Durante décadas, los científicos han considerado que el factor clave para determinar si un planeta puede albergar vida es la distancia a su estrella. En nuestro Sistema Solar, por ejemplo, Venus está demasiado cerca del Sol y Marte demasiado lejos, mientras que la Tierra tiene la fortuna de encontrarse en el lugar perfecto. Esa distancia es lo que los investigadores llaman la “zona habitable” o “zona Ricitos de Oro”, en referencia al cuento infantil donde la protagonista se mostraba algo caprichosa en la casa de los tres osos hasta que encontraba todas las cosas a su gusto. En un mundo así, no hará demasiado calor ni demasiado frío, aumentando las posibilidades de que exista agua sobre su superficie.
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