Han sido dos semanas convulsas para los teóricos de la computación. El pasado 4 de enero, László Babai, catedrático de la Universidad de Chicago, impactaba a la comunidad tras retractarse de un resultado que, en noviembre de 2015, los expertos de la disciplina habían aclamado como el logro de la década. Poco después, el 9 de enero, Babai anunciaba que había corregido el error presente en su demostración. Y cinco días más tarde, el 14 de enero, el matemático que había identificado el problema en el trabajo de Babai —el peruano Harald Helfgott, de la Universidad de Gotinga y el CNRS francés— confirmaba públicamente que la nueva demostración de Babai era correcta en una charla impartida en el seminario Bourbaki de París, uno de los ciclos de conferencias más reputados en matemáticas.
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