En los años treinta el astrónomo Fritz Zwicky descubrió unas peculiaridades un cúmulo de galaxias situado en la constelación Coma Berenices. Aquellas galaxias se movían como si estuvieran bajo los efectos de una fuente de gravedad invisible y desconocida. Después, se propuso que esa fuente de gravedad era una masa oculta, la llamada materia oscura. Los cálculos posteriores fueron realmente sorprendentes: concluyeron que, en realidad, la materia ordinaria (la que podemos ver y tocar) era apenas el 4.9 por ciento de la masa y energía del Universo. El 26.8 por ciento restante era materia oscura, y una cifra tan alta como el 68.3 por ciento se correspondía a la misteriosa energía oscura, ese fenómeno que trata de explicar la expansión acelerada del Universo. Por si fuera poco, en realidad tan solo podemos ver con los telescopios el 10 por ciento de ese 4.9 que constituye la materia ordinaria.
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