Preservar la biodiversidad y apoyar la economía local mediante el fortalecimiento de los huertos familiares fueron los objetivos que se planteó un equipo multidisciplinario de investigadores del Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), ya que trabajan en una investigación cuyo fin es mejorar la producción y el entorno de dichos plantíos en Tabasco.
El proyecto se efectuó desde distintos enfoques, entre los cuales destaca el que llevó a cabo la doctora Esperanza Huerta Lwanga, quien se dedicó a estudiar la macrofauna del suelo porque su presencia indica la calidad de la tierra de cultivo.
“La macrofauna o invertebrados del suelo realizan funciones variadas, entre las que se encuentran facilitar el ingreso de materia orgánica procesada a la tierra para nutrir los cultivos; por ejemplo, hojas, madera y ramas; equilibrar la ecología del entorno para evitar la invasión de plagas y aportar fertilidad sin usar agroquímicos. Dicho proceso se facilita al sembrar distintos tipos de plantas, pues permiten que se desarrolle una variedad extensa de organismos”, explica la investigadora.
El equipo científico trabajo en 50 huertos familiares ubicados en diversas regiones de Tabasco. “Durante el trabajo de campo se observó que algunos los huertos poseían una vegetación muy rica y debajo del suelo se encontró una amplia diversidad de invertebrados o macrofauna. En otros percibimos la presencia de basura y descuido”, refiere la doctora Huerta Lwanga.
Un hallazgo importante durante la investigación fue cuando la especialista halló una lombriz anécica, que representó un nuevo registro en Tabasco. “Se diferencia de otras especies por sus movimientos verticales, lo que le permite construir túneles en esta dirección; de esta manera ayuda a integrar la materia orgánica en el suelo, airearlo y formar su estructura”, apunta.
Otros organismos que se localizaron fueron distintas especies de lombrices, hormigas, termitas, ciempiés, escarabajos, chapulines, cucarachas y cochinillas, a los cuales se les puede denominar “ingenieros del ecosistema”, ya que modifican el suelo y enriquecen su productividad.
De acuerdo con la científica, es importante aclarar que la presencia de esa macrofauna no significa que el huerto esté infestado de plagas. “Si uno deja que vivan ahí, se encargan de cumplir funciones importantes a favor de la tierra y, al mismo tiempo, de controlar las poblaciones debido a que su variedad genera cadenas alimenticias”.
La aparición de plagas tiene lugar cuando en las tierras sólo se maneja un tipo de cultivo y, por lo tanto, una sola especie de organismos, los cuales se reproducen rápidamente y como nadie se los come se convierten en una amenaza para las plantaciones.
Cabe destacar que los resultados obtenidos por la doctora Huerta Lwanga revelan que la región de la costa fue la que tenía más basura. “En la sierra encontramos vegetación y variedad de cultivos, alta diversidad de invertebrados y un porcentaje importante de biomasa de lombrices, la cual se calculó en más de 33 gramos por metro cuadrado. Esta cantidad es importante porque induce la germinación y el crecimiento de las plantas”.
Otro logro de la investigación fue la educación ambiental, impartida a través de talleres y capacitación en la producción de lombri-composta. “Trabajamos en el diseño de una caja para hacer composta, en cuyo interior se colocó un molino pequeño y lombrices; ahí se vierten los desechos frescos para que se procesen. Este dispositivo fue entregado a todos los propietarios de los huertos, pero sólo fue aceptado por el 47 por ciento”, puntualiza. (Agencia ID)