Hasta la fecha, si los científicos querían estudiar células sanguíneas, bacterias u otros microorganismos bajo el microscopio, tenían que situarlos sobre un sustrato, como la superficie de un cubreobjetos, una opción muy problemática. Uno de los problemas que afrontan los investigadores que quieren examinar células biológicas microscópicamente es que cualquier tratamiento preparatorio las cambiará. En muchas bacterias, su conducta normal se da solo cuando pueden nadar libremente en una solución. Las células sanguíneas son un caso parecido: en condiciones normales fluyen de manera rápida y continua por los vasos sanguíneos, en vez de estar inmóviles en una superficie. No resulta pues raro que, si quedan adheridas a una superficie, esto cambie su estructura celular en el marco de un proceso perjudicial para ellas, que conduce muy pronto a su muerte.
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