeta más brillante en el cielo.
Su atmósfera es 96% dióxido de carbono y el resto de ácido sulfúrico, aunque al parecer, hay más agua de lo que se pensaba.
La belleza exterior de Venus contrasta con su infernal interior. El calor es abrasador, 470°C, la presión es aplastante, equivale a sumergirnos 900 metros bajo el agua. Hay tormentas y rayos, lluvias de ácido sulfúrico corroen a las naves espaciales que se aventuran a explorar Venus. Este ácido se evapora antes de tocar el suelo.
Esto no lo aleja de ser el planeta del amor y la belleza, al contrario, como decía mi padre: “Venus, al igual que el amor es bello por fuera y tormentoso por dentro“, GMH.
¿Cómo diseñar una nave espacial que sobreviva a semejante infierno? Se sabía que era caliente y con mucha presión, pero se desconocía cuánto.
La Venera 4 (1967) fue la primera sonda espacial en entrar en Venus. Estaba diseñada para flotar pues se pensaba que Venus tenía océanos. Aunque la Mariner 2 de la NASA (1962) había medido la temperatura (desde el espacio) y se intuía que no había océanos. Aún así, los científicos soviéticos optaron por lo seguro y la diseñaron con la capacidad de flotar. Sin embargo, la Venera 4 ni siquiera alcanzó la superficie, se destruyó en pleno descenso por las agrestes condiciones climáticas.
Las siguientes Venera 5 y 6 (1969) midieron la temperatura y presión durante el descenso, aunque dejaron de transmitir a 18 km de altura, cuando la temperatura era de 320°C y la presión de 27 atmósferas o 27 veces la presión a nivel del mar en la Tierra.
Con estos datos, un nuevo rediseño logró la gran hazaña. El primer aterrizaje controlado en otro planeta lo realizó la Venera 7 en 1970 en Venus. La sonda transmitió durante 23 minutos datos de la superficie, la temperatura y presión, antes de sucumbir ante el mortífero ambiente.
Con un nuevo diseño para operar por más tiempo, las Venera 8 y 9 despegaron en 1972. El cohete que portaba a Venera 9 no logró impulsarla fuera de la orbita terrestre, y la Venera 9 (rebautizada Kosmos 482) quedó alrededor de nuestro planeta, hasta caer a tierra el 10 de mayo pasado (2025), sí, 53 años después. Su gemela la Venera 8 realizó su importante misión en Venus. Midió la temperatura en 470°C y la presión en 90 atmósferas.
Nuevo rediseño, nueva Venera 9 y 10
El 8 y 14 de junio de 1975 despegaron sendos cohetes Proton K con las Venera 9 y Venera 10, en ruta al brillante y abrasador planeta.
Meses después, el 20 de octubre se separó del orbitador el módulo de descenso de la Venera 9 y emprendió su gran hazaña, aterrizó en Venus dos días después, el 22 de octubre, hace 50 años.
Aquél día, Venera 9 penetró en la densa capa de nubes, estuvo expuesta al calor abrasador y la presión aplastante. Midió las condiciones atmosféricas que transmitió al orbitador. Minutos después tocó suelo en un aterrizaje suave (más o menos), pero Venera 9 estaba diseñada para soportarlo.
De inmediato desplegó sus cámaras de televisión y fotografías y envío estos datos junto a mediciones atmosféricas al orbitador que los retransmitió a la Tierra. Por primera vez había una imagen desde la superficie de otro planeta.
Al día siguiente, el 23 de octubre, la Venera 10 aterrizó en Venus y envió sus mediciones e imágenes a su orbitador, con resultados similares a Venera 9.
Las fotografías originales son en blanco y negro y con una distorsión panorámica curva. Décadas después, en 2014, Ted Stryk, especializado en reprocesamiento de imágenes de misiones espaciales soviéticas, mejoró las imágenes para mostrar paisajes sin distorsión, y basado en los datos agregó el color. El resultado es una imagen “real” del interior de Venus.
Hace 50 años se logró un hito en la exploración espacial, aterrizar en un mundo agresivo y fotografiarlo. La Unión Soviética lanzó 35 misiones a Venus, de las cuales 16 fueron exitosas. Las últimas en lograrlo fueron las Venera 13 y 14 en 1982 y desde entonces nadie ha regresado, salvo unas sondas orbitales y otras de sobrevuelo. Fue la Unión Soviética la única nación que se atrevió a aterrizar en Venus y fotografiarlo.
Fuente: oem.com.mx
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