Contrariamente a lo que se pueda pensar, el melanoma no es exclusivo del verano o del buen tiempo. Y es que la exposición al sol –o lo que es lo mismo, a los famosos rayos ultravioleta (UV)– durante el invierno también conlleva riesgo de desarrollar este cáncer de piel. De hecho, la nieve refleja un 80% de la radiación UV, un porcentaje superior al del agua del mar o la arena de la playa. Por tanto, debe requerirse a la población una mayor cautela a la hora de procurarse una piel morena. Más aún, si cabe, cuando como consecuencia del mal tiempo se recurre a fuentes artificiales que intensifican la exposición a los rayos UV como las camas solares –o cabinas de bronceado–. Y es que como confirma un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Oslo (Noruega), el uso de estos dispositivos puede incrementar, y mucho, el riesgo de acabar sufriendo este tipo de cáncer cutáneo.
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